Generación esquiva para los políticos

Pasó la época del votante cautivo. Ya no se elige por tradición. Menos susceptible a las manipulaciones, la sociedad se revela autónoma respecto del sistema político. Sobre todo los más jóvenes. Eso dijo el analista de opinión Jorge Giacobbe, durante su exposición en la Sociedad Rural Gualeguaychú. Por Marcelo Lorenzo El devenir político de Argentina está marcado por una sociedad que ya no sigue mandatos ideológicos familiares, ni tradiciones partidarias. Lejos del comité o de la unidad básica, y de las viejas lealtades a personajes históricos y banderas legendarias, el voto se ha independizado.Más pragmático y celoso de sus intereses individuales, el elector argentino ha mutado su demanda en las últimas décadas, de suerte que "lo que antes parecía razonable ahora no lo es", al tiempo que tiene una vara distinta para medir a su dirigencia.Esos rasgos trazó durante su exposición en la Sociedad Rural Gualeguaychú, el pasado 6 de septiembre, el titular de Giacobbe & Asociados Opinión Pública SA., que se dedica a consultoría política y a investigar lo que opina el público sobre distintos temas.El experto -que vaticinó que en las elecciones legislativas de octubre la sociedad votará de forma similar a como lo hizo en agosto en las PASO- , explicó que el caudal electoral propio, fijo, estable, con el que contaban en el pasado los partidos políticos, se está evaporando."La escala de los dirigentes que conformaban al votante hace 15 años, hoy ya no lo conforman. Eso no es culpa de los dirigentes, sino del crecimiento terrible, impresionante, y muy valioso, que ha tenido la sociedad argentina, en términos de calidad de demanda", señaló.Los partidos tradicionales como el peronismo y el radicalismo, explicó, hacen esfuerzos por adaptarse a este cambio de tendencia. El descrédito de estas estructuras obedece en parte al retroceso relativo de la economía del país en las últimas décadas."Este país tenía 75% de clase media, 6% de pobres y 4% de desocupados en el año 1975. Treinta años después había 60 % de pobres. Desde entonces quedó clarísimo que los partidos políticos tradicionales de la Argentina no eran una herramienta suficiente para proveer el nivel de dignidad y protección que la sociedad necesitaba", sostuvo el disertante.Para el politólogo entró en declive el llamado "voto cautivo". La adhesión cuasi-religiosa a un partido, por motivos de situación de clase, de adhesión ideológica o personal a un líder, o por tradición familiar, es algo que está perdiendo predicamento, resaltó. Teoría del chupete "A nosotros, a los de nuestra generación, nos ponían el chupete y ya sabíamos a quien debíamos votar", refirió Giacobbe al comentar al atavismo político que reinó en Argentina en el pasado.De lo que se trataba era de imitar costumbres políticas, una tendencia que se correspondía a un modelo vertical y paternalista de la sociedad. "Entonces la mujer le preguntaba al marido por quién votar, y los hijos hacían lo mismo. Y por eso existían la unidad básica y el comité. Ahí se le hacía el bocho al hombre. Y éste a su vez colonizaba la casa. Era un sistema de polea de transmisión perfecto", graficó.Pero en un momento determinado la sociedad, menos proclive a asumir los caracteres de los antepasados, establece una ruptura con esta cultura. "Las mujeres rompen su vínculo con el mandato del hombre, y dejan de preguntar por quién votar. Los hijos hacen lo mismo: no preguntan a sus padres sobre qué hacer en el cuarto oscuro", explicó.Y acotó: "Entonces declinan la influencia del cuadro de Perón y la marcha peronista. Declinan la influencia del cuadro de Irigoyen y la marcha radical. Estas cosas ya no funcionan para organizar el voto. El modelo que llevaba a votar a las personas como ganado se rompió".Las nuevas generaciones son menos susceptibles de manipulación. "A ellos ya no les ponemos el chupete. Ninguno de nuestros hijos supo a la hora de nacer qué tenía que votar de por vida. Con ellos no va más aquello de 'meté la boleta, no hagás preguntas'", aclaró. Elector pasado de moda Giacobbe comentó una anécdota familiar para ilustrar al elector del pasado. "Pertenezco a una familia modesta. Cuando tenía 8 años había llegado la televisión a casa. Un día la veo a mi mamá en la mesa del living mirando la TV y llorando. Había una persona hablando por