LA MADRE DE IVÁN PÉREZ
"Es más que claro que fue un asesinato, el policía debe ser juzgado por lo que hizo"

Poco más de 24 horas después de iniciado el juicio por el homicidio de su hijo, el primero en la ciudad con la modalidad de jurados civiles, Rosa Castro accedió a ser entrevistada por ElDía. Iván Pérez tenía 24 años cuando el sargento Javier Mauricio Gómez le disparó, a 100 metros de distancia, y la bala de su 9 milímetros reglamentaria le atravesó el cráneo.
Por Luciano Peralta "Nos han quitado lo más preciado que puede tener una madre, su hijo", denuncia, desesperadamente, Marta Moreira, frente al cronista de la televisión holandesa, en el centro de la Plaza de Mayo. El registro periodístico es del 1° de junio de 1978, el mismo día que la Selección Argentina de fútbol inauguraba, ante la polaca, el primer mundial organizado en el país, y por el gobierno de facto. En esos tiempos las dictaduras no eran un problema para la realización del evento deportivo más relevante del planeta. El poder del relato de Moreira es tremendo. Es que el dolor de una madre a la que le desaparecen o lo asesinan un hijo, una hija, debe ser tremendo, más que la propia muerte. El dolor de madre no tiene ideología, ni preferencias políticas, ni razón. No se explica, y tampoco se juzga.
Las desesperadas palabras de esa madre todavía rondaban en mi cabeza, y en mis redes sociales, donde había subido el video el pasado 24 de marzo, cuando me encontré con la posibilidad de entrevistar a Rosa Castro. Ella es madre de tres mujeres y dos varones, entre ellos, Iván Pérez, el joven de 24 años que fue asesinado por un policía en el barrio Molinari, el 9 de octubre de 2019. El sargento Javier Mauricio Gómez es el único imputado que tiene la causa, acusado de "homicidio agravado por tratarse su autor de un miembro de las fuerzas de seguridad en abuso de sus funciones". Está probado que, en el marco de una persecución, el uniformado le disparó a Pérez, que huía desarmado, a una distancia de entre 95 y 100 metros. Murió en el acto. El juicio que comenzó el viernes se desarrollará por tres jornadas más en el salón de convenciones municipal y tiene la particularidad de ser el primero que se realiza en Gualeguaychú con la modalidad de jurados civiles. Seis hombres y seis mujeres, que nada tienen que ver con el Poder Judicial, deberán tener un veredicto. Luego, la jueza Alicia Vivian determinará si condena a Gómez, o no, a la única pena posible en este caso: la prisión perpetua. Pero de la causa no voy a escribir, creo que está bastante claro lo que sucedió y las responsabilidades del caso. Quien sí se refirió a esa fatídica mañana de invierno fue Rosa Castro, en la entrevista que tuvo lugar este sábado, en su propia casa, donde también vivía su hijo. LP: ¿Qué te acordás del día que asesinaron a Iván? RC: Estaba durmiendo. Mi ex cuñado me golpea la puerta para decirme que iban a hacer un allanamiento. Los atendí y les pregunté si tenían orden de allanamiento. Me dijeron que no. Entré, porque estaba descalza, recién me levantaba, y cuando entro a la pieza me llaman para avisarme que a Iván le habían pegado un tiro. Ahí tiré el celular, salí corriendo, pero me imaginaba un tiro de bala de goma, o en la pierna, no sé. Cuando llegué le dije 'Ivan', y no me respondió. LP: ¿Cuándo te diste cuenta que tu hijo estaba muerto? CR: Cuando vi que no se movía. LP: ¿Te quedaste ahí? CR: Sí, todo el tiempo. LP: ¿Cómo era Iván? CR: Era un chico que tenía sus problemas de adicciones, pero no es que iba a entrar a robar y lastimar o matar a alguien. LP: ¿Hace mucho consumía? CR: Desde los 12 años. LP: ¿Cómo fue para vos enterarte? CR: Fue muy duro, yo en ese tiempo no tenía mucha noción de la droga. Pedí ayuda a lo que era el Consejo del Menor, fueron a casa y lo internaron en la Sala 6 (Salud Mental del Hospital Centenario), con mi consentimiento. A la semana salió, estuvo un año bien, pero cuando nos vinimos a este barrio, hace diez años, fue cuando peor se puso. Después fui pidiendo ayuda, en el Juzgado, en todos lados. Una vez estaba detenido en la Comisaría del Menor y me llamaron para que lo retire, y yo les dije que no lo iba a retirar hasta que no me dijeran cómo me iban a ayudar con mi hijo. Eran como las 4 de la mañana y la Policía me golpeaba la puerta de casa para que vaya. Hasta que me llamó un fiscal, creo, y me dijo que si no lo retiraba me iban a llevar presa a mí. Él era menor todavía, y le dije que necesitaba que me ayudaran con una internación, o algo así, que yo tenía mucho miedo por él. Bueno, me dijeron que sí, me presenté, hice todo lo que me pidieron. Yo