Gobierno de Leyes, no de hombres
Hace rato que aquí no hablamos de República. En el país, tampoco. Y dado que se agrava la declinación del Poder Legislativo, hoy venimos con este pilar fundamental.
[email protected] EL ORIGEN
En el funcionamiento armónico de la Democracia Republicana, la centralidad de la Ley está en sus orígenes. En Atenas, el pueblo mismo votaba las leyes; Roma instituyó el Senado. Después, con el feudalismo y las monarquías absolutas, todo atisbo de república quedó sepultado. Y al renacer, fue precisamente la facultad de legislar, la que los reyes empezaron a ceder, con diferentes características para cada país: en Inglaterra fueron los nobles y no el pueblo, quienes le impusieron a Juan Sin Tierra la Carta Magna en 1215; allí el proceso fue gradual. En Francia fue brutal y repentino, con la revolución de 1789, aunque tuvo recaídas. En España, las cortes aprobaron en Cádiz su primera constitución -1812- que no llegó a aplicarse. Tras siglos de lucha, los pueblos arrebataron a los reyes la soberanía que detentaban, y ello se plasmó a través de la Ley como expresión de la voluntad general, por medio de sus representantes. Las primeras facultades cedidas por a los reyes, eran las de establecer impuestos a la población; con ello nació el principio de legalidad: no hay impuesto sin ley. Y dado que el poder, como otras apetencias humanas, tiende a expandirse, era previsible que los legisladores -aún elegidos por el pueblo- pudieran también avasallar las libertades. Entonces, las constituciones empezaron a ponerles límites por sobre los cuales las leyes no podrían avanzar. O sea, el último resguardo del ciudadano: por eso, el ex juez Julio Cruciani repetía que la Constitución es la voz de los que no tienen voz.
BALANZA EN EQUILIBRIO
¿Pero acaso la sujeción a la Ley no limita la libertad individual? Sí, pero precisamente para hacerla practicable; porque si todos fuéramos totalmente libres, la ausencia de orden nos regresaría a la ley de la selva, la del más fuerte. Por eso cada uno, cediendo una parte de su libertad, contribuye a instituir una autoridad que en nombre de todos asegure el orden y en ese marco, poder disfrutar en justicia y seguridad, el remanente de libertad que se ha reservado. El concepto no es nuevo: lo expresó Cicerón hace 2000 años con una certera paradoja: somos siervos de la Ley, a fin de poder ser libres.Así, de un lado están las libertades ciudadanas y del otro, las facultades de los gobiernos. Son términos correlativos como los platos de una balanza; todo radica en encontrar el punto de equilibrio y eso se hace por medio de las constituciones. Pero hay diferencias: en las democracias republicanas se parte del hombre, concebido como ser libre. Y para garantizarlo, se establecen límites al poder. De ese principio surgen conceptos simétricos: los gobiernos sólo pueden hacer aquello que expresamente les está asignado, por medio de normas claras y taxativas. En nuestra Constitución, p. ej., los arts. 75 y 99 para los poderes legislativo y ejecutivo respectivamente.Para el ciudadano, juega el principio opuesto: salvo lo que le está expresamente prohibido, puede hacer todo lo demás. Es el art. 19: nadie esta obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe. En los países autoritarios, estos principios se conciben al revés: el gobierno puede hacer todo lo que quiera y el ciudadano, sólo lo que aquel le permite.
