Joven paranaense ganó concurso que organizó ONG española
La temática era el amor y él eligió escribir sobre su amor a Rosario Central. "No me gusta escribir poesía; me gusta que haya acción y explosiones, aunque son difíciles de contar con palabras", indica Juan Diego Emeri, de 15 años.Hace unos días, Juan Diego Emeri recibió la noticia por email: su microrrelato "Recordando (esas) cosas" quedó entre los seleccionados para la primera antología Carpa de Sueños en el concurso "A la luz de la luna", organizado por una ONG de Madrid, España. La temática, el amor, no era de sus preferidas y consistió más bien en un desafío para él; pero Juan le buscó la vuelta y narró en esta oportunidad sobre su simpatía por Rosario Central.El autor, con apenas 15 años, espera ahora la llegada de un ejemplar por correo. Este premio internacional es el disparador para una charla sobre su temprano entusiasmo por las letras, algo no muy frecuente entre los adolescentes.A los 4 años, al terminar el jardín, aprendió a leer. A los 5, a dibujar; y al año siguiente pidió un cuaderno para crear su primera historieta. Un año después empezó a leer textos más complejos, y acto seguido a escribir los propios. "Mi tía me leyó un libro a esa edad, cuando iba a quedarme en lo de mi abuela los fines de semana, y ahí me empezó a gustar", cuenta Juan. El libro: Un capitán de 15 años, de Julio Verne; la tía: Silvina Pugliese, profesora de Lengua que se tomó unos meses para terminar la historia con su sobrino, y se sorprendía de cómo recordaba todo lo que le narraba.A las aventuras de Dick Sand le siguieron las de Axel y su tío Otto con Viaje al centro de la tierra, y las del capitán Nemo a bordo del Nautilus con Veinte mil leguas de viaje submarino, otros clásicos del escritor francés que fueron regalos de sus padres, Maricel y Edgardo, y las primeras obras que devoró en soledad. Su madre le dijo un día que así como a él tanto le gustaba escuchar a su tía, a ella le gustaría escucharlo a él, y fue entonces que Juan Diego se largó a trazar sus primeros cuentos infantiles. "De alguna forma se empieza", dice mientras exhibe una carpeta anillada con una ilustración en cubierta: En busca del dracorex gigante. "Lo terminé de pasar en la computadora a los 9 años, fue complicado porque no sabía escribir bien con el teclado todavía", comenta."En la primaria ya me daba cuenta de que lo que escribía era diferente, a mis maestras y compañeros les gustaba, pero nunca me sentí superior a nadie", reflexiona.Juan Diego cursa el 4to año de sociales en el colegio Don Bosco. En 2014, un profesor de Historia le preguntó si le gustaría escribir un dossier de cuentos sobre los temas que estaban dando, y así se animó con algunos relatos históricos: revolución francesa, revolución de mayo e independencia de Estados Unidos, que a partir de este año van a leer los alumnos como parte del material de estudio. "No me gusta escribir poesía, ni sobre cosas muy profundas como el amor; me gusta que haya acción y explosiones, aunque son difíciles de contar con palabras", indica Juan Diego. La historia y la ciencia ficción son los géneros en los que mejor se desenvuelve, por ahora; y con sus cuentos ya participó de varios concursos. El primero, en el que recibió una mención cuando tenía 9 años, fue de Disneynature y la Fundación Leer, para las que debía redactar sobre un animal de la zona en peligro. Su elección fue por el sábalo y lo tituló: "Si me extingo, el río se volverá un desierto".En 2011 se presentó en un concurso de la Biblioteca Popular, a sus 11, con el cuento "Tres detectives y una escuela con biblioteca", publicado al año siguiente en el libro Siempre y en todo lugar, edición de la Biblioteca Popular de Paraná. "Me siento lleno cuando escribo", expresa Juan Diego, que ahora está trabajando en una ficción sobre la dictadura militar pero ambientada en el futuro, con los Estados Unidos invadiendo la Argentina y secuestrando al presidente. "Escribo donde sea, en la computadora o en cuadernos. Pongo música de fondo, rock nacional, los Beatles o Queen. No tengo un escritorio ni rincón especial, puede ser cualquier lugar y momento, todos son rincones especiales", señala. Su madre resalta que lleva siempre un cuadernillo y una birome, a donde vaya. En la escuela, Juan tiene un amigo con el que comparte este ímpetu literario, pero reconoce que no es algo muy común entre sus compañeros."No sé qué voy a hacer cuando termine, me entusiasman muchas cosas: tocar la guitarra eléctrica, también me gustaría vivir de la escritura, conocer otros países, aprender idiomas... estuve pensando en ser físico, pero tal vez estudie abogacía para ser político", sueña Emeri. Por el momento, actúa como concejal de su escuela en el Concejo Deliberante, donde presentaron un proyecto para restaurar monumentos. Juan es autodidacta en su escritura, y más allá de las correcciones de sus profesores de Literatura nunca participó de ningún taller hasta el momento. "La profesora siempre está dispuesta a corregirme y escucharme, pero mis primeros lectores son mi familia, que son muy sinceros con sus críticas. Mi hermana Fiorella, que tiene 12, es a la primera a la que le doy las cosas para que lea", explica."Estaba con novelas juveniles y me di cuenta de que eran horribles. Un día me compré El retrato de Dorian Grey, y me percaté de que lo que había estado leyendo era pobrísimo. Desde entonces, me encantan los clásicos: Oscar Wilde, Arthur Conan Doyle, también Robin Hood, Los caballeros del Rey Arturo, El poema del Mío Cid, el Martín Fierro y El Eternauta", detalla sobre sus principales lecturas, siempre en papel, nunca en e-book. "Me gusta, me siento feliz cuando escribo. Cuando veo lo que otros escribieron, quisiera quedar en el mundo de alguna forma, como ellos", indica."Y él, con perfecta sincronía, seguía escribiendo. Como un técnico que crea un ordenador, como un biólogo que cataloga nuevas especies, con esa misma pasión escribía, tratando de que todo lo que hubiera visto no se le olvidara", relató Juan Diego Emeri hace pocos meses atrás, en su narración La paz del mundo; la belleza de las letras.La lectura como un hábitoSuele afirmarse que la literatura no es una actividad muy popular entre los adolescentes de hoy. Los libros, fundamentalmente aquellos impresos en papel, deben competir con diversos entretenimientos como los cientos de canales televisivos, los videojuegos y hasta el tiempo que los chicos pasan en las redes sociales. Pero la lectura es un hábito y, salvo excepciones en los que surge por casualidad, debe ser fomentada desde temprana edad por el entorno familiar y las instituciones educativas. Los padres de Juan Diego Emeri, docentes de profesión, recomiendan "incentivarlos desde chiquitos, acompañarlos con un cuento, regular las horas de televisión, reemplazarlas piyamadas de lectura... no es algo raro ni extraño, son tipos de hábitos que hay que crear". (El Diario)
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