Entre Ríos tiene una de las tasas desocupación más bajas del país

El pasado jueves se conocieron datos del Indec correspondientes al tercer trimestre de 2013 que reflejan el gran descenso que tuvo la desocupación a nivel nacional y provincial. Mientras que a nivel nacional la tasa de desocupación cayó en un año del 7,6 por ciento al 6,8 por ciento; en Paraná esa caída fue del 10,1 por ciento al 5,8 por ciento, y en la ciudad de Concordia se mantuvo estable pasando del 4,5 por ciento al 4,8 por ciento.Es importante señalar que este descenso en la tasa de desocupación no es un dato positivo más, sino que marca un hito en el proceso de reducción sistemática del desempleo y de aumento de la equidad social iniciado en mayo de 2003 a nivel nacional y en diciembre de 2007 a nivel provincial.Este 6,8 por ciento de desempleo alcanzado al cierre del tercer trimestre es el índice más bajo de los terceros trimestres de los últimos diez años a nivel nacional. Mientras que en Entre Ríos, de las dos únicas ciudades que mide el Indec se destacó la ciudad de Paraná al bajar la desocupación en 4,3 puntos porcentuales para alcanzar una tasa de 5,8 por ciento, convirtiéndose en el índice más bajo en un tercer trimestre en los últimos seis años de la ciudad. En tanto, en la ciudad de Concordia la tasa de desempleo al cierre del tercer trimestre (julio, agosto, septiembre) fue de 4,8 por ciento, un índice solo superado en los últimos seis años por el del tercer trimestre del 2012, de 4,5 por ciento, 0,3 puntos porcentuales menos que este año.Estos índices son trascendentes en una sociedad que, durante la década del noventa, vio cómo el desempleo se instalaba en su realidad cotidiana; trepando al 24,3 por ciento de 1993 a 2003; una sociedad que sintió y vivió el miedo a no contar con el sustento necesario para su presente y para su futuro. Trabajadores que vivieron "disciplinados" y angustiados por el miedo a ser despedidos o a no conseguir trabajo, como ahora mismo está sucediendo en muchos de los países desarrollados, donde la desocupación no deja de aumentar, superando índices del 27 por ciento de desocupación. Luego de la crisisNo obstante, la notable y progresiva reducción de la desocupación a nivel nacional y provincial es tan sólo una de las dimensiones de la profunda transformación de la estructura laboral de precariedad y exclusión social heredada de las políticas neoliberales. Superar la profunda crisis económica, social y política de 2001/02 exigió la revisión de las políticas públicas basadas en la supremacía de las cuestiones económicas por sobre las laborales y las sociales. Aceptando el desafío, a partir del 25 de mayo de 2003, el Gobierno Nacional enfrentó la política neoliberal, a través de la implementación del modelo socio productivo actual que busca armonizar los requerimientos de la economía globalizada, de conectividad y eficiencia con la necesidad imperiosa de mejorar las condiciones de vida de la población. Desde entonces y hasta ahora, uno de los postulados rectores que guían al Gobierno Nacional es el de la concepción del trabajo como articulador entre la esfera económica social, como fuente de dignidad de las personas y como factor básico de la ciudadanía. El modelo entrerrianoEn este sentido, el gobernador Sergio Urribarri, fue fiel intérprete de ese proceso, insertando a la provincia en diferentes planes de mejoras que transformaron a Entre Ríos como nunca antes en su historia y teniendo la visión y la comprensión del proceso transformador que estábamos viviendo en Argentina, claro signo de su compromiso en la conducción del proyecto nacional, popular y democrático en nuestra provincia.El modelo productivo y las políticas llevadas adelante en Entre Ríos desde diciembre de 2007 quebraron la lógica neoliberal que guió la mayoría de las decisiones desde mediados de los años 70. Los logros alcanzados demuestran que el rumbo elegido y sostenido incluso en el último periodo de alta contracción a nivel mundial, conducen a la formación de una sociedad más equilibrada.Al respecto, el ministro de Trabajo de Entre Ríos, Guillermo Smaldone, señaló que "este modelo provincial, basado en el valor