BOXEADOR, PERONISTA Y SIN PELOS EN LA LENGUA
Gonzalo “El Patón” Basile, en Gualeguaychú: “el deporte me hizo salir de los malos hábitos”

A los 47 años se considera un deportista activo y espera una nueva pelea. Una vez más, el mediático boxeador eligió la ciudad para pasar unos días y disfrutar del Carnaval del País. Su infancia, la relación con los Moyano, Camioneros, las drogas, el ejemplo de su papá y de su mamá, y la experiencia de El Marginal. “Los argentinos somos muchos de prejuzgar”, dice.
Luciano Peralta
Su presencia es imponente. Su metro noventaiocho de altura, la cara y el resto del cuerpo totalmente tatuado. Manos grandes, de boxeador, y una personalidad frontal. “Cómo andan muchachos”, saluda Gonzalo Basile, que llega a una de las salas de la Posada de la Ribera, donde se aloja en Gualeguaychú, acompañado por Gonzalo Santino, el más chico de sus cinco hijos.
“Cuando quieran arrancamos”, invita el controvertido boxeador que lleva en su piel el escudo del Partido Justicialista y la cara de Hugo Moyano. “Aguante Hugo!!!”, dice la leyenda que acompaña al rostro del máximo referente del gremio de Camioneros.
-¿Venís de familia peronista?
-No, nada que ver. En el 82 mi papá me llevó a la Plaza de Mayo con la boinita blanca, porque mis viejos son radicales. Yo soy peronista por mí mismo, y eso está bueno, que no te impongan, que vos puedas elegir. De adolescente empecé a entrenar en un gimnasio en el que uno de mis técnicos había sido delegado de una fábrica, me gustaba leer libros de historia y de política. Así empecé.
-¿Dónde creciste?
-En Lomas de Zamora. Vengo de una familia trabajadora, mi viejo era obrero del vidrio, mi vieja ama de casa, en ese tiempo él salía a trabajar y ella se quedaba con nosotros, nos ayudada a estudiar, a hacer la tarea. Somos cinco hermanos. Fueron muy presentes conmigo, me marcaron el camino y me enseñaron a respetar a los demás. Y eso que yo era rebelde, en la secundaria me echaron y ahí fue cuando mi papá me dijo que si no laburaba a casa no podía volver, tenía que estudiar o trabajar, eso se lo agradezco al día de hoy.
-¿Trabajaste desde temprano?
-Cuando tenía 16 años hacía changas, de peón de albañil, en una carpintería, cortaba el pasto, de todo hice. A los 17 fui papá de mi primera hija, Yanina, eso hizo que madure de golpe. Ahí fue cuando entré a trabajar a la recolección de residuos, corría atrás de los camiones, en Lomas de Zamora. Ahí empecé a militar el activismo sindical, iba a las marchas, escuchaba los debates, me gustaba.

-Y el boxeo, ¿cómo llega?
-Mi viejo siempre fue un amante del fútbol. Había hecho un equipo con los chicos que iban a la escuela conmigo y jugábamos esos campeonatos relámpagos que se hacían en un día. Pero yo era malísimo, me ponía un ratito a lo último, pero jugaba porque era el hijo del técnico (risas). Un día fui a comer a la casa de un amigo y el papá era boxeador, vi los guantes colgados, las botitas y me mostró recortes de diarios viejos. Ahí me entusiasmé. Integré la Selección Argentina en 1994 para los Juegos Sudamericanos de Venezuela, en los que participé y traje una medalla de bronce. Y estaba para los Panamericanos del 95, pero ya era papá, entonces tuve que elegir trabajar y no pude seguir con el deporte amateur, que es lo que le pasa a muchos.
-Pero no te hacés conocido por el boxeo, precisamente, ¿cómo fue?
-Yo estaba metido en el sindicato, como te decía, y un día venia de entrenar en el gimnasio y vi una manifestación, que era de los muchachos de Residuos Patológicos, si no me equivoco. Vi todo verde, las banderas de Moyano conducción y entonces me bajé del colectivo a ver qué pasaba. Justo estaba Pablo (Moyano) y es ahí cuando un fotógrafo de Clarín me toma una foto de este lado de la cabeza, donde tengo tatuada el arma: me ponen a mí en primer plano y a él medio desenfocado, como queriendo dar un mensaje mafioso, intimidante, como que estaba ahí el matón, el sicario. Me empezaron a llamar de todos los medios, yo estaba medio asustado, nunca me había pasado. Lo charlé con Hugo (Moyano) y me dijo que vaya a todos los medios que me inviten y cuente mi verdad, lo que hago, que soy un trabajador más, porque tengo recibo de sueldo y carnet de afiliado al sindicato, que no soy ningún contratado para matonear, ni nada de eso.
-Estás muy asociado a los Moyano, ¿cómo llevás eso?
-Son mis máximos referentes, Hugo y Pablo Moyano. Son los que mejor dignifican al trabajador hoy en día. A muchos no les podrá gustar su forma de ser, pero no hay ninguna duda que ellos pelean incondicionalmente por los derechos del trabajador. Cualquier trabajador que esté afiliado al gremio de Camioneros no te va a decir otra cosa que la que te estoy diciendo. Los argentinos somos muchos de prejuzgar, por los tatuajes, si sos alto, bajo, gordo o por el color de piel que tengas. Yo soy argentino, peronista y moyanista; tatuado, boxeador y marginal ¡tachame la doble” (risas)
-Pasaste por el consumo problemático, ¿cómo fue?
-La droga está en todas partes, la encontrás en la puerta de tu casa. En mi caso, siempre digo lo mismo, mucho tiene que ver con la personalidad de cada uno: hay gente de mente fuerte y gente de mente débil. Yo tengo mente fuerte. Consumí, pero el deporte me hizo salir de esos malos hábitos. Yo iba a entrenar, llegaba cansado, entonces lo único que quería era comer y dormir porque al otro día me tenía que levantar para laburar o para volver a entrenar. Esas obligaciones te sacan de los malos hábitos, de la esquina, del porrito, del papel. Por eso pregono el deporte y la familia, eso es fundamental.

-¿Cuál es tu realidad y tus objetivos hoy?
-Todavía soy un deportista activo, estoy esperando cerrar una pelea linda que me propusieron. Me gustó mucho estar en El Marginal, fue un honor muy grande que me hayan convocado. Este año grabamos de marzo a julio, y le agarré el gustito a eso de estar en un set de grabación, así que esa es una puerta que queda abierta. Después, disfrutando un poquito de esto, de conocer lugares, de disfrutar del cariño de la gente, disfrutar del Carnaval del País acá en Gualeguaychú…
-¿Te gusta Entre Ríos?
-Sí, he venido mucho. Conozco Colón, María Grande, Concepción del Uruguay, a Gualeguaychú he venido varias veces. He tenido la suerte de ir al Carnaval de Corrientes, pero, sin desmerecerlo, me gusta mucho más el de Gualeguaychú. Siempre me han tratado muy bien, así que me van a tener que aguantar seguido.