
Aunque suele ser uno de los ejemplos recurrentes del gobierno municipal en la defensa de la opción agroecológica, el productor marcó diferencias tajantes con las formas de abordar y legislar la temática. "El Estado fomentó un sistema durante 20 años y de un mes para el otro cambió las reglas del juego", cuestionó.
Como tantos otros temas en el país, la manera de producir en el campo divide a buena parte de la sociedad: los buenos de un lado y los malos del otro. Dependiendo, claro, de quien cuente la historia. Pero, también como en todos los casos, las verdades son relativas y generalmente se alejan de los blancos y negros planteados de antemano como opciones ineludibles.
Un claro y actual ejemplo es lo que ocurre con la agroecología en Gualeguaychú, donde el gobierno local planteó la necesidad de dejar atrás el modelo desarrollado en los últimos 20 años -sustentado por el monocultivo de la soja y la efectividad de los agroquímicos- y empezar a recorrer un camino más amigable con la salud y el medio ambiente.
A la prohibición del Glifosato le siguió la ordenanza que establece un mayor poder de policía de la Municipalidad en la aplicación de agroquímicos en los campos que se encuentran dentro del ejido de Gualeguaychú. Y se planteó como alternativa el modelo agroecológico. Ambas medidas se sustentaron en la mayoría automática que tiene el oficialismo en el Concejo Deliberante, con la resistencia tanto de la oposición política como de las asociaciones que agrupan a los productores.
La experiencia agroecológica
En más de una ocasión desde el gobierno se tomó como referencia la experiencia de Juan Pablo Oppen, el arquitecto y corredor inmobiliario que después de 19 años de oficina decidió hacer un cambio de 180 grados en su vida y se internó en el campo para comenzar a recorrer el camino de la producción sin agroquímicos.
El ahora productor pasó por ElDía desde Cero, y si bien defendió la agroecología como modelo a seguir tomó distancia de la manera elegida por el Municipio para trazar el rumbo del sector.
"Estamos pasando de ser arrendatarios de campos de productores de granos a ser productores de carne", explicó sobre su situación actual.
"Hay que tener en cuenta que el campo viene de sufrir 15 o 18 años, en los que se le ha tirado con cualquier tipo de agroquímico, situación de la que uno es responsable también por no controlar lo que se estaba haciendo", reconoció, al tiempo que hizo hincapié en el tiempo que lleva reconvertirse de un proceso a otro.
"Muchos productores que tenían algunas vacas y les iba más o menos bien, de repente -con el aumento exorbitante del precio internacional de la soja experimentado la década pasada- se encontraron que podían tener la plata que en su vida se habían imaginado siendo rentistas. El tema es que eso no dura para siempre, el campo se desgata, la carga impositiva sigue siendo la misma o es más alta, y al bajar el precio de la soja el negocio empezó a no cerrar. Por lo que muchos se encontraron sin capital para reconvertirse", expresó sobre la historia reciente de miles de productores del país.
Pero el caso de Oppen tiene particularidades, las que lo hacen más viable al de quienes se oponen al cambio planteado por el gobierno. "En nuestro caso, la mitad del campo es monte, por lo que siempre tuvimos vacas, y la otra mitad, que es agrícola, la tuvimos arrendada hasta hace poco más de tres años. Cuando tomamos la decisión de convertirnos a la ganadería totalmente teníamos la materia prima para poder arrancar", explicó.
"Desde ese momento estamos transitando hacia la ganadería sin utilizar insumos químicos, y aun así no hemos podido ocupar la totalidad del campo. Es un proceso lento, cada año vamos tomando más superficie agrícola y la vamos pasando a la ganadería", contó el productor, al tiempo que explicó que "la transición que estamos pudiendo hacer voluntariamente es porque estamos fuera del ejido de Gualeguaychú".
Ni blanco, ni negro
Proceso es una palabra recurrente en el discurso de Oppen, y toda una definición. Por convencimiento, está a favor de "todo lo que sea producir sin veneno y sin químicos", pero toma distancia de la manera en que avanzó sobre el tema la Municipalidad.
"Creo que hay situaciones y tiempos para aplicar este tipo de normativa. Yo llevo tres años y seguimos en la transición, me imagino la compleja situación del productor que de un mes para el otro supo que no iba a poder producir más de la manera que lo venía haciendo y que el Estado había fomentado durante 20 años", expresó en este sentido.
"La mía fue una transición muy afortunada, pero fue injusta para el productor que está dentro del ejido. El objetivo es bueno, debemos producir y comer alimentos sanos, pero hay que transitar un proceso que es complejo", sintetizó.
El enojo como componente político
Desde la Mesa de Enlace se cuestionó el destrato por el que, según se sostuvo desde la entidad, fueron sometidos por parte del Municipio durante la discusión de la prohibición del Glifosato, primero, y en la de la regulación de todos los agroquímicos utilizados en el ejido de la ciudad, después.
Aunque desde otra posición ideológica y conceptual, el productor agroecológico de Gualeguaychú coincidió con sus pares más críticos de las disposiciones oficiales en que el Ejecutivo dejó pasar una buena oportunidad para avanzar conjuntamente hacia el nuevo modelo productivo.
"No hubo formación. Y si bien hay cuatro o cinco ingenieros agrónomos muy jóvenes, con una muy buena formación teórica, pero les falta experiencia de campo, como a todos (en la agroecología)", apuntó Oppen al ser consultado por el tratamiento previo a las últimas legislaciones, al tiempo que marcó que "algo se quebró" entre las partes, lo que ahora resulta un escollo para convocar a los productores.
"No es lo mismo el caso del productor que está cerca del Parque Industrial al del que está por el Puente Internacional. Creo que no se atendió esas diferencias, o las que plantean los productores que están en cercanías de las escuelas. Si se hubiesen atendido estas cuestiones creo que ya se habrían sumado varios productores a la agroecología", sintetizó.
Ventajas y escollos
Más allá de las diferencias de forma con el gobierno municipal, Juan Pablo Oppen es claro en su defensa del modelo. En este sentido, sobre la decisión de volcarse a la agroecología, contó: "Lo hicimos convencidos. Cuando empecé a comparar uno y otro proceso, me di cuenta que si bien podía llegar a tener menor productividad, el gasto también sería menor. Y creo que es el camino para recuperar la tierra que estaba en muy mal estado".
"Una de las primeras medidas que tomamos fue alejar la parte agrícola de los arroyos. Ahora tenemos la tranquilidad de que estamos volcando menos químicos al agua", graficó, aunque aclaró que prefiere limitarse a hablar del camino que le tocó transitar: "mi experiencia es ganadera y no la del productor de granos, sería atrevido de mi parte hablar de algo que no conozco", explicó, asumiendo que si bien es el camino, todavía resta mucho por conocer, aprender y avanzar en el desarrollo agroecológico.