Hasta siempre Papá
Se fue Papá. Todavía no puedo creerlo, me cuesta mucho entender el por qué. Estoy escribiendo esto en su computadora, en la que pasó los últimos años de su vida y desde donde manejó sus medios con la mayor pluralidad que yo haya visto dentro del periodismo.Por Sebastián Carbone¿Qué más decir de mi viejo de lo que ya han escrito sus amigos en todos estos días? Sólo puedo asegurar que papá fue en su casa lo mismo que en su trabajo; compañero, fiel, honesto, democrático y sobre todo buen tipo. Fue un "buenazo" de esos que no abundan. En el medio del calvario de esos eternos 20 días, Dios le dio a mi viejo 48 horas de descanso y la posibilidad de hablar con nosotros. Además de pedir a gritos por sus nietos, sin dudas el motor de sus últimos años, nos dijo: "Hay que hacer un pozo de agua para los chicos del chaco, es increíble que esos nenes no tengan agua", conmovido por la historia que le contaron unos amigos que viajan todos los años a ayudar a esa gente. Eso fue mi viejo, un tipo con un corazón gigante que no paró de pensar, hasta los últimos instantes de su vida, en los que menos tienen.Peleó contra las idas y vueltas económicas de este hermoso país. Le fue bien y mal muchas veces, siempre creyendo en que hacía lo mejor para todos y apostando permanentemente por los emprendimientos y defendiendo la idea de "darle trabajo a mucha gente".A mí me contagió la enfermedad del periodismo, algo que le voy a agradecer todos los días y a cada instante. Eso también era papá, un tipo que convencía a la gente de apostar por los proyectos, de trabajar, y sobre todo de soñar, porque así también fue mi viejo: un soñador incansable.Su partida será muy difícil de asimilar. El dolor que provoca su muerte es casi insoportable, pero los que ya han pasado por esta situación dicen que el tiempo se encarga de alivianar la pena. Ojalá sea como dijo Fede, mi primo, que más adelante llegará el tiempo de recordarlo sin sentir "que te clavan algo en el pecho".Se fue, aunque abracemos sus cosas, aunque estemos horas apretando sus fotos, oliendo su perfume... Pero nos queda su enseñanza, su legado y sobre todo nos queda la paz, el orgullo y la alegría de saber quien fue papá. El se llevó a la tumba la seguridad y la tranquilidad de su buen andar por una vida llena de amor y honestidad. Se fue pero todavía está, en el corazón de los que lo amamos y lo mantendremos vivo en el alma y la memoria a cada segundo. ¡HASTA
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