agregado, en el consumo, en el turismo, etc.; ha demostrado ser muy eficiente en materia de empleo, y en épocas de crisis ha sabido mantener más puestos de trabajo que en otras épocas; en épocas de pos crisis, se han recuperado más rápido los puestos de trabajo que se perdieron durante las crisis; y en épocas de bonanza, se han generado más puestos de trabajo que en otros momentos. Y es la primera vez en la historia de Entre Ríos que el crecimiento económico está acompañado de políticas de promoción del empleo activas que fomentan la regularización del trabajo y la generación de nuevos puestos de trabajo mediante incentivos económicos para empresas"."Sin embargo, el camino recién comienza. La dirección es clara. Es necesario consolidar un país y una provincia que generen riqueza de manera cooperativa incorporando valor agregado a su producción e innovaciones científico tecnológico; con una sociedad con pleno empleo, con ciudadanos con derechos efectivos, con mayor igualdad. Aunque aún falte, se ha demostrado que hacia esa meta se orientó el Gobierno Nacional que encabezó Néstor Kirchner desde 2003, que continuó impulsando Cristina Fernández de Kirchner desde 2007, y que la Presidenta electa seguirá profundizando en los próximos 2 años" consideró el ministro de trabajo entrerriano.Y completó: "En nuestra provincia, el gobernador Sergio Urribarri supo interpretar el momento que estábamos viviendo. Y desde el primer momento lideró el modelo socio productivo en Entre Ríos reflejando perfectamente en la provincia lo que acontecía en el plano nacional. Y fue más allá, creó el Ministerio de Trabajo para poner al empleo y al trabajo en el centro de las políticas públicas orientadas a la creación de Trabajo Decente". En el centro de las políticas publicas Después de estos años de acciones efectivas, crecimiento sostenido y recuperación del aparato productivo nacional y provincial, de la dignidad y la cultura del trabajo, afirmar que para este Gobierno Nacional y Provincial el empleo está en el centro de las políticas públicas, es una obviedad que merece ser repetida hasta el cansancio.Y que el empleo esté en el centro de las políticas públicas implica no solo el ejercicio de un rol activo del Estado en el mercado de trabajo, sino la articulación e integración de las políticas económicas y sociales destinadas a conformar un circulo virtuoso -empleo, consumo, inversión y producción, empleo-, capaz de promover un desarrollo equitativo, inclusivo y sostenible en la provincia, y de encauzar el crecimiento sostenido que viene teniendo Entre Ríos, procurando que el mismo esté acompañado de mayor igualdad e inclusión social.En este sentido, el titular de la cartera laboral entrerriana, Guillermo Smaldone, dijo que "este modelo de desarrollo y crecimiento, iniciado hace seis años en nuestra provincia, impulsó como eje fundamental la articulación empleo/producción y promovió la centralidad de la cuestión del trabajo, entendiendo que la generación de empleos dignos y productivos era una de las claves para empezar a cambiarle la realidad a los entrerrianos. Una suma de voluntad política y demanda popular sustituyó el asistencialismo y los planes sociales por políticas de fomento a la creación de más y mejores puestos de trabajo. Era esencial recuperar el rol del trabajo decente".Luego valoró: "Los avances logrados han sido significativos debido a la continuidad y el fortalecimiento de los pilares fundamentales del Trabajo Decente: el respeto a los derechos laborales, la generación de empleo, el fortalecimiento y la ampliación de la protección social, y el ejercicio del diálogo social. Sin embargo, todavía persisten numerosos desafíos, como los de aumentar la cobertura de las políticas de empleo, adaptar los programas de formación a las necesidades del sector productivo y consolidar los avances alcanzados en materia de política laboral. Sin duda, resulta necesaria la articulación de las políticas de empleo -así como las instituciones del mundo del trabajo- con políticas de protección social que permitan aumentar tanto la eficiencia y la productividad como también asegurar los progresos en materia de equidad".De este modo, la