El discurso presidencial anunciando el Plan Estratégico Agroalimentario (PEA), ha sido interpretado en sentidos contrapuestos. Unos consideran que el gobierno ha cambiado de opinión respecto del agro. Otros, que se trata de un acto de campaña electoral.Mario Alarcón Muñiz Sea como fuere, el plan está en la calle. Demoró bastante. El primer anuncio del PEA y la convocatoria a las provincias, universidades y cámaras empresarias para participar de su elaboración, fue realizado por la Presidenta en mayo del año pasado, dentro del marco del Bicentenario. Entre Ríos adhirió dos meses después. Trabajaron en el proyecto cuatro consejos dedicados a temas académicos, agrarios, de producción y de desarrollo socioeconómico, hasta concluir en un texto definitivo que -dicho sea de paso- sólo conocemos en líneas generales a través del discurso presidencial del lunes y de las declaraciones de funcionarios. Esperamos leer algún día el trabajo completo. El tiempo perdidoPor lo que se sabe, el PEA es un compendio de muy buenas intenciones compartidas por la mayoría de los argentinos. Allá en los viejos tiempos de nuestra escuela primaria la maestra nos inculcaba la idea del "granero del mundo". El PEA la reactualiza. En síntesis, consiste en llegar a 2020 con una producción de 160 millones de toneladas de granos (hoy orilla los 100 millones) y la exportación de un millón de toneladas de carnes (en la actualidad 250.000). Es una buena meta. En un período mundial de gran demanda de alimentos y consiguiente aumento de precios internacionales, los países productores pueden fortalecer sus respectivas economías. Y así está ocurriendo. Tenemos la tierra, el clima, las lluvias. ¿Qué esperamos?Cabe reconocer, no obstante, que hemos perdido mucho tiempo en reyertas inútiles y desgastantes como la planteada en 2008, cuando el campo era el "enemigo destituyente". Ahora, frente a la realidad de condiciones externas favorables, el gobierno advierte -más vale tarde que nunca- la importancia del agro como sostén e impulsor de la economía nacional.Brasil ya avanzó y pasó al frente. En los últimos diez años, desde que comenzó a vislumbrarse la mayor demanda de alimentos, el país vecino duplicó la producción de granos y carnes bovinas y cuadruplicó la de carnes aviares y porcinas. En el mundo es el primer productor de carnes y el segundo de soja. Son datos útiles para reflexionar sobre nuestras políticas económicas, porque en el mismo período la Argentina, habiendo crecido en el rubro agrícola un 60%, perdió diez millones de cabezas de ganado vacuno y desaparecieron cerca de cien mil productores, en su mayoría pequeños chacareros. De lo que no se hablaEstablecidos los objetivos que son incuestionables, y comprometido el gobierno en alcanzarlos, resta ahora saber en qué sentido y de qué manera operará la política agropecuaria. No encuadra el proyecto de aumentar considerablemente la producción, dentro de las actuales medidas restrictivas que afectan las exportaciones de trigo y maíz. Dicho de otro modo: no se entiende muy bien cómo crecerán las cosechas si el productor no puede vender. Esta situación es la que salta a la vista porque desde hace por lo menos un año es motivo de reclamos constantes del sector rural.El PEA se sintetiza en una exhortación válida: producir más. El problema es que no revela cómo. Al menos hasta ahora el modo de lograrlo es un misterio. Tecnología, créditos, precios, estímulos, correcciones impositivas, comercialización, caminos, redes ferroviarias, componen una madeja de interrogantes que aún no han sido develados. Y por esos y otros puntos variados pasa la posibilidad de alcanzar los objetivos del plan.Como se trata de un tema económico, pero también social y humano, resta saber quién será el protagonista del crecimiento planificado. ¿Acaso los "pooles" de siembra? ¿Los productores pequeños y medianos? ¿Los grandes consorcios exportadores? Las preguntas no son descolgadas. En este momento trabajan 250.000 agricultores. De ellos 60.000 se dedican a la soja. Los exportadores son cinco, todos grandes consorcios internacionales que así como están las cosas terminan haciendo enormes diferencias a su favor. Los otros participantes de la cadena productiva miran el banquete desde afuera.Bienvenido el plan. Pero convendría conocer los detalles. De lo contrario se convertirá en una búsqueda del tesoro.