Incredulidad y moral
Señor Director: Con el tiempo me volví incrédulo de los políticos y sus promesas. En los últimos años mi incredulidad se transformó: hoy pienso que la gran mayoría es amoral.Cuando leo y escucho las medidas y los escándalos que envuelven a políticos y funcionarios me digo a mi mismo, esto no tiene solución.Poco importa a estas alturas que un gobierno expropie el 51 % de las acciones de YPF y sea el mismo que votó su privatización motivado por 530 millones de razones que luego se esfumaron.Tampoco interesa que para designar a los dos interventores de la empresa y lograr el control, antes que se vote la ley de utilidad pública para expropiarla, se apoye en dos artículos de una ley de la tan repudiada dictadura.Afirmo que no importa porque en la Argentina hace tiempo que no rige la Constitución Nacional ni cualquier otra ley, sino que rige lo que manda la fuerza de la política de los poderosos.Cuando uno estudia derecho en la universidad, los profesores afirman que la ley es lo que los jueces dicen qué es. En la actualidad la ley es lo que el gobernante de turno con ínfulas de omnipotencia dice qué es y además se aplica a quién ese mismo gobernante desea que se aplique.Argentina vuelve a los momentos más tenebrosos de su historia, se aleja de los países serios acercándose al más retrógrado y patético populismo sin oposición, sin ningún tipo de control y gozando de una impunidad alarmante.No veo cuál puede ser la salida para un país donde una sola persona controla todos los poderes del Estado y su voracidad aumenta sin limites, quién sabe hasta dónde y hasta cuándo.Alejandro Olmedo Zumará[email protected]" title="blocked::mailto:[email protected]">[email protected]
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