reducción de la desocupación, la expansión sin precedentes del empleo registrado, acompañada por el crecimiento de la economía, el diálogo social, y la ampliación de la cobertura del sistema de protección social dieron lugar a una mejora significativa en la equidad de la sociedad, como no se había observado desde mediados de la década de los setenta.Si bien se ha hecho mucho, todavía falta. Siguen persistiendo problemáticas laborales que aún afectan a una parte importante de la población (la informalidad, el empleo no registrado, la tercerización fraudulenta, el desempleo juvenil, la inserción laboral de adultos mayores de 45 años, el cumplimiento a raja tabla de los nuevos regímenes para el personal de casas particulares y para el peón rural, etc)."Estas necesidades plantean la necesidad de profundizar las políticas que se vienen impulsando e instrumentando a nivel nacional y provincial, para que las transformaciones operadas terminen modificando definitivamente la estructura socio económica de nuestro país y nuestra provincia" consideró el ministro Smaldone, y agregó: "Es, más que necesario, fundamental, continuar por esta senda que ha permitido ir avanzando ininterrumpidamente en la consagración de derechos laborales para todos los entrerrianos. Solo así, y no con otras "fórmulas mágicas", se podrá seguir construyendo una Argentina y una Entre Ríos más productiva, más equitativa, más inclusiva y más justa". Cuidar y defender el trabajo En 2003, algunos economistas decían que Argentina, para reducir la desocupación a un dígito, iba a tardar veinte años. Bueno, se equivocaron. Se necesitó mucho menos. De aquel 24,3 por ciento se llegó a este 6,8 por ciento. Claro, no conocían la tenacidad ni la decisión de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner a nivel nacional, y de Sergio Daniel Urribarri a nivel provincial; que se han empeñado en remontar con éxito una cuesta muy abrupta, reduciendo abruptamente el desempleo y la pobreza, poniendo al empleo en el centro de las políticas públicas, mientras se libra una difícil batalla contra la informalidad y han aumentado de manera significativa la protección social y el salario de los trabajadores y de sus familias. Ni tampoco sabían del gran cambio que se implementaría en la dirección de las políticas que se habían seguido durante treinta años, para por fin implementar políticas públicas en pos del cuidado y la defensa del trabajo.Luego, en 2008, cuando explotaron los efectos de la crisis internacional, que no sólo subsiste, sino que en materia de empleo se agravó, llegando en países como España a superar índices del 27 por ciento de desocupación; estos mismos analistas vaticinaron una fuerte e irrefrenable destrucción de puestos de trabajo en la Argentina. Y un crecimiento exponencial de la desocupación. Y se volvieron a equivocar. Porque en todos estos años de debacle financiera mundial, la tasa de desempleo en nuestro país se muestra estable. Alrededor del 7 por ciento. A veces, más; otras, menos. Claro, tampoco sabían que el Gobierno iba a rechazar toda receta de ajuste. Y, contra viento y marea, iba a sostener el empleo, a cuidar el consumo y el mercado interno. Y a ayudar a las empresas para que mantuvieran a su personal.Ahora podemos también decir que la estructura ocupacional argentina cambió, de excluyente y líquida se convirtió en inclusiva y sólida. Que las políticas del Gobierno generaron este cambio, con eje en el empleo, en la generación de trabajo y en la obsesión de que sea registrado. Incorporando al sistema previsional a trabajadores que no podían jubilarse por falta de aportes. Y poniendo en marcha la Asignación Universal por Hijo, un instrumento de inclusión no sólo hacia la economía, sino también hacia el futuro, porque abre la puerta a la educación y a la salud.En 2003 eran 2.300.000 los argentinos a los cuales se les había otorgado el Plan Jefas y Jefes de Hogar para atender la crisis fenomenal que se vivía por entonces, de los cuales 53.000 eran entrerrianos. Hoy este Plan abarca sólo a 2000 argentinos que lo necesitan, solo 3 de ellos en Entre Ríos.Cuando uno mira hacia atrás y rememora aquella triste Argentina