televisión, después supe que era Balbín. '¿Mamá, qué dice?', le pregunté. Y ella me contestó: 'no sé, ¡pero que lindo habla!'".Según el politólogo, el votante tradicional estaba atado a la costumbre. "Pertenecer a una estructura no significaba entender. Había que seguir al líder según la recomendación del padre", señaló al aclarar que los errores de estos años no son exclusiva culpa de la dirigencia.El disertante comentó que hay algunas provincias donde todavía "vive la Argentina de hace 35 años". Dirigiéndose al público, Giacobbe sostuvo: "Si quieren ver de manera patética cómo funciona este modelo los invitaría a visitar Corrientes. Allí yo toco el timbre de una casa y sale una señora. Al explicarle que es por una encuesta, me dice que espere que le va a preguntar a su marido qué decir", relató.Este elector, entre otras características, se ufanaba de pertenecer a un grupo político de por vida. "A nosotros, a los de mi generación, nos encantaba ponernos en el corral. Era una virtud decir que siempre fuimos los mismos, que no cambiábamos. Y desde ahí, curiosamente, pedíamos que el país cambiara. ¿Cómo pretendíamos que cambiara, si no queríamos cambiar nosotros?", reflexionó. La ley del deseo Las nuevas generaciones siguen sus inclinaciones sin preguntarle a nadie qué hacer. "Son nuestros hijos, a los que no les pusimos el chupete", comentó el politólogo, al identificar a los menores de 30 años, que representan casi el 34% del padrón electoral.Estos muchachos y chicas, según dijo, están llamados a "modificar radicalmente la calidad de la política", y esto porque "no le deben nada a nadie", y además "no hay marcha ni cuadro que los convoque", ningún formato antiguo los obliga, y a la hora de votar siguen su deseo.Es un "tipo libre", que premia y castiga con el voto, y al cual "el político no puede manipular". Es esta generación la que está liderando la "voluntad electoral" de la Argentina."Son absolutamente imprevisibles para los políticos, son el azote de las encuestas, el único sector que se nos mueve, que no contesta su pertenencia: si es radical, peronista, socialista o comunista", describió.Según explicó, no se puede entender la política contemporánea, en el país y en el mundo, sin aludir al concepto de generación como unidad de análisis. Esa idea remite a un grupo etario que posee ciertos rasgos típicos que los diferencia decisivamente de los anteriores.Los integrantes de una generación suelen tener puntos de vista muy distintos respecto de lo que piensan los grupos antecesores, con los cuales incluso pueden enfrentarse como antagonistas.La aceleración del ritmo histórico, sostuvo Giacobbe, obedece entre otras razones a que se han agudizados las diferencias que dividen a las generaciones humanas. Hoy el corte entre un grupo y otro requiere de menos años."Hoy una generación se divide en el mundo 7 años por el avance científico tecnológico", sostuvo al explicar que los más jóvenes hablan el lenguaje de la nueva cultura digital.Y son ellos los que están protagonizando, en alianza con las tecnologías de la comunicación, protestas globales que han puesto en jaque, por ejemplo en Medio Oriente, a viejas autocracias políticas. Los '70 en el banquillo Giacobbe trazó un juicio severo de la generación de los '70 -de la cual dijo formar parte- por su opción preferencial por la violencia. "Nosotros somos esa generación que puso las bolas y no la cabeza", censuró.En contraposición la actual sociedad, dijo, "pone la cabeza y no las bolas". En su opinión, en los '70 se cometieron muchos errores que hoy se están pagando:"Muchas sillas de domingo vacías hace muchos años. Muchos padres sin hijos, muchos hijos sin padres, muchos abuelos sin nietos, muchos nietos sin abuelos. Y el hecho de llenar de pobres un país de clase media".El tipo humano dominante de los '70, describió, tenía que ver con el fanático, es decir el "enceguecido al servicio de una causa, que seguía un dogma que escribían otros, y de esta manera evitaba pensar por sí mismo".Según Giacobbe, todavía persisten estos personajes "dueños de la verdad", aquel sujeto que se considera "infalible", el sabelotodo, el "tipo que siempre acierta", sólo interesado en imponer su criterio en lugar de escuchar al otro."Este tipo fue presidente de uniforme, de civil, de izquierda y de derecha", indicó tras recordar que la ideología