EFECTO PANDEMIA Y COMIENZO DE UN NUEVO CAPÍTULO
Final de una etapa: Walter vende su histórico carrito de calle Rocamora
El "Carrito de Walter" está desde hace un cuarto de siglo en la esquina de Rocamora y Andrade. Y desde siempre su dueño fue el anfitrión de generaciones que iban por una rica hamburguesa o un exquisito súper pancho a la hora de la cena o a la salida del boliche. Lugar de encuentro históricos y anécdotas desopilantes, ahora busca cambiar de dueño, pero también continuar la mística como si fuera un legado.
Por Amílcar Nani Se llama Walter Gómez, pero como todas las leyendas, perdió el apellido en el camino. Todos lo conocen simplemente por su nombre, y el mismo es sinónimo de placeres basados en comidas exprés y minutas, sobre todo de madrugada, luego de una noche de baile, festejos y quizás, en algunos casos, excesos. El "Carrito de Walter" fue, a lo largo de 25 años, un punto de reunión predilecto cuando la música se apagaba en los boliches, cuando la noche ya no daba para nada más, aunque aún quedaba tiempo para una hamburguesa o un pancho, que servía entre una mezcla de tentempié y desayuno. Pero también su significante remite a cenas de pie, al aire libre, saboreando algún sánguche en la histórica esquina de Rocamora y Andrade. Y siempre, siempre, pero siempre, todas esas delicias fueron hechas por la mano de él, la de Walter, que tras un cuarto de siglo decidió decir basta y comenzar una nueva etapa en su vida. "Son muchos los recuerdos y fue tanta gente que pasó que a veces me duele en el alma tener que dejar el carrito. Yo tengo diabetes, tomo dos pastillas por día y soy paciente de riesgo. Por eso lo vendo. Y lo hago con marca y todo, por eso recalco que detrás de este emprendimiento hay 25 años de trayectoria. Durante todo este tiempo hubo personas que me contaron historias increíbles, como que se enteraron en el carrito que iban a ser padres, o pibes que al día de hoy regresan y me cuentan que se hicieron de novio mientras comían un pancho que yo había hecho", rememora con emoción la cara del histórico carrito en una charla con ElDía. "Si yo me pusiera a contar todas las historias no terminaría nunca más. Hubo pibes que medio borrachos se iban sin pagar por estar medios abombados cuando salían de Garage o La Base -dos míticos boliches de Gualeguaychú que estuvieron en Rocamora y Bolivar- o de Bárbaro, que estaba en Maipú y Bolivar, y que después volvían y me pagaban otro día. 'Perdoname, Walter, me olvidé de pagarte el pancho', me dijeron mil veces, porque no importaba si se iban sin pagar, porque la gente siempre volvía", cuenta con una sonrisa. "Lo mismo que en la época del carnaval, durante el verano. Hasta el día de hoy, muchos salen del corsódromo a las dos o tres de la mañana y terminan comiendo en mi carrito. Y eso que hay como 15 carritos antes que el mío, pero me seguían eligiendo. Y eso es impagable. Por ahí en el momento no te das cuenta, hasta que pasa esto, el fin de una etapa, y me doy cuenta de la importancia todo lo que he hecho bien durante todos estos años". Lo cierto es que Walter empezó con su puesto de comida callejera a mediados de los '90, en una Gualeguaychú muy diferente a la actual, en donde todos se conocían entre todos un poco más. Y Walter no sólo que no era la excepción sino que era -y sigue siendo- un referente en lo suyo, por lo que el mote de "conocido" lo excede. "Yo llego al carrito, inclusive ahora, con la edad que tengo, y me vuelvo a sentir como si tuviera 20 años, y es la gente también la que te lo hace saber o sentir", reflexiona con cierta mística. El "Carrito de Walter" resistió embistes de todo tipo: los cinco presidentes en una semana, la época de los federales y las interminables crisis económicas que se viven en Argentina. Sin embargo, la pandemia le dio una especie de estocada que lo dejó al borde de KO. "Con 46 años y siendo diabético no puedo seguir exponiéndome así. Además, ya estoy en otra etapa de mi vida, donde ya no puedo andar trasnochando. Ahora quiero despertarme temprano y disfrutar de mi nena de 7 años. Ya me perdí mucho de mis otros hijos mayores, por eso creo que es hora de hacer un cambio", explicó a ElDía. "Todo lo que yo logré es porque siempre brindé lo mejor de mi y la gente lo supo reconocer. El 'Carrito de Walter' no es sólo un lugar de comida al paso. No, es un punto de reunión, es un lugar de encuentros, es un sitio que lleva a la nostalgia de los buenos tiempos, de volver por un rato a cuando éramos más jóvenes. Por eso, el que continúe con eso, que sepa que no es sólo un remolque para hacer comida, sino que también se va a llevar todo ese capital que se logró durante 25 años de mucho trabajo", concluyó.
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