INFORME ESPECIAL
Enzo Giménez: Irregularidades de un caso que nunca tuvo justicia
La masacre en San Miguel del Monte en mayo pasado, donde la Policía bonaerense mató a tres adolescentes de 13 y 14 años y a un joven de 22, conmovió al país. En Gualeguaychú, hace 11 años atrás, ocurrió un hecho con muchas similitudes, pero la Policía se encargó de tapar lo sucedido y todo quedó como si se tratara de un fatal accidente de tránsito.
Desde el minuto cero, todo lo concerniente a la investigación fue pésimo. Todo lo que se hizo fue cuestionado. Es que debido a un mal procedimiento policial, que culminó con la muerte de un adolescente que acababa de cumplir sus 19 años, se debió tejer una historia en cuestión de minutos que a medida que pasa el tiempo muestra cada vez más incongruencias. El viernes se cumplieron 11 años de la muerte de Enzo Giménez. Pasó más de un década y aún queda el sabor amargo de la injusticia. Nadie entre sus seres queridos quedó conforme con el juicio que se realizó en 2011, en donde se condenó a 3 años de prisión efectiva a Carlos Alberto Fernández, un policía que había sido compañero de la escuela de Enzo, que en la fría madrugada del 28 de junio de 2008 manejaba el Renault 4S que terminó impactando contra una camioneta en la esquina de Mitre y Del Valle. La salida Pero hay que ir por partes. ¿Qué fue lo que pasó horas antes al accidente? Enzo Giménez llegó a sus 19 años el 27 de junio. Ese día lo pasó con su familia y amigos; y por la noche fue a jugar un partido de fútbol 5 en Defensores del Oeste. Había coordinado con el resto de sus amigos encontrarse en la casa de Claudia Medina, en calle Martínez Paiva 1628, para festejar. Enzo llegó a ese domicilio durante la madrugada, acompañado de un amigo. Como en todo encuentro de adolescentes, tomaron algo y se divirtieron. En esa reunión también estaba Fernández y Gastón Otero, el primero policía y el segundo voluntario del Ejército. Ninguno de ellos era amigo de Giménez y estaban en ese lugar circunstancialmente porque otro joven los cruzó en el camino antes de llegar y los invitó. Todo esto está asentado en las distintas declaraciones que hicieron los jóvenes en la instrucción de la causa. Según lo que declararon, Fernández le insistió varias veces a Enzo en que lo acompañara al boliche, y a pesar de las negativas que recibía, lo seguía incitando hasta que finalmente el cumpleañero aceptó. Según recuerdan los testigos, Fernández, Otero y Giménez, y otros dos amigos más, dejaron la casa a las 4.20 de la madrugada. Cuando caminaban por Sarmiento y Andrade, los dos amigos de Enzo deciden no ir a bailar y el resto siguió su camino hacia el boliche La Cabaña, en calle Colombo entre Magnasco e Irigoyen.
No está del todo claro qué es lo que ocurrió después, porque se ha mentido tanto en esta causa que no se sabe a ciencia cierta cómo fue que terminaron los tres arriba del Renault 4S. Porque este auto no era de ninguno de ellos, sino que pertenecía a Joaquín Parrilla, otro policía que compartía adicionales y guardias con Fernández. En un principio trascendió que se habían robado el auto, pero esto fue rápidamente desvirtuado cuando se conocieron algunos pormenores. Parrilla le prestaba asiduamente el auto a su amigo Fernández, por eso el joven policía no dudó en sacárselo cuando, en su camino al boliche, lo vio estacionado en 25 de Mayo casi Paraná, frente a la plaza Belgrano. Parrilla se encontraba en un hospedaje que había en esa zona y cuando Fernández pasó por el lugar les dijo a sus compañeros de la noche que le iba a hacer una broma. Como comúnmente lo utilizaba sabía cómo abrirlo y encenderlo. No hizo falta forzar nada. La persecución Cuando Parrilla sale del hospedaje no encuentra su auto, y lejos de pensar que se trataba de una broma, lo primero que piensa es que le había sido robado. Por eso no dudó en llamar de inmediato a la Policía para que se despliegue un operativo de búsqueda y poder recuperarlo. Esa denuncia se hizo a las 3.50, es decir media hora antes que Enzo y el resto de sus amigos dejaran la casa de calle Martínez Paiva. La madrugada del 28 de junio de 2018 fue una de las más frías del año. Era una noche cerrada, donde prácticamente no se veía nada a más de tres metros. No eran las condiciones climáticas ideales para iniciar una persecución por las calles céntricas de la ciudad, pero sin embargo sucedió. No está claro el recorrido que tomó Fernandez conduciendo el Renault 4S, pero lo que fue confirmado es que tras el alerta emitido a los móviles policiales en la calle, el auto fue localizado por la Policía en Del Valle y Avellaneda. En ese punto se lo intentó detener, pero Fernández no frenó y evadió al patrullero. Según la versión oficial, el móvil 