UN PLATILLO INCLINADO
En la Democracia Republicana, la ley se constituye en el marco por donde transitan las relaciones entre los habitantes y entre éstos con su gobierno. Su obligatoriedad comprende tanto a gobernantes como a gobernados y obviamente, a los jueces que las aplican. Es el Estado de Derecho que nos comprende a todos, bajo la brújula de la Constitución, condición esencial para que una nación avance. La Historia lo confirma. En Estados Unidos la Constitución nació casi junto con la Independencia y desde entonces, nunca dejaron de evolucionar. Nosotros, por demorarnos cuatro décadas, tuvimos un largo ciclo de atraso. A partir de la Constitución de 1853-60, nuestro país empezó a desarrollarse y llegamos a ser una de las primeras economías del mundo. En 1930 comenzamos un largo período de interrupciones institucionales y con ello, el declive. En 1983 recuperamos la Democracia, pero no la vigencia plena de la Constitución.Al contrario: hace 80 años que el sabio equilibrio de 1853 se venía alterando. Primero fue el federalismo, que al desvirtuarse, viabilizó la concentración del poder. Con ello, la apetencia de los gobernantes comenzó a desbordar y su voluntad, a colocarse por encima de las leyes. Ahí se derrumba el principio: gobierno de leyes, no de hombres. Que es fundamental: si éste cae, las leyes y el oden jurídico están demás y se abre paso a la arbitrariedad; no hay Estado.No les alcanzó y empezaron a sentirse proscriptos (!) por la Constitución que hicieron reformar, ampliando los poderes del ejecutivo, a expensas del legislativo. Con metástasis a las provincias.
ECLIPSE DAÑOSO
En teoría, las leyes están vigentes y nuestra Carta Magna sigue rigiendo. En la práctica, la ambición de poder de los gobernantes se las ha llevado por delante.Acá, el Poder Legislativo, que originariamente los señores primero, y la soberanía popular después, arrancaron a los poderosos, viene cediendo tanto, que estamos mansamente volviendo a la monarquía.En los países donde impera la Ley, todo es orden, los gobiernos cumplen su mandato con eficiencia y sin protagonismo. ¿Alguien sabe, p. ej. quién es el gobernante en Suiza? Acá es al revés: hasta un niño de los primeros grados sabe quién es nuestro Presidente. Pero ni el más culto de los ciudadanos entrerrianos está en condiciones de nombrar sus nueve legisladores nacionales. Algo significa. Y como esta deformación tiende a agravarse, hiriendo de muerte a la República, sólo dejamos planteados estos conceptos previos. Que no son nuevos, son los que nos enseñaban en Instrucción Cívica desde la escuela primaria. Pero en estos 25 años de Democracia, suprimieron la materia y sus valiosos contenidos. Es lo que modestamente, en esta columna, tratamos de suplir. Seguiremos con el tema.Hasta el Domingo que viene. Si Dios quiere.
[email protected] EL ORIGEN
En el funcionamiento armónico de la Democracia Republicana, la centralidad de la Ley está en sus orígenes. En Atenas, el pueblo mismo votaba las leyes; Roma instituyó el Senado. Después, con el feudalismo y las monarquías absolutas, todo atisbo de república quedó sepultado. Y al renacer, fue precisamente la facultad de legislar, la que los reyes empezaron a ceder, con diferentes características para cada país: en Inglaterra fueron los nobles y no el pueblo, quienes le impusieron a Juan Sin Tierra la Carta Magna en 1215; allí el proceso fue gradual. En Francia fue brutal y repentino, con la revolución de 1789, aunque tuvo recaídas. En España, las cortes aprobaron en Cádiz su primera constitución -1812- que no llegó a aplicarse. Tras siglos de lucha, los pueblos arrebataron a los reyes la soberanía que detentaban, y ello se plasmó a través de la Ley como expresión de la voluntad general, por medio de sus representantes. Las primeras facultades cedidas por a los reyes, eran las de establecer impuestos a la población; con ello nació el principio de legalidad: no hay impuesto sin ley. Y dado que el poder, como otras apetencias humanas, tiende a expandirse, era previsible que los legisladores -aún elegidos por el pueblo- pudieran también avasallar las libertades. Entonces, las constituciones empezaron a ponerles límites por sobre los cuales las leyes no podrían avanzar. O sea, el último resguardo del ciudadano: por eso, el ex juez Julio Cruciani repetía que la Constitución es la voz de los que no tienen voz.
