Hilda Molina, testimonio de una disidente
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La neurocirujana cubana relató aquí su historia dentro de la isla, cómo pasó de abrazar la causa comunista a criticar al sistema que, según dijo, es opresivo y vive del odio. Marcelo Lorenzo La historia de Hilda Molina trascendió el día que esta neurocirujana rompió en 1994 con el sistema comunista cubano, al cual había servido desde los 15 años.El detonante fue cuando se dio cuenta que el Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN), que ella había fundado en la isla, empezó a atender más extranjeros que cubanos, ya que los primeros "pagaban en dólares".La orden dada por Fidel Castro, según testimonia Molina, iba en contra de su más firme convicción, respecto de que ese centro debía dedicarse por entero a sus compatriotas.Fue entonces que la profesional presentó la renuncia a su cargo al frente del CIREN, lo que implicaba para las autoridades cometer un acto de "traición" a la Revolución. De hecho la represalia del mandamás de la isla no se hizo esperar: expresó su enojo no permitiéndole a la rebelde salir del país.Pero previendo los problemas que su actitud podía acarrearle a su único hijo, Roberto Quiñones, también neurocirujano, se garantizó que éste, que estaba en el exterior en ese momento, no regresara a Cuba.Pero el episodio del CIREN fue la gota que colmó el vaso, porque ya desde antes Molina venía madurando su conciencia crítica hacia el castrismo. Eso dijo en Gualeguaychú el miércoles pasado, invitada por el Centro de Defensa Comercial de Gualeguaychú.Presentada por Alejandro Gahan, y ante de un nutrido público que se dio cita en el salón que la entidad local tiene en calle 25 de Mayo 1008, la neurocirujana, que conoció el régimen castrista desde dentro, testimonió su disidencia con él.La decepción con la Revolución está contenida en el libro "Mi verdad" (el producido de cuya venta se destina a asistir a los disidentes que viven en la isla).Allí Molina cuenta el proceso a través del cual se fue dando cuenta de que el modelo político instaurado en la isla en 1959 devino en totalitario, traicionando su ideal libertario.De manera que la revolución contra la autocracia de Fulgencio Batista, el dictador que gobernó Cuba entre 1952 y 1958, condujo a una nueva y más radical autocracia, la de Fidel Castro."Me parece muy incoherente sacar una dictadura para poner otra. Todas las dictaduras, del color que sean, son malas. Los dictadores les lavan la conciencia a los pueblos y eso es totalmente anormal", dijo en Gualeguaychú.Según Molina, Castro hizo todo lo contrario de la prédica con la cual hechizó en su momento a los cubanos. Enarbolando el discurso igualitario y apelando en todo momento al chauvinismo, instauró un sistema estratificado (la elite gobernante disfruta de las mieles del poder, mientras el pueblo llano vive en la estrechez económica), al tiempo que organizó la asfixia del pensamiento, persiguiendo al que opina distinto.A Cuba le pasó -aclaró-, como a todas esas sociedades que cansadas del abuso de poder de unas autoridades, caen en manos de un líder más abusador todavía, como si el remedio fuese peor que la enfermedad."El pueblo estaba cansado de los políticos. Y había centrado sus ansias libertarias en que Batista se fuera. Éste tenía el control del 90% de la isla. Era lógico que su caída, dejara un vacío de poder, que Fidel Castro vino a llenar, con la promesa de una revolución de los humildes para los humildes", relató.La médica contó que su historia es la de una adolescente que, criada en una familia acomodada, cayó fascinada con la promesa libertaria de la revolución, y entró de lleno en ella, entregándose con "alma y vida".Esto a pesar de la resistencia de su madre, cuya fe católica le impidió conectar con un régimen que se declara ateo. Además Hilda Morejón -de ella se trata- sufrió la expropiación de su casa de modas.Molina comentó que su madre, que le ayudó a criar a su hijo, nunca aceptó las opciones de trabajo que el gobierno le ofreció. "Decidió dedicar el resto de su vida a diseñar y confeccionar, exclusivamente, el vestuario de sus seres