695 persiguió al 4S por toda Del Valle hasta que en Mitre, a 21 cuadras en línea recta de donde se inició la persecución, el automóvil se descontrola y colisiona contra una camioneta GMC Sierra 3500 que se encontraba estacionada en sentido contrario, sobre el cardinal noreste de la esquina. En la declaración de los policías Carlos Muñoz y Gabriel Muñoz, que fueron quienes persiguieron el Renault presuntamente robado, manifestaron que tras el choque uno debió agarrar a Fernández que se quería escapar y el otro sacó a Otero sentado en el asiento trasero del auto. Adentro quedó Enzo, muy mal herido, pero vivo. Se quebró el cerrajero Desde el momento del choque, a las 5 de la madrugada del 28, hasta las 11 de la mañana del 29 de junio, la Policía ya había elaborado 64 fojas en la causa, que contenían el acta con la denuncia de Parrilla por el robo del auto, la inspección ocular del lugar del accidente y del lugar donde había sido sustraído el vehículo, el acta de secuestro, el inventario de todo lo que tenía el 4S, el certificado de los dos médicos policiales con las lesiones que presentaban Fernández, Otero y Giménez, la declaración de los policías del Móvil 695 y la palabra de cuatro policías que iban en el Móvil 847. Pero también se sumó el informe del cerrajero Luis Erardo Canale, que certificó que la cerradura de apertura del Renault 4 estaba forzada y que el tambor de la llave de contacto de arranque estaba quebrada. Este informe llevaba la firma del cerrajero que actuó como perito y al que luego – en el juicio desarrollado en el 2011 en la Cámara del crimen de Gualeguay – se le solicitó el falso testimonio. En el debate que se realizó en Gualeguay contra Fernández, por los delitos de homicidio culposo y sustracción de vehículo automotor dejado en la vía pública, Canale confesó que en la Comisaría Primera le hicieron firmar el acta – donde confirmaba la rotura de las cerraduras – sin haber visto lo que contenía el mismo. Incluso aseguró que nunca vio el auto. Es más, le aseguró a los jueces que no lo peritó porque le asustaba la sangre. También existe un informe mecánico realizado en las primeras actuaciones sobre las roturas que presentaba la camioneta GMC a causa del choque. Entre ellas se destaca la abolladura del paragolpe en el sector izquierdo, que contrasta con lo que se observa en las fotos y lo que se aprecia al notar el estado en el que quedó el 4S. En el debate en Gualeguay, la querella representada por la abogada Amelia Angerosa llevó al mediático y reconocido perito criminalístico Roberto Locles. Este profesional sostiene una teoría que siempre se trató de derribar, y que incluso en la Cámara del Crimen no se tuvo en cuenta. Este perito asegura que el Renault 4S, y sobre el sector en el que viajaba Enzo Giménez, fue impactado por un tercer vehículo. Afirma que un móvil policial que circulaba por calle Mitre hacia el norte fue el que chocó al 4S en la puerta delantera derecha y lo empujó hacia donde estaba la camioneta GMC. Nunca hubo ninguna fotografía sobre el choque. No hay ninguna imagen que certifique cómo impactaron el 4S con la camioneta, y todas las fotografías que están incorporadas a la investigación sobre el estado de los dos vehículos son de forma separada y sacadas esa misma noche. Todas oscuras y con la lente húmeda por la neblina. El montaje El choque se estima que ocurrió a las 5 de la madrugada y llama la atención con la velocidad que la Policía realizó su trabajo. La inspección ocular con el croquis, el acta de secuestro, el inventario automotor, el acta de inspección ocular y el croquis referencial del lugar del robo, comenzó a las 6.05 y finalizó a las 6.25. Es decir que en 20 minutos se culminó con una prueba crucial para el peritaje accidentológico que se iba a hacer a posterior. A esto hay que sumarle la poca visibilidad que había a esa hora. También, esa madrugada, a las 5.30, y en base a la inspección ocular, se realizó el gráfico de un relevamiento planimétrico del accidente, que realizó el personal de la división Criminalística. Un dibujo que para la querella tiene falencias en las distancias. A la camioneta nunca se la secuestró y nunca se la peritó. Sólo le describieron sus roturas. El hijo del dueño, que fue a declarar a Gualeguay, dijo no haber visto nada del accidente, pero señaló que el 4S corrió dos metros a la camioneta. Algo difícil de creer si se tiene en cuenta que esta camioneta mide 6 metros de largo, tienen 2,40 metros de ancho, 1,88 de alto y pesa 2435 kilos. Un Renault 4 pesa poco más de 600 kilos. Otra de las personas que declaró en Gualeguay fue un remisero que confirmó la teoría de Locles. Este hombre, que en ese horario de la madrugada se encontraba trabajando, contó que un patrullero lo pasó a toda velocidad por calle Concordia y que luego dobló en calle Mitre; y que a los pocos minutos escuchó el estruendo. Cuando fue a ver lo que había ocurrido observó que un patrullero había impactado el Renault 4S. Luego fue testigo que ese patrullero fue retirado rápidamente del lugar del hecho, llevado a tiro por otra camioneta de la Policía. Este hombre declaró en el juicio y se solicitó su detención por falso testimonio. Como ocurre siempre, estos pedidos quedan en la nada, pero tras el debate en Gualeguay fue amenazado en tres ocasiones para que no hablara más. Incluso su mujer también fue intimidada. Cree, por lo que vio y por cómo estaba el auto, que tras sacar la camioneta policial del choque, se montó otra escena para simular el accidente con la camioneta estacionada. En la persecución, desde la Policía se aseguró que nunca se disparó hacia el Renault 4 en fuga, pero hay un testigo –que luego fue amenazado de muerte - que afirmó haber visto los disparos desde el patrullero, e incluso el propio Fernández declaró que no frenó porque se asustó porque le venían tirando. El ingeniero Eduardo Omar Balla, que realizó la pericia mecánica al 4S a pedido de la Cámara de Gualeguay, dijo que “la abolladura que presenta el guardabarros delantero derecho no tiene la misma característica que el de las puertas, ya que el guardabarros pareciera que fue hecho con un elemento romo sin aristas, mientras que el de las puertas presenta hundimiento contra bordes agudos”. Es decir, el auto tiene dos tipos de choques. Fue en esta pericia que se accionó la llave de encendido sin ningún tipo de inconvenientes, derribando lo firmado por Canale en la pericia. Gendarmería ya había certificado que la cerradura externa no presentaba alteraciones y se accionó sin inconvenientes. El perito oficial de Gendarmería, alférez Gustavo Talavera, determinó en una inspección ocular que realizó cuando se apartó a la Policía de la investigación por estar sospechada de un mal procedimiento, que en el portón trasero había “hundimientos” que bien podían ser compatibles con postas de goma. Dos de ellos tenían pérdida de pintura. Un “hundimiento” es provocado por un proyectil y Gendarmería detalló que se debe a “un cuerpo arrojadizo”, que puede ser cualquier elemento que se lanza manualmente o con ayuda de algún elemento lanzador, propulsor o arma de fuego. Un procedimiento poco transparente En una entrevista publicada por ElDía el 30 de julio de 2007, el entonces jefe de la Policía de Gualeguaychú, comisario Mario Córdoba, trató en todo momento de dejar en claro que la fuerza accionó de forma “transparente”, a tal punto que lo dijo en cuatro ocasiones en una misma frase. Incluso trató de poner en el foco de los cuestionamientos a la víctima. Dijo: “cuando una persona anda sola tiene su propia identidad, pero cuando se reúnen dos o tres pierde su propia identidad y toma la del grupo”. Lo que olvidó tener en cuenta el ex Jefe Departamental –que se empeñó en justificar lo sucedido diciendo que Enzo Giménez andaba en un auto robado– es que la víctima iba en el auto acompañado de un policía y de un voluntario del Ejército. Fue en esta misma entrevista donde informó que fueron los Bomberos Voluntarios quienes sacaron a Giménez del auto. Sin embargo, el móvil 17 a cargo del bombero Selene salió del cuartel a las 5.10 de la madrugada y a las 5.12 salió el segundo móvil. A las 5.15 se comunica el móvil 17 con el cuartel para informar que la persona ya había sido rescatada y en el informe al cual tuvo acceso ElDía se dejó en claro que “no se necesitó trabajar”. Una ambulancia del Sanatorio Pronto acudió al lugar del choque a las 5.05 y trasladó a Enzo Giménez al Hospital Centenario. La víctima ingresó como NN y permaneció tres horas con vida hasta su deceso a las 8. Permaneció 8 horas como NN pese a que tenía consigo su teléfono celular, su billetera y en ese mismo nosocomio estaban siendo atendidos Fernández y Otero. Cuando sus padres se enteraron a las 13 del día 28 fue para identificar el cuerpo. Es en esa misma entrevista que Córdoba confirma que Enzo Giménez tenía su teléfono celular, a pesar que en la causa se negó la existencia del aparato, y relató sin vergüenza que la forma de identificación fue a través de un indicio por tener el apellido de un jugador de Boca. Así de increíble. Obviamente que nada de esto fue así porque en la inspección ocular que se hizo a las 9 al cadáver en el hospital, donde se informa legalmente la causa de muerte, figura tachado las letras NN y en su lugar está el nombre de Enzo Giménez. Una hora después de su fallecimiento ya estaba identificado. El peregrinaje en el Hospital Nunca se supo qué pasó con la ropa y los