BALANZA EN EQUILIBRIO
¿Pero acaso la sujeción a la Ley no limita la libertad individual? Sí, pero precisamente para hacerla practicable; porque si todos fuéramos totalmente libres, la ausencia de orden nos regresaría a la ley de la selva, la del más fuerte. Por eso cada uno, cediendo una parte de su libertad, contribuye a instituir una autoridad que en nombre de todos asegure el orden y en ese marco, poder disfrutar en justicia y seguridad, el remanente de libertad que se ha reservado. El concepto no es nuevo: lo expresó Cicerón hace 2000 años con una certera paradoja: somos siervos de la Ley, a fin de poder ser libres.Así, de un lado están las libertades ciudadanas y del otro, las facultades de los gobiernos. Son términos correlativos como los platos de una balanza; todo radica en encontrar el punto de equilibrio y eso se hace por medio de las constituciones. Pero hay diferencias: en las democracias republicanas se parte del hombre, concebido como ser libre. Y para garantizarlo, se establecen límites al poder. De ese principio surgen conceptos simétricos: los gobiernos sólo pueden hacer aquello que expresamente les está asignado, por medio de normas claras y taxativas. En nuestra Constitución, p. ej., los arts. 75 y 99 para los poderes legislativo y ejecutivo respectivamente.Para el ciudadano, juega el principio opuesto: salvo lo que le está expresamente prohibido, puede hacer todo lo demás. Es el art. 19: nadie esta obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe. En los países autoritarios, estos principios se conciben al revés: el gobierno puede hacer todo lo que quiera y el ciudadano, sólo lo que aquel le permite.
UN PLATILLO INCLINADO
En la Democracia Republicana, la ley se constituye en el marco por donde transitan las relaciones entre los habitantes y entre éstos con su gobierno. Su obligatoriedad comprende tanto a gobernantes como a gobernados y obviamente, a los jueces que las aplican. Es el Estado de Derecho que nos comprende a todos, bajo la brújula de la Constitución, condición esencial para que una nación avance. La Historia lo confirma. En Estados Unidos la Constitución nació casi junto con la Independencia y desde entonces, nunca dejaron de evolucionar. Nosotros, por demorarnos cuatro décadas, tuvimos un largo ciclo de atraso. A partir de la Constitución de 1853-60, nuestro país empezó a desarrollarse y llegamos a ser una de las primeras economías del mundo. En 1930 comenzamos un largo período de interrupciones institucionales y con ello, el declive. En 1983 recuperamos la Democracia, pero no la vigencia plena de la Constitución.Al contrario: hace 80 años que el sabio equilibrio de 1853 se venía alterando. Primero fue el federalismo, que al desvirtuarse, viabilizó la concentración del poder. Con ello, la apetencia de los gobernantes comenzó a desbordar y su voluntad, a colocarse por encima de las leyes. Ahí se derrumba el principio: gobierno de leyes, no de hombres. Que es fundamental: si éste cae, las leyes y el oden jurídico están demás y se abre paso a la arbitrariedad; no hay Estado.No les alcanzó y empezaron a sentirse proscriptos (!) por la Constitución que hicieron reformar, ampliando los poderes del ejecutivo, a expensas del legislativo. Con metástasis a las provincias.
ECLIPSE DAÑOSO
En teoría, las leyes están vigentes y nuestra Carta Magna sigue rigiendo. En la práctica, la ambición de poder de los gobernantes se las ha llevado por delante.Acá, el Poder Legislativo, que originariamente los señores primero, y la soberanía popular después, arrancaron a los poderosos, viene cediendo tanto, que estamos mansamente volviendo a la monarquía.En los países donde impera la Ley, todo es orden, los gobiernos cumplen su mandato con eficiencia y sin protagonismo. ¿Alguien sabe, p. ej. quién es el gobernante en Suiza? Acá es al revés: hasta un niño de los primeros grados sabe quién es nuestro Presidente. Pero ni el más culto de los ciudadanos entrerrianos está en condiciones de nombrar sus nueve legisladores nacionales. Algo significa. Y como esta deformación tiende a agravarse, hiriendo de muerte a la República, sólo dejamos planteados estos conceptos previos. Que no son nuevos, son los que nos enseñaban en Instrucción Cívica desde la escuela primaria. Pero en estos 25 años de Democracia, suprimieron la materia y sus valiosos contenidos. Es lo que modestamente, en esta columna, tratamos de suplir. Seguiremos con el tema.Hasta el Domingo que viene. Si Dios quiere.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios