Juego siniestro: se sacaban selfies con sus pacientes inconscientes
Lo hacían como una competencia. Una rivalidad laboral. Para ellos, era un "juego" que los divertía. Algo inocente. Pero en verdad se trataba de un juego siniestro. Eso hacían en el trabajo Kayla Dubois y Christopher Wimmer, dos paramédicos del condado de Okaloosa, Florida, quienes intercambiaban fotografías de los pacientes que estaban bajo su cuidado.
Todo comenzó en septiembre de 2015 y duró hasta abril pasado. Pero mientras para ellos se trataba de algo divertido, para las víctimas y los investigadores era algo "enfermo", indicó el sheriff Larry Ashley.
"Todos los pacientes fueron tratados médicamente como se suponía que debían serlo. Esto tiene que ver más con un tema de privacidad y respeto y dignidad", agregó Ashley en conferencia de prensa.
La policía de Okaloosa describió el intercambio fotográfico como una "guerra de selfies". Esta consistía en enviarse entre ellos autofotos con pacientes que no podían reaccionar y, en algunas oportunidades, en estado crítico. Siempre todas las víctimas se encontraban inconscientes, entubadas o anestesiadas.
Dubois fue detenida el jueves por la mañana en el condado de Navarre,Florida. Fue acusada de cometer un delito de tercer grado. Su compañero de aventuras, Wimmer, se presentó ante las autoridades y fue acusado por las mismas ilegalidades. La Fiscalía pediría el máximo de pena, que podría llegar hasta siete años de prisión.
Los investigadores revelaron a la prensa el material que consiguieron de parte de los acusados. Las fotografías muestran el estado de 41 pacientes diferentes en estado grave, tendidos sobre las ambulancias. Las edades de las víctimas de la "guerra de selfies" varía entre los 24 y los 86 años. Al parecer, tres de ellos habrían dado el visto bueno para ser fotografíados por la cámara de celular de los paramédicos. Pero tal era la gravedad de algunos de los heridos que dos de ellos murieron posteriormente.
En mayo, cuando el intercambio de imágenes se había tornado incontrolable, debieron ser los jefes de ambos quienes pusieran fin a la desagradable práctica. Wimmer debió renunciar, mientras que Dubois fue echada. Ahora, pagarán muy caro por lo que creyeron que era una broma pero se transformó en un siniestro juego con personas inconscientes.
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