elementos de Enzo. A sus padres les fue entregado el cuerpo totalmente desnudo. Incluso, el médico policial Fausto Silvero no tuvo dudas en su causa de muerte y recomendó que no era necesaria la realización de la autopsia. La aseveración de este médico es lo que utilizó como fundamento el juez de Instrucción, Javier Cadenas, para negar en un principio la autopsia, que en definitiva se le realizó en febrero del 2011 a causa de las incongruencias que habían aparecido en el camino. Pero para esa altura ya era muy tarde, habían pasado dos años y medio. La conclusión de esa autopsia arrojó las siguientes consideraciones médico legales: “Las lesiones enumeradas precedentemente en la región sigomática y frontal NO tuvieron entidad para producir el deceso. Presentaba estigmas para torocotomía. En el presente caso, con los estudios a la vistas y debido al estado de putrefacción del cadáver, NO se arribó a un diagnóstico de Certeza de Muerte”. Entonces ¿No era tan clara la causa de muerte como indicó el médico policial? En el primer informe que se le realizó en la guardia del hospital centenario a las 5.45 se detalló que Enzo Giménez presentaba “politraumatismos, fractura de pelvis y scalp frontal, entra con pulso fatigado 70 y 50, se coloca tubo hemotorax se saca un litro y medio de sangre y se expande con 3 litros suero fisiológico”. A partir de acá empiezan las contradicciones entre los médicos que luego continuaron atendiendo al grave Enzo. El médico policial que lo examina en segunda instancia constata “traumatismo de cráneo con herida cortante en región frontoparietal derecha saturado en quirófano, traumatismo de pelvis con fractura de cadera derecha, traumatismo de tórax, con hemotorax, estabilizado con tubo endotoráxico colocado en quirófano, traumatismo testicular derecho con herida cortante”. Lo que antes era una fractura de pelvis pasó a ser una fractura de cadera derecha. Pero las contradicciones siguen. Cuando es llevado a Terapia Intensiva se constataron otras patologías: “politraumatismos graves, traumatismo grave de tórax con neumotórax severo, shock hemorrágico, fractura de fémur derecha expuesta al dorso del muslo, se coloca inotrópicos. Se realiza entubación. Paro. Óbito 8.30”. A las 9, en el examen al cadáver, se detalló: “traumatismo severo, traumatismo de tórax cerrado severo con hemotórax, contusión pulmonar grave, fractura de fémur expuesta derecha, traumatismo de cráneo grave con scalp de cuero cabelludo, herida en escroto izquierdo (antes era en el derecho)”. El médico de Policía señaló como causa de muerte un “paro cardiorrespiratorio traumático por falla multiorgánica por traumatismo de cráneo grave y traumatismo grave de tórax cerrado con hemotórax. La causa de muerte es clara no es necesaria la autopsia. Ingresó a la Terapia Intensiva a las 7.45 y falleció 8.30”. El certificado de defunción señala que Enzo Giménez murió a las 8, mientras que el certificado de terapia marca a las 8.45. Cuando el cuerpo de Enzo fue llevado a la autopsia en Oro Verde, en las radiografías que tomaron sólo encontraron una fractura en el fémur derecho. Nunca existió fractura de pelvis ni fractura de cadera. El perejil y los verdaderos culpables La familia Giménez aún no ha encontrado justicia. Se sienten huérfanos de quienes deben velar por los intereses de los ciudadanos. El juicio en Gualeguay no sirvió para ponerle fin a una herida que seguramente nunca cerrará. Pedro Giménez, el padre de la víctima, aseguró a ElDía que “los verdaderos responsables de las heridas de Enzo, nunca fueron juzgados y permanecen en el total anonimato siendo encubiertos por la Policía”. Para este hombre que nunca bajó los brazos, “a Fernández lo usaron como perejil para tapar el mal procedimiento policial, porque el responsable del choque, el que manejaba la camioneta que impactó al Renault 4S, nunca fue llamado por la Justicia”. Tienen confianza que tras esta publicación la Fiscalía actúe de oficio e inicie una investigación y si eso no ocurre “radicaremos una denuncia y nos constituiremos en querellantes contra los policías que intervinieron en el acto administrativo”. “Las otras causas están archivadas pero nosotros vamos a iniciar una denuncia por el encubrimiento policial, que por el testimonio del testigo quedan al descubierto”, manifestó Giménez, que a su vez cuestionó: “si los dos testigos que les tocó ver eso son amenazados de muerte y nadie investiga, ¿en qué ciudad estamos viviendo?”. “Distinto hubiera sido si la Justicia hubiese tenido la voluntad de investigar a los policías como lo hicieron en San Miguel del Monte”, criticó el padre de Enzo.ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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