VIOLENCIA DE GÉNERO
Julieta Prandi habló sobre el acto fallido de su exmarido en el juicio por violación: “Le ganó el inconsciente”
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En la segunda jornada en los Tribunales de Campana, la modelo se mostró expectante ante la próxima resolución de la Justicia sobre Claudio Contardi. En la tarde de este jueves se espera la declaración de su pareja Emanuel Ortega como testigo clave en su recuperación.
La segunda jornada del juicio de Julieta Prandi contra su exmarido, Claudio Contardi, se puso en marcha este jueves en Campana, marcando un episodio clave tras años de lucha judicial. Frente al estrado, la actriz enfrenta a quien acusa de “abuso sexual con acceso carnal agravado por causar un grave daño en la salud mental de la víctima, con una serie de hechos reiterados”.
En la puerta del Tribunal N°2 de dicha ciudad, en medio de un cuarto intermedio, la actriz dialogó con los medios apostados en el lugar. Acompañada por su letrado Javier Baños, del equipo de Fernando Burlando, compartió su dolorosa reconstrucción personal.
“Yo tengo varios micrófonos a mi disposición para contarlo, pero no las otras víctimas. Le agradezco a la prensa, a la gente que se acercó aunque no trabaja en el medio”, afirmó Julieta. Recordó el difícil inicio de su nueva vida junto a sus hijos y la llegada de Ortega en 2020: “Emanuel llega a mi vida en 2020 y vivía en un departamento de 2x2 con mis hijos, sufriendo una atrocidad tras otra con la Justicia, mis hijos, la violencia que viví y las consecuencias que trajo”. Este jueves estaba prevista la declaración de Ortega por Zoom para las 14, señalado como testigo clave de la recuperación de Prandi tras los años más difíciles. “No tengo ninguna intención de cruzármelo o escuchar su voz. No hay una condena que equivalga a los años que me robó y a la vida que me tuve que replantear”, continuó.
Por su parte, Baños, miembro de la defensa de la actriz, remarcó la gravedad de la acusación que hizo el acusado sobre que su clienta solo quería dinero: “Es una desviación del punto fundamental y central que es el abuso sexual con acceso carnal, que tiene una pena que va de ocho a 50 años de prisión. Intenta desviar, antes intentó poner palos en la rueda y evitar la realización del juicio porque sabe el resultado”. Baños señaló además: “Lo aconsejaron muy mal. Todas las pruebas, evidencias, testigos y pericias dicen absolutamente todo lo contrario. En 30 años, nunca vi un expediente de abuso sexual con tanta evidencia”.
Mientras la Justicia evalúa cada testimonio, Prandi confesó cómo el proceso de sanación sigue siendo una lucha diaria: “Creo que voy a estar mejor, los recuerdos y las cicatrices quedan, pero hoy por hoy estoy entera. No soy la Julieta que no podía pensar, decidir o cómo pedir ayuda en aquel 2019. Mi psicóloga es clave en mi vida. No hay una semana en que falte a una sesión, puedo ausentarme en cualquier lado pero no ahí. Ella me recuerda cómo estaba el año pasado, las cosas que me salieron bien o pude lograr y, es verdad, estoy mejor”.
La jornada estuvo atravesada por la indignación de la denunciante frente a la estrategia de la defensa. La frase de su exmarido durante la instrucción quedó grabada en su memoria: “Y él terminó de condenarse al decir: ‘Nunca abusé de ella sin su consentimiento’. No tengo nada para decir, lo tomé como justicia divina porque lo traicionó su inconsciente y lo celebro”.
En el cierre, se refirió al valor de hablar pese a las trabas y al temor: “Uno habla cuando puede, yo tenía dos criaturas y decidí hablar incluso mucho después por la vergüenza que me provocaba. No lo hubiese hecho si no sintiera que fuese necesario para proteger a mis hijos. No te salva ser Julieta Prandi, ¡mirá lo que tardé en llegar a un juicio! Y si no tenés los recursos para pagar un abogado, ¿qué le queda? Hay muchas cosas que tienen que cambiar”.
De camino a Campana, Prandi habló telefónicamente con el equipo de Lape Club Social (América) y, consultada sobre el rol de Emanuel Ortega quien declarará esta tarde en su defensa, explicó: “Hoy habla Emanuel. Los abogados querían que esté porque me conoce desde el 2020 y él fue testigo de mi recuperación. Cuando llegamos a esa casa rota, sin muebles, hasta con la mesada arrancada, que faltaba un cocodrilo dentro de la pileta, no sé...”
La actriz repasó, emocionada, lo costoso que resultó empezar de cero tras alejarse de Contardi, el padre de sus hijos Mateo y Rocco. “Costó tanto y yo sin un mango para armarme de vuelta, sin cobrar alimentos y un montón de cosas, haciéndome cargo de los chicos, pagarles la terapia que me exigía la Justicia para demostrar que estaba mal y no querían ver al padre, todo sobre mis hombros caía,” se sinceró. Las secuelas emocionales se arrastran todavía: “Yo todavía desconfío de mi sombra, lo trato con Flavia (Crupi) me cuesta confiar en alguien”.
Los temores ahora se multiplican para la modelo. A punto de concluir la ronda de testimonios, reconoció: “Le dije a mis abogados que quiero que pidan la detención provisoria porque se destapó la olla y él no tiene nada que perder. No tiene escrúpulos, no me voy a meter en un problema haciendo públicas mis suposiciones, pero es capaz de todo. Yo me fui de casa porque estaba amenazada de muerte”.
El relato, de una dureza impactante, siguió con los abusos cotidianos: “Llegó a robarme los documentos, meter mi celular en un freezer, a cortarme el cable del módem para que no pueda mandar un email y mantenerme incomunicada. Mariano (Peluffo) me llevó a un trabajo... A mí me salvó ser una persona pública y no lo digo como una metáfora, sino que los que no son públicos terminan 10 metros bajo tierra”.
El testimonio sumó otra dimensión con la evocación de rituales y violencia simbólica. Sobre el actuar de Contardi, Julieta remarcó: “Él tiene un templo en San Martín, todas sus cosas suceden ahí... Los abogados, los escribanos, el lugar donde esconde sus imágenes de los rituales, son de ahí. Lo que recibí en la puerta de mi casa fueron palomas sin cabeza, después de irme y viviendo acá con mis hijos.”
Mientras la causa avanza y la Justicia evalúa las pruebas y testimonios, la actriz transita este camino acompañada de su entorno más cercano, en busca de un alivio y la esperanza de que su verdad sea escuchada y finalmente reconocida.