estaba re ilusionada porque ellos me habían prometido que me iban a ayudar, y cuando el juez lo vio le dijo: 'yo no te veo muy deteriorado por la droga, no le puedo sacar una beca a otro chico que quizá está peor que vos'. Eso nos dijo. Y así fue siempre. Una vez Iván estuvo internado, con una sobredosis, muy jodido. Lo tuvieron que atar en el hospital porque se escapaba. Esa vez, otra vez, fui al Juzgado, pero nunca jamás me dieron ayuda. Y la pedí muchas veces. Siempre, desde sus 12 años, estuve goleando puertas para que me ayuden con mi hijo. LP: ¿Qué consumía de chico? RC: Empezó con marihuana, en un ciber. Era la época de los cibers. Yo le daba plata para que vaya, sentía que ahí estaba bien, pero me equivoqué. Después cocaína, y cuando agarró la cascarilla (paco, pasta base), hace cinco años, más o menos, fue lo peor. Cuando llegamos al barrio todo empeoró mucho. El barrio Molinari fue parte del programa de autoconstrucción "Gualeguaychú 1000 viviendas", desarrollado a partir de mayo de 1996, durante la primera intendencia de Daniel Irigoyen. La iniciativa, inédita en la ciudad, venía a dar respuesta a una realidad (muy vigente, todavía) expresada estadísticamente por un trabajo del Indec de ese momento: de 18.522 hogares, el 29% presentaba necesidades básicas insatisfechas, entre ellas, la habitacional. El barrio Molinari fue parte del programa de autoconstrucción "Gualeguaychú 1000 viviendas", desarrollado a partir de mayo de 1996, durante la primera intendencia de Daniel Irigoyen Quienes fueron parte de ese proyecto destacan el buen trabajo previo que se hizo en cada una de las 284 familias (demasiadas para un barrio), y el acompañamiento en el proceso de construcción de las viviendas. Pero, como pasa en muchas de estas experiencias, a ese buen trabajo no se le dio continuidad. El barrio, humilde desde sus orígenes, sufrió a fuego las crisis argentinas de los últimos 25 años y hoy "venden droga por todos lados", se quejan, hace tiempo, los vecinos. De hecho, un mes antes del asesinato del joven un grupo de vecinos se había organizado y acudido a las autoridades policiales. La droga, los conflictos y los robos se habían apropiado del barrio, y uno de los apuntados era, justamente, Pérez. Antes del asesinato, el Molinari era "tierra de nadie". Cualquier vecino puede dar fe de eso. Remises yendo y viniendo, drogas, peleas, policías, detenciones y patrulleros apedreados, habían convertido el sueño de aquel primer grupo de vecinos, que el 24 de diciembre del 2000 recibieron las llaves de sus casas, en una verdadera pesadilla. Esa mañana del 9 de octubre de 2019, el sargento Javier Mauricio Gómez y el ayudante Juan Alberto Zapata emprendieron una persecución contra Pérez. Iban en el móvil policial N° 647, perteneciente a la Comisaría Octava, cunado, a metros de la intersección de las calles Los Algarrobos y Furquez, detuvieron la marcha del vehículo, Gómez se bajó y con su 9 milímetros reglamentaria disparó: la bala atravesó el cráneo del perseguido, que murió en el lugar. LP: ¿Iván robaba para drogarse? RC: Sí, me decía que la droga era más fuerte que él. Entró varias veces a la Policía por robos. Cada vez que él se iba, yo no dormía en toda la noche, siempre esperaba que me golpee la puerta. Por ahí me amanecía esperándolo, siempre con ese miedo. LP: ¿Alguna vez pensaste en que esto iba a terminar como terminó? RC: Tenía miedo, pero de la Policía no me lo esperaba. Él nunca los agredió. LP: ¿Sabés por qué lo perseguían ese día? RC: No, sé lo que salió en el diario, no más. Pero a mí no me informaron nada. LP: ¿Al sargento Gómez lo conocías? RC: Sí, de vista. Porque antes de venirnos al Molinari alquilaba cerca de su casa, en el barrio Pereda. Y unos días antes de que pasara lo de Iván, yo estaba en la salita, porque me tenía que hacer unos análisis, y él pasó a buscar unos guantes, me acuerdo. LP: ¿Cómo es la vida después del asesinato de un hijo? RC: Es una carga de mucho dolor. Trato de estar bien por mi bebé, que tiene un año y dos meses y me necesita. Pero no es fácil. A veces, a la noche espero que Iván me golpee la puerta o la ventana. LP: ¿Y del juicio que esperás? RC: Espero que se haga justicia, que sean justos a la hora de juzgarlo, porque yo, que estuve ahí, te puedo decir que es más que claro que fue un asesinato. O sea, yo me doy cuenta de eso. El policía debe ser juzgado por lo que hizo. La palabra del jefe de Policía, al otro día del asesinato: Testigo clave cierra el primer día del juicio: ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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