no puede dejar de ver cuánto se ha recorrido. Porque en este tiempo se sumaron seis millones de nuevos puestos de trabajo. Y que esto, más que un número, tiene una palabra que lo define: inclusión. Porque, además, se bajó cerca de 18 puntos la informalidad laboral. Y se firmaron miles y miles de acuerdos salariales y convenios colectivos. Porque se mantuvo diez años seguidos el Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil, que llevó ese valor de referencia a crecer un 1700 por ciento, convirtiéndolo así en el mayor de Latinoamérica.Hoy también podemos decir que son más de 13 millones de argentinos los que tienen derechos y transferencias de ingresos que en 2003 no tenían; más de 6.000.000 nuevos trabajadores registrados; más de 2.600.000 nuevos jubilados; más de 1.200.000 pensionados y más de 3.600.000 beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH).Y como lo indica un informe del Banco Mundial de este año; el aumento del empleo, la implementación de políticas públicas activas para la formación y capacitación laboral, y una mayor cobertura de los programas de transferencia de efectivo, vienen reduciendo la tasa de desigualdad en la Argentina desde hace una década. Argentina, un antes y un después Un informe del Banco Mundial publicado en su página web este año, indica que trabajadores más calificados y programas de capacitación, empleo e inserción laboral, fueron las claves para reducir la desigualdad en Argentina.La desigualdad ha sido una marca distintiva en América Latina durante toda su historia. La brecha entre ricos y pobres ha alimentado años de inestabilidad política y social en una región caracterizada por enormes reservas de recursos naturales y gran potencial de su mano de obra.Pero desde hace más de una década esa brecha ha comenzado a reducirse y ha impulsado la salida de decenas de miles de familias de la pobreza.El informe se enfoca en lo que ha sucedido en Argentina, que registró impresionantes tasas de crecimiento desde finales de los 90, y que entre los 70 y los 90 ostentó la mayor tasa de desigualdad en la región.Según el estudio, en la última década aumentó el ingreso, se experimentó un incremento en el promedio de años de escolarización, y se redujo la desigualdad entre los ingresos laborales y no laborales, es decir, las rentas provenientes de transferencias de efectivo o intereses, entre otros.Los datos arrojados por el estudio muestran que en la Argentina hubo un antes y un después de la crisis de 2002. Según la Base de Datos Socieconómicos para América Latina y el Caribe (SEDLAC en inglés) entre 1992 y 2002, Argentina registró un incremento del índice Gini que pasó de 0.450 a 0.533, principalmente debido a un aumento en la brecha salarial entre los trabajadores más y menos calificados, así como un debilitamiento de los sindicatos producto de las privatizaciones, la dolarización y la liberalización comercial durante ese periodo. O sea aumentó la desigualdad.A diez años de la crisis de 2002, y gracias al crecimiento económico de esos años, el Gini cayó para ubicarse en 2010 en 0.442. La reducción de la desigualdad representó una caída de 40% y 50% en la pobreza extrema y la moderada, respectivamente.En medio de un periodo de alto crecimiento económico (8% anual después de 2003 excepto en 2009 debido a la crisis global) y el desplome de la tasa de desempleo (del 20% al 8%), los trabajadores comenzaron a recuperar terreno en la escena económica argentina. Aunque la devaluación, inicialmente tuvo un impacto negativo en los salarios reales, este efecto se fue diluyendo en la medida en que el peso más barato contribuyó a estimular la producción en los sectores que demandaban más mano de obra.Asimismo, la expansión en la cobertura del programa de transferencias de efectivo conocido como Jefes y Jefas de Hogar Desocupados, jugó un papel determinante en la distribución de los ingresos no laborales en la post crisis y luego lo hicieron las Asignaciones Familiares y la Asignación Universal por Hijo, disminuyendo la brecha entre ricos y pobres e impulsando la salida de decenas de miles de familias de la pobreza.
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