
Estoy sentado ante el teclado, pero se niegan las palabras. Infinidad de cosas que quiero hoy manifestar se amontonan y superponen. Los recuerdos en tropel se atascan.Por Mario Alarcón MuñizEs que son muchos los momentos y los años compartidos con Gustavo Carbone en sueños, proyectos, experiencias, realizaciones, tropiezos y hasta desencuentros. No es sencilla esta labor que me he impuesto en una mañana de domingo gris con el alma cargada desde que a primera hora sonó el teléfono.Gustavo era un soñador. Pero no soñaba fantasías ni se perdía en vericuetos oníricos. Al sueño le sucedía el proyecto. El paso siguiente era la realización. Claro que entre una y otra etapa solían sucederse instancias duras que exigían espíritu de lucha y ponían a prueba su templanza. La radio LT38 de Gualeguay, este diario EL DIA de Gualeguaychú, Radio Cero de esta misma ciudad, el semanario Gualeguay al Día y la Editora del Plata, son realidades en las que la idea, el tesón y la ejecutividad de Gustavo están presentes.Fui testigo de los orígenes de LT38. Gustavo era estudiante de derecho, carrera que abandonó para enredarse entre los cables de micrófono y teñirse con tinta de imprenta. Su padre Adán Ernesto junto a Carlos Germano estaban decididos a instalar una emisora en Gualeguay, pero era Gustavo quien empujaba el proyecto desde su juventud y su entusiasmo. Ya en funcionamiento la radio, aportó ideas y trabajo hasta que años más tarde el fallecimiento de su padre le obligó a asumir la dirección de la emisora en momentos económicos muy difíciles para nuestro país. Piloteó el barco y contra todas las tormentas lo mantuvo a flote y aseguró la subsistencia del medio.A todo esto EL DIA ya andaba rodando las calles de Gualeguaychú. Fue otra de sus realizaciones. Puedo dar fe porque también viví el nacimiento y los primeros tiempos de este diario. Como en el caso anterior, don Adán estuvo al frente del proyecto, compartido en este caso con Oscar "Chichito" Lapalma. Pero Gustavo andaba allí. Desde el principio confió en las posibilidades de un nuevo diario en Gualeguaychú, estudió la situación, buscó alternativas, fogoneó la iniciativa y siguió de cerca todos los detalles hasta la aparición del periódico y por supuesto en las más variadas circunstancias planteadas a partir de entonces. Desde el deceso de "Chichito" hasta ayer, Gustavo se mantuvo al frente del diario, de cuyo crecimiento pueden testificar la comunidad de Gualeguaychú y el periodismo de Entre Ríos. No alcanzó a asistir a la inauguración de la última de sus realizaciones: la moderna planta gráfica de EL DIA. Cuando este acto se produzca, la figura de Gustavo Carbone estará presente y vigente.Mientras tanto, quienes fuimos sus amigos y compañeros de trabajo tendremos con nosotros los recuerdos de infinidad de momentos. Será una manera de contarlo a nuestro lado. Como siempre. Juntos cubrimos para LT38 las obras de Colón-Paysandú, Puerto Unzué-Fray Bentos, Salto Grande y Brazo Largo-Zárate, informando desde cada lugar los respectivos procesos de construcción y transmitiendo las inauguraciones sin medir costos.Era un inquieto, difícil de contener. Una vez se le ocurrió transmitir desde Mendoza. Cargamos los equipos y allá fuimos con el pretexto de un encuentro nacional de emisoras privadas, para reflejar la vida de otros lugares de nuestro país. Antes o después compartimos momentos tan diferentes como el debut de Reutemann en la fórmula 1, exposiciones rurales, festivales y las finales de Boca en dos copas Libertadores de los años '70. Por las islas Lechiguanas navegamos ambos más de una vez tratando de reflejar la vida, necesidades e inquietudes de los sufridos pobladores isleños. Y estuvimos en inundaciones y centenares de episodios que demandaban atención periodística.Todo aquello selló una amistad que hoy me permite hablar de Gustavo con fundamentos. Hasta algún desencuentro tuvimos. ¡Cómo no tenerlo en tantos años...! Lo superamos con madurez y afecto. Y aquí estamos. La memoria activada por un torrente inagotable. El alma herida por un amigo que se fue. La resignación de percibirlo incorporándose a "la tierra sin males", como dicen los guaraníes.