Filipinas o la furia de la naturaleza
El tifón que devastó Filipina dejó miles de muertos y desparecidos. Semejante arrebato de cólera meteorológica tiene explicaciones disímiles, de acuerdo al sistema de interpretación que se use.Los antropólogos cuentan que en el pueblo filipino existe un sincretismo religioso, producto de la fusión de elementos americanos y europeos, ocurrida tras la conquista española.Aunque en el archipiélago predomina el catolicismo, aún persiste cierto animismo, creencia propia de las culturas pretéritas que personifica los eventos cómicos. El cielo, las nubes, el mar y el viento, son seres "con intenciones" como nosotros, o que actúan con nuestra lógica o forma de pensar.En la concepción animista del mundo, el hombre se siente participante e implicado en los sucesos de la naturaleza, cuya imagen se asemeja a la presencia humana. De esta manera, un terremoto o una tormenta tropical destructivos, ¿no expresan la cólera de los elementos?¿Cómo se concibe en la mentalidad de los filipinos la impiedad de Ahiyan, el supertifón que devastó el país, dejando muerte y desolación a su paso? ¿Cómo se resignifica, en clave sincrética, esta catástrofe natural, la peor en la historia reciente de Filipinas?¿Está "enojada" la naturaleza y entonces se venga de los humanos desatando lo peor? Es significativo, al respecto, que los tifones, huracanes y ciclones, como otros fenómenos meteorológicos, tengan nombre.Son los propios meteorólogos, emergentes de la cultura científica, quienes caracterizan con nombres de personas a estos fenómenos. De esta manera, según se explica, facilitan la comunicación entre ellos y el público en general en caso de peligro.¿Pero identificar un elemento de la naturaleza, bautizándolo con un nombre de mujer o de hombre, no es una forma de dotarlo de intenciones, como hacía el viejo animismo? ¿Hay que hablar, entonces, de la furia de Ahiyan?Lejos de las explicaciones míticas de los desastres naturales, de las lecturas sincréticas del religioso pueblo filipino, los científicos tienen su propio modo de decodificar este tipo de eventos.En el caso específico de Filipinas, Ahiyan no es ajeno a la particular geografía de este territorio repartido en más de 700 islas, enclavado en el noroeste del Pacífico, precisamente en medio de la principal autopista que recorren los peores tifones del planeta.Filipinas es un país también golpeado por los terremotos. Y la explicación científica es que los cimientos del archipiélago están anclados en el llamado "anillo de fuego", el sector del mundo que sufre mayor actividad volcánica y geológica.En este contexto geográfico, dicen los especialistas, es lógica la ocurrencia de fenómenos de este tipo, que se convierten en mortíferos cuando está de por medio la vida humana.Producto de intenciones sobrenaturales o puramente naturales y lógicas, la conducta de la naturaleza, en suma, desafía la comprensión humana. Sobre todo cuando los eventos dañan el destino de los hombres, como en el caso de Filipinas.En realidad, las hambrunas, el crimen, los cataclismos naturales, las enfermedades, y todo el catálogo de miserias que cabría imaginarse, han interpelado siempre al hombre en todos los tiempos.Ante la imposibilidad de entender estas tragedias humanas el estoico Lucio Séneca (4 a.C. - 65 d.C.) enseñaba: "Todas las obras de los mortales están condenadas a morir, vivimos en medio de cosas perecederas. Has nacido mortal, has parido mortales. Piensa en esto. Espéralo".
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