imperante en la época llevó a mucha gente, que actuó en política, a pensar que "había que eliminar al que pensara distinto"."Todavía escucho mucha gente de mi edad que cree saber todo", afirmó el disertante luego de aclarar que el "corte psicológico" con la nueva generación, consiste justamente en que los jóvenes desaprueban al "infalible".El fanatismo es lo contrario de la inteligencia, destacó el politólogo: "Un fanático, un tipo que tiene todas las respuestas, que no tiene ninguna pregunta que hacerse, que siempre tiene claro todo, ése no necesita hacer funcionar la cabeza. Ése no es inteligente, seguro".La intolerancia, rasgo característico de los '70, incluso se ve en aquellos adultos que peinan canas que en la tribuna de las canchas de fútbol, acompañados de sus hijos, "le gritan al equipo vencido y goleado 'hijos nuestros'", graficó. Dejar de pelear "No hay que tenerle miedo a los jóvenes. Creo que más bien ellos deberían tener miedo de nosotros. Ellos no nos hicieron nada todavía. Nosotros les dejamos esta bobina para desarmar", señalo Giacobbe.El desafío de la Argentina hacia delante, sostuvo, tiene que ver con alcanzar un modelo de desarrollo, para lo cual serán importantes la educación, la energía y la tecnología.Para enfrentar este reto del desarrollo "tenemos que lograr un sistema de convivencia que deje atrás la trinchera de la lucha y se abra al diálogo entre nosotros", indicó.Y añadió: "Pareciera que para un segmento de la política el problema de los argentinos son los argentinos. Estamos siempre en guerra contra los argentinos. Siempre persiguiendo al grupo interno, sea periodístico, productivo, judicial. Siempre estamos inventando un enemigo interno".El analista destacó: "Creo que hay que parar la guerra interna. Y la guerra interna se para pensando, juntándose, poniéndose de acuerdo. Algo que podrían hacer nuestros hijos". La oportunidad En otra parte de su exposición, Giacobbe destacó las extraordinarias posibilidades del país y la región, a partir de la demanda de alimentos y de materias primas de la economía mundial, en un contexto de crecimiento demográfico."América del Sur tiene una oportunidad increíble, como no tuvo nunca", señaló al indicar que se suman al planeta millones de personas por año, a las cuales hay que alimentar."El mundo mira a Sudamérica. En todos los seminarios internacionales que hay en el planeta dicen que el mundo para sobrevivir necesita espacio, agua y alimentos, cosas que tienen en abundancia tanto Brasil como Argentina", precisó.Según dijo, el mundo desarrollado no cuenta con los recursos que hay en nuestra región, que aparece entonces como un sitio de futuro. "El mundo viene por alimentos, espacio y agua. Esto va a ser lo esencial para poder alimentar a las grandes masas del planeta", indicó.Argentina, en este escenario mundial, se puede convertir en gran productora de agro alimentos, y empezar un ciclo de prosperidad para su población, reveló. Ficha técnicaJorge Giacobbe, analista de opinión pública y consultor político, expuso en la Sociedad Rural Gualeguaychú sobre "Aactualidad política y economía". Esto en el marco de la ExpoSur Entrerriano 2013.Con estudios en Economía y Derecho, Giacobbe se dedica desde 1992 a la consultoría política. En la actividad privada presidió JIM Publicidad (vía pública) y Consultora Imagen SA.Fue presidente del directorio del Diario La Calle (Río Cuarto, Córdoba), y de EMCOMAT SA., y socio gerente de la Consultora Germano & Giacobbe SRL.En el ámbito público fue Subgerente de Resguardo Patrimonial de YPF (1984-87) y Auditor de la Comisión Revisora de Cuentas de las Empresas del Estado del Honorable Senado de la Nación (1975-1976).Es miembro del Consejo Asesor de Poder Ciudadano, sociedad civil que promueve acciones de control ciudadano contra la corrupción, el monitoreo de instituciones, y el fortalecimiento de la educación y participación ciudadana. Giacobbe, además, es fundador de Consenso de Argentina y de El Club del Puente.También es coautor del libro 'Trastienda de una Elección' (Fundación Konrad Adenauer), fue editor del libro 'Marketing Político' de Carlos Guzmán Heredia, y prologuista del libro 'Prensa y Comunicación', de Adriana Amado Suárez. Y desde 1992 publica artículos en medios periodísticos nacionales e internacionales.
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