queridos", afirmó.Madre e hija, en realidad, padecieron el cautiverio de 14 años que les impuso Fidel Castro (no podían salir de la isla), tras la ruptura con el régimen ocurrida en 1994.Hoy la médica dice que Hilda Morejón fue su gran sostén y fue la conciencia crítica que le ayudó a descubrir "la mentira y la maldad" del régimen castrista.Contó que la ausencia de esta "excepcional mujer" (murió en 2008 en Argentina, adonde había emigrado) le dejó un inmenso vacío y desamparo. "Y si lucho hoy, y lo haré hasta mi último aliento, es en homenaje a ella y en cumplimiento de sus deseos", relató. La decepción"La Revolución fue mi gran sueño de adolescente. La prédica de aquel hombre (Fidel Castro) me cautivó de tal manera, porque además coincidía con el Evangelio con el que yo había sido educada. Yo dije 'esto es una obra de Dios' y realmente me entregué con pasión e ilusión", relató Hilda Molina en Gualeguaychú.Según su relato, a ella le pasó como al resto de los cubanos: se entregó acríticamente a un sistema (en realidad a la voluntad de una persona), creyendo en los bellos ideales de igualdad y libertad que predicaba.En su caso, pudiendo seguir una carrera de médico en el exterior, abrazó la Revolución como quien abraza una religión. "Me puse al servicio del proceso, con alma y vida. Me alejé de la Iglesia y de la fe en la que había sido educada. Me incorporé a todo", sostuvo.Su quiebre espiritual con el sistema comenzó a insinuarse, dijo, en la década del '60: "Era una convencida. Había renunciado a mi proyecto de vida. Pero empecé a sentir que el discurso del régimen no se condecía con la realidad. Ahí empezó la angustia del desencanto".Educada en una religión que predica el amor al prójimo, señaló que le resultaba disonante que desde el poder político se inocularan el odio y la persecución. "El que piensa y habla distinto se ve como un enemigo. Esto no pasaba con Batista", dijo.El control del Estado -en el fondo el de la casta gobernante- empezó a superar todos los límites. "Las expropiaciones a la propiedad privada incluyeron la de los medios de prensa, para que la gente no tuviera la forma de informarse de lo que estaba pasando. Y el Estado empezó a controlar la vida de las personas", describió.Muy pronto, sostuvo, el grupo gobernante "empezó a apropiarse de las mismas cosas que les quitaba a los ricos". Para Hilda Molina, el régimen castrista se hizo profundamente "hipócrita"."Cuando una persona no es consecuente con sus propio discurso no puede dirigir a nadie y uno no puede confiar en su destino", advirtió.La médica relató el proceso que le hizo ver la maldad del régimen en el cual había creído religiosamente. "Después de haber entregado, como en mi caso, la vida y el trabajo a algo que fue una estafa, uno sufre mucho. Ahora sé que no hay que convertir en dioses a los humanos. También que no hay que renunciar a la opinión propia, y dejar que el poder piense por nosotros".Hilda Molina hizo una enfática defensa de la familia, señalando que esta "comunidad de amor" es lo que fortalece y hace crecer a las personas. Es en ese grupo primario, subrayó, donde se crece en libertad y dignidad, dos principios que los Estados totalitarios pretenden doblegar. El daño antropológicoLa médica disidente sostuvo que los cubanos, tras la larga dictadura castrista, sufren un "daño antropológico" asociado al hecho de que el poder totalitario ha logrado "destruir el tejido social" de la isla."Cuando la gente empieza a tener miedo y a autocensurarse, por el terror que impone un régimen, empieza el daño antropológico, que coloca a las personas en una situación de indignidad", sostuvo.Al instalarse estos sistemas, comentó, sólo quedan tres posibilidades. "Una de esas posibilidades es abandonar el país y vivir en el destierro. Pero es muy malo vivir fuera de la patria. La otra posibilidad es rebelarse, pero esto cuesta cárcel y fusilamiento. La tercera opción, y es lo que hicimos muchos de nosotros, es vivir una vida sin dignidad, aceptando el estado de cosas, sobre todo la manipulación de las conciencias. Esto último termina enfermando al ser humano", señaló.
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