
El establecimiento educativo ubicado en el corazón de Pueblo Nuevo ajusta detalles para celebrar el centenario de su fundación. El viernes 16 en el patio de la escuela se conmemorará el aniversario con una cena para 400 personas.
Fue fundada en 2018. El paisaje desde aquel año a la fecha cambió notoriamente. De ser una zona de chacras y monte cerrado, pasó a una densamente poblada. En la actualidad concurren 400 chicos en dos turnos, contando el nivel inicial.
Como toda escuela necesita de aportes para mantener a un edificio centenario. Es así que la Municipalidad colaboró en distintas tareas, mientras que efectivos del Ejército Argentino trabajan limpiando el frente del establecimiento en calle Montevideo. Por su parte, internos de la Unidad Penal 2, lo hacen en el patio colaborando en la pintura.
El edificio tiene 80 años y buscan que llegue en las mejores condiciones para la fiesta que se celebrará el viernes 16 en el patio principal de la Escuela. La actual directora, Silvia Arrúa, manifestó que la idea es hacerla en el lugar donde la gente cursó sus estudios primarios, especialmente aquellos ex alumnos que se fueron del barrio y que volverán para ser parte de un hecho histórico.
La escuela evolucionó hasta el año 1986, cuando registró 685 alumnos. Luego fue decreciendo hasta llegar a los 400 actuales, en parte porque hijos y nietos de ex alumnos emigraron a otros barrios quedando en la zona un alto porcentaje de gente de más de 50 años.
Cabe destacar que hasta 1982 funcionó como Escuela 10, pero luego de la creación del Departamento Islas del Ibicuy, el Consejo General de Educación (CGE) realizó el reordenamiento numérico de las escuelas, y la 10 pasó a ser la 9.

Un poco de historia
Lo que hoy es Pueblo Nuevo, en principio fue conocido como "Los Saladeros" o de Basavilbaso, ya que la mayor parte de los terrenos eran propiedad del señor Adolfo Basavilbaso. El primer núcleo de familias estuvo conformado por los Ugalde, Fleitas, Mussio, Larrea, Garbino, Moussou, Lavigna, Unamuzaga, Zamboni, Coello, Villarreal, Tossi y Corbetto entre otros. A este grupo se le sumaron otros en el denominado "bajo", situado entre lo que hoy es Pellegrini y Costanera. En este núcleo sobresalen los apellidos Ríos, Piccini, Salva, Queipo, Siri, Portaluppi, Velásquez y Merello. Familias que se dedicaban a la caza y la pesca. El producto de la pesca se elaboraba en un saladero ubicado entre las calles José Ingenieros y Suipacha a la cual se accedía por Montevideo, pasando por detrás de la unidad penal. El resto del barrio era intransitable porque estaba cubierto por un monte de espinillos.
Años más tarde, con la llegada de la industria cárnica en base a ganado bovino comenzó el progreso del barrio con la creación de la escuela 10 en el año 1918; a lo que sumó la llegada de la energía eléctrica en 1933, la creación de la calle Pellegrini y la pavimentación de la misma en 1946.
La Escuela
La Leopoldo Herrera, entre 1918 y 1936, funcionó en distintos lugares. El primero fue en una casa ubicada en José Ingenieros y Pellegrini. Constaba de dos habitaciones, por lo cual se les daba clases a un número reducido de alumnos de primer y segundo grado. En 1921, la tarea educativa se trasladó a la propiedad de Luciano Peñalva, en proximidades de las calles Alberdi, entre España, Belisario Roldán y Fiorentino Ameghino, siendo su primera directora la señora Julia Puccio de Reverdito.
En ese año, se le concedió el nombre de "escuela", ya que en dicha institución funcionaban primer grado, primero superior, segundo y tercero con 50 chicos que provenían de familias de condición muy humilde.
Luego de 15 años, la comisión de consorcio y cooperadora de la entonces Escuela 10 compraron un terreno y lo donaron al CGE. Es así que en 1938, hace 80 años, la Escuela 10 comenzó a funcionar en calle Montevideo, entre Belisario Roldán y Joaquín V. González, ejerciendo el cargo de directora Juana L. de Gutiérrez.
La Cooperadora fue el alma del establecimiento educativo. En la Leopoldo Herrera funciona desde 1941, realizando festivales a beneficio y otros eventos, para ayudar a mejorar y mantener el edificio escolar.
El Frigorífico fue emblema de Gualeguaychú durante décadas. Además de donar el mástil principal, proporcionó carne para el comedor escolar, el cual daba de comer a los chicos carenciados del barrio.