Hoy se despide del fútbol Ariel Ortega: ¡Adiós maestro!

Luego de más de dos décadas de gambetas, goles y amor por la pelota, hoy a las 17 horas se jugará en la cancha de River Plate el partido para despedir a Ariel Ortega, el último gran ídolo que ha tenido el club de Nuñez.Fernando Piciana / Marcelo IncandellaEspecial¿Habrá imaginado alguna vez ese changuito que viajó un día en micro desde su Jujuy natal, en un insoportable día de calor de 1990, que iba a llenar el Monumental él solo? Porque eso ocurrirá hoy a partir de las 17 (dos horas antes comenzará la transmisión en directo por América TV) y será histórico, como fueron las despedidas de Norberto Alonso o la de Enzo Francescoli. Ahora le toca a Arnaldo Ariel Ortega, el último gran ídolo de River.Un mes antes del partido agotó las entradas. Maquilló sus diferencias con Passarella y podrá colgar los botines en su casa. El "Burrito" es River, pero para transformarse en ese icono viviente tuvo que sacrificarse. Si después se le hizo más o menos fácil por sus gambetas y su magia, es otra cuestión. Lo cierto es que Ortega tiene una historia para ser contada.Iba a ser jugador de rugby en su pueblo, Ledesma, el equipo de la empresa Ingenio Ledesma, la planta de azúcar más importante del país. El jujeño se las arreglaba para encarar a todos los rivales. La camiseta que usaba, vaya paradoja del destino, era roja y tenía el cuello blanco. Todo un anticipo. Por entonces, ya gritaba los goles de River escuchando la radio con su padre y, según sus palabras: "llegar a tener una oportunidad en Núñez era todo un sueño para mí".En el 90, Roberto Gonzalo, un amigo de su viejo, le consiguió una prueba. En Buenos Aires hacían más de 30°C, pero Ariel desafió al sol y mostró todo su repertorio. Con apenas 15 años y el aval de ese maestro cazatalentos que fue Delem, Ortega ya era parte de ese club que hoy ama con locura. "Para jugar en River tenés que tratar bien a la pelota, ir al frente, salir a ganar en todos lados. No me vengan con el verso de ponerle el pecho, el paladar de River es otra cosa", dice el crack.Una fiesta del fútbolA Matías Almeyda, quien le ofreció ser su espía cuando él quería seguir jugando y dar una mano para volver a Primera, lo invitó a su despedida. Lo mismo que a Leonardo Astrada, a quien terminaron echando de River en 2010, justamente, por poner de titular al jujeño cuando la orden desde arriba era que no vistiera más la camiseta de la banda, algo que finalmente se concretó seis meses más tarde, ya con Juan José López como entrenador.Ortega es un agradecido. Por eso están invitados sus mejores amigos del fútbol. Francescoli, Gallardo, Saviola, Medina Bello, Sodero, Ponzio, D'Alessandro, Verón, Sorín, Aimar, Ayala, Buonanotte, Scocco y Fernández, entre otros. Hasta se rumorea que podrían venir estrellas del exterior como el caso del goleador brasileño Romario. Incluso, soñó con traer a Messi, pero el mejor del mundo tiene otros compromisos. "No puedo dormir, me están sucediendo cosas que ni jugando mundiales me pasaron. Tengo mucha emoción, ansiedad, quiero que llegue el partido ya. Será una fiesta con un Monumental repleto. La gente me para en la calle para decirme que tiene la entrada para venir a verme. Imagino que sentiré la misma sensación del día que debuté en la Primera de River, seguro que voy a llorar, por todo el cariño de la gente y pensando en todo lo que logré con esta camiseta".Ortega es muy querido en el ambiente del fútbol. Se conoce su fanatismo por el "Millo", pero hasta los de Boca lo respetan. Les dio un baile de novela una tarde de 1994. Metió un gol, lo paseó a Mac Allister y festejó en un corner mirando a la popular de River como lo hizo Alonso el día de la pelota naranja. Pero en la Ribera no lo desprecian y él tampoco fue irrespetuoso. Por eso se hizo amigo de dos que son como él, pero en la vereda de enfrente: Barros Schelotto y Palermo. Le hubiera encantado tenerlos en este día tan especial, pero el fanatismo y la pasión poco entiende sobre la verdadera amistad.Historia de un wing a la antiguaLos títulos fueron sus compañeros de ruta en una década, la del 90, difícil de repetir. La primera vuelta olímpica fue en el '91. Passarella lo hizo debutar con River ya campeón ante Platense, en la cancha de Independiente, en el Apertura '93. Había crecido al lado de caudillos como Comizzo, Higuaín, Enrique, Corti... Tipos que, incluso, lo castigaban a patadas en las prácticas para hacerle sentir el rigor. Con la 7 en la espalda, la camiseta afuera del pantalón y las medias bajas, descaderó a más de un lateral izquierdo rival. Era un wing a la antigua, era una máquina de gambetear rivales y encima tenía gol: "Me encantaba ver a los rivales pasar de largo, dar un pase a un compañero y que termináramos gritando. Para mí era impagable cuando algún hincha me decía que con un taco o una gambeta mía, ya había valido la pena pagar la entrada".Ese año fue inolvidable para él y comenzó a recibirse de ídolo: ganó dos Superclásicos de visitante y en ambos anotó. Eso, en la gente, no tiene precio, marca un antes y un después en la aceptación de un jugador.Ortega, en el fútbol de hoy, no hubiera durado nada con la banda cruzándole el pecho. Las urgencias de River, que son parecidas a la de la mayoría de los clubes, hubieran provocado una venta al exterior tempranamente. En cambio, aquí se lo disfrutó hasta finales de 1996. Se fue ganando la Copa Libertadores y el primer título del tricampeonato. Le quedó la espina de la Intercontinental. Aún lamenta aquel tiro que dio en el travesaño de Peruzzi, el uno de la Juventus.Valencia lo compró en una cifra millonaria en el verano del '97, pero Ortega, humilde, siempre recuerda que "mi viejo trabajaba en el Ingenio Ledesma y con su trabajo le alcanzaba para darnos de comer, para comprarnos útiles a mis hermanas (Mónica y Analía) y a mí... Bah, útiles a mí no, yo era un desastre para el estudio. No me gustaba para nada, siempre estaba con la pelota. No nos sobraba nada, vivíamos con lo justo, pero tampoco pasábamos hambre".En Europa sufrió. De España se fue peleado con el italiano Rannieri, un DT que le cortaba las alas a los habilidosos. Se fue a Italia, allí jugó en Sampdoria y Parma. En líneas generales, anduvo bien, aunque la rompió en contadas ocasiones. Extrañaba River. Y pegó la vuelta en 2000.Compartió el equipo de "Los Cuatro Fantásticos" con Aimar, Saviola y Ángel, pero no pudieron salir campeones. Pero el "Burrito" estaba en su hábitat natural, donde realmente es feliz y se potencia como jugador: "Cuando me ponía la de River era feliz", afirma con una sonrisa de oreja a oreja.Tras dos años pudo dar otra vuelta olímpica y tomó una decisión de la que aún está arrepentido: se fue al Fenerbahçe Spor Kulübü de Turquía antes de su tercer y último Mundial, el de Corea-Japón. Menos de 365 días más tarde no sabía cómo seguir resistiendo en un país que no lo amparaba como él necesitaba y en un fútbol que distaba de ser el más competitivo. Así fue que se escapó y la FIFA lo suspendió por un año y medio.Parecía cantado que su futuro estaría en River, pero fue Newell's el único club que pasó la indemnización que el club turco pedía para que el jujeño jugara en la "Lepra". Allí fue campeón y pasó por uno de los trances más dolorosos de su vida: le metió tres goles al equipo de sus amores. En uno de esos partidos hizo un gesto que algunos lo tomaron mal. "Paguen si me quieren", dijo desde el dolor. Porque River, según él, no había hecho el esfuerzo necesario para contar con él.Recién en 2006 se dio el ansiado retorno. Con su padre futbolístico en el banco, Ortega iba a comenzar a transitar el último tramo de su carrera en Núñez. Sólo pudo dar una vuelta olímpica en 2008, pero el DT de entonces, Diego Simeone, lo separó del plantel por los reiterados actos de indisciplina. Habían sido compañeros en la Selección, pero el "Cholo" no quería darle ventajas a nadie. Ortega, a esa altura, convivía en una lucha constante por una adicción al alcohol que él jamás negó.Pasó al exilio en Mendoza, jugando en el Nacional B para Independiente Rivadavia, aunque en 2009 regresó. Sus problemas personales continuaron y en 2011 Passarella le cerró la puerta del club. El final fue en All Boys y en Defensores de Belgrano, clubes que le tendieron una mano y a los que Ortega fue más por sus ganas de continuar jugando que por otros motivos. Sin dudas, su sueño era retirarse en River. Tuvo que sufrir el descenso desde su departamento: "No me entró en la cabeza que nos hayamos ido a la B, pero estando adentro se veía venir. ¿Si conmigo se salvaba? No sé, quizás sí, quizás no, pero yo le hubiera puesto más ganas".Este sábado 13 de julio, sin dudas, quedará en la memoria de los hinchas del fútbol más allá de los colores... Se despide un grande, se retira Ariel "Burrito" Ortega. ¡Adiós maestro!El DatoArnaldo Ariel Ortega tiene 39 años. Debutó en River en 1991 y en sus tres etapas en el club jugó 272 partidos oficiales. Marcó 65 goles y ganó los torneos Apertura 1991, 1993, 1994 y 1996, los Clausura 2002 y 2008 y la Copa Libertadores 1996.Vistió la camiseta de la Selección Nacional en los mundiales de Estados Unidos 1994, Francia 1998 y Corea -Japón 2002. Además fue parte de los equipos de Valencia de España, Sampdoria y Parma de Italia, Fenerbahçe Spor Kulübü de Turquía, Newell's Old Boys, Independiente Rivadavia Mendoza, All Boys y Defensores de Belgrano de Argentina.
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