Homenaje a un amigo entrañable

Por Florencia Carbone
Especial para elDíaEl hombre divertido, irónico, todo un showman; el Gordo, Cushy, Max Motoring, Max O' Menox; el de las múltiples personalidades, el destacado piloto, el ocurrente escritor, el que aprendió a reírse de sí mismo, tenía un costado de su personalidad tan importante como desconocido: su permanente compromiso solidario.Oppen, que nació en Urdinarrain el 11 de enero de 1930 y llegó a nuestra ciudad a los 5 años para poder ir a la escuela, cultivó la semilla del "estar siempre listo" y a las órdenes de quien lo necesitara, desde chiquito, cuando se sumó a las filas de los Boy Scouts.En 1948 ingresó a la Escuela Naval Militar, de donde egresó en 1952 como guardiamarina y optó por continuar su profesionalización en la Aviación Naval. El trabajo fue el ámbito que le ofreció otra buena excusa para seguir ayudando. En 1956 participó de forma solidaria en un DC3 de la Armada -el llamado "Avión de la esperanza"- en el traslado de niños con poliomelitis durante la gran epidemia que azotó al país por aquel entonces.Oppen hizo 91 vuelos, la gran mayoría de noche. El auxilio llegó a los rincones más variados del país. Muchas veces le tocó operar sin pistas de aterrizaje, sin siquiera señalización. Unas veces fueron autos estacionados al costado de las improvisadas pistas los que iluminaron con sus faros el camino, otras, fogatas que mitigaron la penumbra."No quedó misión sin realizar ni niño sin trasladar", dijo orgullosa Graciela Bugnone Rossi, su esposa durante 53 años, pero sobre todo su gran compañera de vida. Juntos tuvieron dos hijos. La familia se completa hoy con tres nietos."El Gordo explicó alguna vez que la campaña de vuelos sanitarios consistía en llevar a chicos a Buenos Aires porque en medio de la epidemia de polio gran parte de ellos eran atacados en las vías respiratorias y para salvar sus vidas debían ser colocados en pulmotores que sólo estaban en el Hospital Muñiz", recordó Graciela durante una charla con El Día. Y la emoción le ganó a la voz cuando explicó que en tres meses hicieron 69 vuelos. "En total, él realizó 91. Fue el que más vuelos hizo", agregó.Desde que se creó el Departamento de Aviación Sanitaria, el 9 de marzo de 1956, se concretaron 143 vuelos y se recorrieron 174.287 kilómetros.Lejos de quedarse con los deberes laborales -que en rigor de verdad de deberes tenían poco, porque los vuelos sanitarios eran voluntarios-, los fines de semana que estaba en Buenos Aires, Oppen iba al Hospital Muñiz para entretener a los chicos internados que, en la mayoría de los casos, eran del interior y tenían lejos a sus familias. Hacía gestiones en la Marina, pedía prestado un proyector y acortaba las tardes de los pequeños con películas.En 1960, el Gordo dejó la Armada y comenzó una nueva etapa, esta vez, en la aviación civil. Voló en Nor-Sur, LAC y en líneas cargueras, hasta que en 1963 ingresó en Aerolíneas Argentinas, en donde una ascendente carrera lo llevó rápidamente a los vuelos internacionales. Fue jefe de pilotos, instructor de vuelo e inspector y comandante de Jumbo 747 durante 10 años. Se jubiló a fines de 1990."Aerolíneas Argentinas fue parte de su vida, amó con pasión a la aviación y siempre decía que si volviera a nacer repetiría su vida tal cual fue", comentó Graciela.Tal vez una de las facetas más conocidas de Oppen fue la exquisita manera en la que combinó su gusto por la literatura con el natural sentido del humor con el que veía la vida. La carpeta de Max Motoring; El gran cazador blanco; y Cuentos de la estancia La Parrilla (publicados durante años por El Día), son algunas de sus obras. La muerte lo encontró trabajando en un libro de anécdotas que pensaba titular "La vida se nos pasó volando", y que Graciela promete editar próximamente.El jazz fue otra de sus grandes pasiones. Conocía muchísimo de música y tenía miles de discos de todo el mundo. Era un verdadero fanático. Varios muebles y placares de su departamento en el porteño barrio de Belgrano -en los que conviven viejos discos de vinilos y CD-, así lo atestiguan.Las paredes de su estudio están tapizadas de fotografías de los más variados personajes. Muchos, huéspedes ocasionales de su segundo hogar -el avión-. Otros, amistades que supo cultivar a pesar de la distancia. Pueden verse desde Lalo Schiffrin, Armando Manzanero, Hugo Porta y Mano de Piedra Durán, a Roberto De Vicenzo, "El Increíble Hulk", Bioy Casares, René Cóspito (famoso pianista que tocó el vals en el casamiento de su hija), Guy Williams (el buen mozo actor que interpretó a El Zorro) y Analía Gadé.A cuatro meses de su desaparición física del Gordo Oppen, El Día cree que una buena manera de seguir teniéndolo presente es reeditando algunos de su cuentos. Por eso, a partir de la edición dominical del primer domingo de octubre, invitamos a nuestros lectores a disfrutar de la ironía y del humor de este querido amigo. Será una buena oportunidad de seguir haciendo vuelos de esos que oxigenan el alma y alegran el espíritu.
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