
Toshi tiene 37 años, es amigable, despreocupado y desde hace más de tres años camina por el mundo con un solo objetivo metido en la cabeza: encontrar el amor. Durante más de una semana vivió en la ciudad y en Pueblo Belgrano, y quedó encantado con el sur entrerriano.
Por Amílcar Nani
El nombre que le eligieron su mamá y su papá es Toshiaki Horino, pero todos lo conocen simplemente como Toshi, por lo menos en estas latitudes del mundo. Nacido en la ciudad de Kobe, Japón, un buen día de noviembre de 2015 este particular personaje renunció a su trabajo, vendió todas sus cosas y caminando hacia el horizonte decidido a recorrer el mundo, sin rumbo fijo, como ?David Carradine cuando interpretó a Kwai Chang Caine en Kung Fu.
Primero recorrió Japón hasta que no le quedó lugar en la isla por conocer, luego pasó a Oceanía, donde disfrutó de las playas australianas y sufrió el desierto interno del país continente, y de allí saltó al sudeste asiático y todo lo exótico que uno se puede encontrar en esos parajes. Entonces cruzó el Océano Pacífico y comenzando desde Canadá bajó, bajó, bajó y caminando llegó a la Patagonia. Finalmente, tras 1277 días -o el equivalente a tres años y medio- Toshi llegó a Gualeguaychú.

Toshi con Mía y Tomás, sus amigos entrerrianos
"Salí a recorrer el mundo para buscar el amor, y el día que lo encuentre me quedaré allí", le dijo Toshi a ElDía en un español chapucero, medio cocoliche pero simpático y con el cual se hace entender acompañado por gestos y mezclados con términos en inglés.
"Llegué a Gualeguaychú porque cuando estaba en La Patagonia conocí a Diego y me habló de la ciudad y la zona, donde él vive. Y me dio su teléfono y me dijo que si quería venir a Entre Ríos que le avise que iba a tener lugar en su casa", explicó Toshi.

Diego es Diego Martín, vecino de Pueblo Belgrano, que conoció a Toshi cuando se fue de vacaciones con su familia a El Calafate, cuando viajó para conocer el glaciar Perito Moreno, en Santa Cruz. Jamás se imaginó que un día su teléfono iba a sonar y que del otro lado de la línea el japonés caminador que conoció en La Patagonia le decía que estaba llegando a Entre Ríos. Lejos de ser una mala noticia, estuvo encantado en alojar en su hogar a su amigo oriental.
Entre los lugares que le fascinaron de Argentina están Mendoza y sus vinos y de allí fue a Alta Gracia, Córdoba, con el único fin de conocer la casa y la huella que dejó allí Ernesto "Che" Guevara. Luego si, siguió camino al sur. Pero Entre Ríos fue su despedida del país, y su estadía se prolongó bastante más gracias a la hospitalidad de sus huéspedes.

"Vi fotos del Carnaval y me encantó, en especial las mujeres. Lástima que llegué cuando ya habían terminado. Pero ahora tengo una razón para volver, pero en verano", promete Toshi entusiasmado durante una visita al edificio de ElDía.
Desde que llegó, Mía y Tomás, los hijos de Diego, están fascinados con su nuevo amigo japonés: Toshi encanta a la pequeña con historias extravagantes de su aventura y con el varón despunta el vicio del fútbol y comparten complicidades. Por momentos, Toshi es un chico más, y le gusta.

"En Japón comemos muchos pescados, y acá en Entre Ríos he comido sólo carne, y eso me ha encantado", explicó cuando se le preguntó lo que más le había gustado de Gualeguaychú y Pueblo Belgrano. Y la elección de la carne no es caprichosa: Toshi nació en el mismísimo lugar donde se produce la carne de Wagyu, o más conocida como Kobe. Esta carne proviene de un buey japonés y es considerada no sólo un manjar sino una de las carnes más caras del mundo. A precio de hoy, un kilo de Kobe vale en promedio 300 euros, lo que según la última cotización equivaldrían a 15.107,27 pesos argentino. "Sólo dos veces probé carne de Kobe. Es deliciosa, y por supuesto que no pagué yo", confesó sin poder aguantar la carcajada.
Antes de emprender su aventura, Toshi era conductor de subterráneo. Ganaba bien, ahorró bastante, y cuando vendió su auto y sus cosas puso todo el dinero en una especie de plazo fijo cuyos intereses le permiten solventar el viaje. Además, si anda corto de plata suele hacer traducciones del español al japonés para tatuajes o se dedica a vender algunos de los origamis, un arte que consiste en el plegado de papel sin usar tijeras ni pegamento para obtener figuras. Igualmente, su ritmo de vida de es muy austero.

Ahora su viaje continuará por Uruguay y Brasil, y de allí volará hacia África o Europa (todo depende de qué es lo que tenga ganas de hacer al momento de partir). Mientras tanto, seguirá con su "look hippon" caminando por el mundo, tal como lo dijo él, "trantando de buscar un amor para poder echar raíces nuevamente... ¡donde sea!".