AUTISMO, HIPERSENSIBILIDAD Y ABRAZO COMUNITARIO
Gracias a la solidaridad de Gualeguaychú, Tomás tiene sus auriculares: “Ahora puedo estar tranquilo”
Al adolescente con autismo le cambió la vida, con esas palabras lo explica él. Sandra, su madre, promovió una rifa, con la que pudo reunir el dinero para adquirir los auriculares que ahora disfruta su hijo. “Me siento relajado”, dijo el joven.
El 2 de abril, además de ser una de las fechas más especiales para los y las argentinas por Malvinas, es el Día Mundial de Concientización sobre el Autismo. Y la mejor forma de celebrarlo es hablando de autismo, porque una de 44 personas convive con alguno de los llamados Trastornos del Espectro Autista (TEA), aunque existe un consenso generalizado en que el autismo es una condición y no un trastorno.
El autismo afecta al neurodesarrollo en áreas concretas: la comunicación, la interacción social, la flexibilidad en el pensamiento y el plano sensorial, entre otras.
Tomás tiene 14 años y hace un par de días le cambió la vida, cuando su madre, Sandra, pudo comprar los auriculares para su hipersensibilidad auditiva, gracias a una rifa solidaria con la que colaboraron muchas personas.
“Los primeros que vinieron a comprar la rifa fueron los papás y las mamás de sus compañeros de colegio. Eso es hermoso para nosotros, él, por su condición, sufrió mucho bullying en el colegio al que iba antes, y ahora sus compañeros lo cuidan, saben qué es el Asperger y sus familias están en estas circunstancias, es enorme el agradecimiento que siento”, expresó Sandra, en una nota publicada en ElDía, la semana pasada.
A Tomás le diagnosticaron Asperger recién hace cinco años -tenía 9-, se trata de una condición que afecta la capacidad de sociabilización de las personas y agudiza su inteligencia en temas específicos. Otra característica es la sensibilidad auditiva, que en el cado de Tomi se transformó en hipersensibilidad.
“Cuando era más chico no tenía tanta hipersensibilidad, pero año tras año iba escuchando cada vez más fuerte. Al principio no había dolor y hasta me resultaba un poco beneficioso porque escuchaba más de lo normal. Pero eso se volvió perjudicial cuando llegó a un punto que me empezó a hacer daño, se vuelve horrible, insoportable. Me provoca mareos y dolor de cabeza”, contó.
“He llegado a escuchar un carnaval entero, desde el principio hasta el final, desde mi casa, que es muy lejos del corsódromo. Y no es por el viento, como dicen, lo escucho fuerte realmente. Siempre me aturdió el timbre en el colegio, me sentaba lo más alejado posible del timbre. Y me pasaba lo mismo cuando el director anunciaba algo por los parlantes, es un dolor de cabeza muy fuerte”, aseguró, ya con los auriculares puestos, al tiempo que agradeció: “ahora me siento relajado”.
“La primera vez que me puse el auricular me sentí muy contento de no poder escuchar nada, pero con el pasar de los días me fui dando cuenta que puedo hacer muchas más cosas. Ahora lo tengo configurado sólo para escuchar las voces, por ejemplo”, contó, sonriente.
Además, Tomás habló de su fobia, del maltrato sufrido en la escuela -primera institución de sociabilización- y de su deseo de “seguir trabajando” en terapia y de “poder caminar normalmente”.
“Me genera fobia que entren en contacto con mi piel, por eso uso mangas largas siempre. En las manos ya me acostumbré porque siempre me hicieron saludar a la mano”, contó el joven de hablar claro y pausado. Y, sobre el maltrato escolar, dijo: “Cuando era chiquito me hacían bullyng, pero al principio nadie sabía que lo mío era autismo, no estaba diagnosticado. Sufría bullyng y después de un tiempo empecé a tener problemas de ira y ya no me podía controlar. Una vez, al parecer, le pegué a cuatro. Me generaba impotencia cuando me golpeaban o me hacían burlas por mi forma de ser”, relató.
Una vez diagnosticado (actualmente se pude tener un diagnóstico de TEA a los 18 meses de vida), y ya en otro colegio, la vida de Tomi fue mejorando con las terapias y la mayor información respecto a su condición.
“En el colegio anterior había compañeros que me agradaban, pero ahora, en el Pío XII me agradan todos. Son ruidosos, pero no me molestan. Ahora quiero terminar con mis pies (Tomi tiene pie plano) así puedo tener una vida social normal, después no sé, veré”, compartió el adolescente.