“La escuela no va a existir siempre”
La escuela, tal como la conocemos, fue inventada en el siglo XIX. Es un artefacto social, por tanto, que puede desaparecer. De hecho la crisis educativa es un síntoma de que el modelo está agotado. Eso piensa Mario Carretero, el destacado pedagogo español que visitó Gualeguaychú. Aquí el diálogo que mantuvo con EL DIA.
Marcelo Lorenzo - Un colega y compatriota suyo, Ignacio Pozo, dice que hoy la escuela enseña contenidos del siglo XIX, con profesores del siglo XX, a alumnos del siglo XXI. ¿Cree lo mismo?Mario Carretero:- Es una apreciación interesante en la cual me parece que mi colega se refiere a algunas de las contradicciones que tiene el sistema educativo en este momento. Vista así es una caracterización general de un conjunto de situaciones, a la cual obviamente le faltaría un análisis más detallado -algo que me imagino habrá hecho mi colega- porque simplifica un poco las cosas. Habría que preguntarse, por ejemplo: ¿dónde?; ¿cómo?; ¿en qué nivel? Yo estaría de acuerdo con esa frase sobre todo en lo tocante a la secundaria más que a la primaria. Recoge más los problemas en el nivel medio. Aunque también matizaría diciendo que esos problemas eran más graves una década atrás. Si pensamos en los contenidos escolares que había en muchos países antes de la reforma de los '90 -por decirlo de alguna manera- la verdad es que eran contenidos realmente muy anquilosados y muy revisables.- Muchos chicos y adolescentes dicen que la escuela los aburre. La acusan de que no les aporta nada nuevo. ¿Usted qué piensa?- Yo estaría bastante de acuerdo. A mí me parece que la escuela necesita una renovación urgente. Urgentísima. ¿Por qué? Porque los cambios a los que estamos asistiendo ocurren a gran velocidad. Hoy damos por supuesto cosas que hace 10 años nos hubieran parecido impensables. Hoy damos por supuesto que le puedo mandar a usted un archivo de vídeo de equis capacidad, que llega a cualquier parte del mundo en 10 segundos. Hoy damos por supuesto que podamos hablar por teléfono vía Skype, y además nos veamos las caras y que todo esto sea gratis. Hoy damos por supuesto que un celular cueste menos que un libro en muchos casos. Hace 10 años hubieran dicho que es de ciencia ficción todo esto. Nos hubieran dicho: 'sí, está bien, pero no exageres'. Incluso hoy se están dando cosas más tremendas. La revolución que se está produciendo en el norte de África, en estos momentos, la protagoniza una población hambrienta, oprimida, y que sin embargo tiene un celular. Es decir, si lo pensamos bien es de un grado de contradicción notable. Cuando aparecen los celulares, a comienzo de los '90, ¿quiénes los poseían? Los ricos. Veíamos un señor en un avión con un celular y decíamos: este debe ser el dueño de la empresa o un millonario. Resulta que hoy celulares tiene todo el mundo, porque es una de las cosas más baratas que pueden comprarse. Y un celular en el norte de África, como dije, hace las veces de un instrumento revolucionario. Porque yo a través de este artefacto puedo transmitir información que un gobierno quiere ocultar.- Son las tecnologías de la liberación, como le ha llamado alguien...- Es así. Ahora, las bases sobre las que la escuela se ha construido son bases del siglo XIX. En este sentido yo sería mucho más radical que Pozo. Y diría ¿Por qué la escuela tiene que existir siempre y de la manera que existe, si en realidad eso no es así? La escuela no existió antes del siglo XIX. Sin embargo, damos por sentado que la escuela siempre existió. Es falso. En el siglo XVI no había escuela. En el siglo XVIII tampoco había. A comienzos del XIX no había escuela. ¿Eso significa que no había educación? No. Había educación, pero no a través de la escuela. La escuela es un artefacto social. Es un dispositivo social -al igual que la salud pública- que inventa la sociedad para responder a grandes desafíos, como instruir a la población. Pero ése no es el único desafío al que intenta responder la escuela. Hay otro muy importante -que a menudo olvidamos- que es la organización de la sociedad. Los hombres, y muchas veces también las mujeres, se incorporan a la industria emergente. Se incorporan a un régimen de trabajo ordenado, con horario y fuera de la casa. Ahí viene la cuestión de la ocupación de los niños. Este es el contexto social en el que nace la escuela. La familia extensa, donde convivían tíos y abuelos, empieza a desaparecer. Eso empieza a dejar de existir en las grandes urbes, surgidas de la industrialización, que recogen a la mayoría de la población. Entonces existe un problema de organización de la sociedad. Y la escuela empieza a cumplir una función en este esquema, que es la de ocuparse de los niños.
La escuela en casa, nuevo fenómeno
- ¿Es ese formato educativo el que está en crisis?- Exactamente. La sociedad responde a los desafíos del modelo industrial inventando la escuela. Pero eso no quiere decir que ese invento, ese artefacto social, esa manera de organizar las cosas, sea la que tenga que perdurar en la misma forma en los próximos tres siglos. A lo mejor hay que hacerlo de otra forma. Fíjese, le doy un dato para que vea que no estoy inventando las cosas. En Estados Unidos ha aumentado un 300 %, en los últimos 10 años, lo que se llama Home School. O sea, familias que deciden educar a sus hijos en su casa. No mandan los niños a la escuela. Por ahora es un porcentaje pequeño de la población estadounidense. Es decir en términos absolutos es una cantidad muy chica. Pero ojo, en términos relativos estamos ante un fenómeno en expansión. El sistema Home School ha crecido en una década un 300%. Sabemos que los fenómenos sociales han empezado así: asoman en forma diminuta hasta que alcanzan dimensiones importantes. El dato es que la educación en casa está teniendo un crecimiento brutal. ¿Cómo se ha producido este fenómeno? Muy sencillo: cada vez hay más impugnación social de la escuela por parte de las propias familias. Esto lo he podido comprobar ahora, ya que he estado 6 meses en Estados Unidos, en la universidad de Harvard, donde se está estudiando el fenómeno. La propia familia dice: 'yo no confío en esa institución para que eduque bien a mi hijo; quiero que mi hijo tenga buenos valores; quiero que aprenda bien las cosas; que piense bien. Entonces, lo educo yo. ¿Por qué? Porque lo voy a hacer mucho mejor'. Ése es un poco el razonamiento. Ahora bien, esto supone montarse en una organización. No es que cada familia educa por separado a sus hijos. Eso es imposible, porque además hay que salir a trabajar. Entonces la familia se pone de acuerdo con otras. Y así nace la escuela en casa. Y todas tienen actividades extraescolares. Usted tendría que ver en las páginas Web, las tareas que tienen, los libros de textos. ¿Y cómo hacen? Bueno, si yo soy miembro de esa organización donde hay 60 padres, a mí me toca una clase cada 15 días. Y doy yo la clase. Y me aseguro que sea muy buena.- Es un modelo de autogestión familiar.- Totalmente.- ¿Y esto tiene algo que ver con la 'escuela charter'?- No, eso es otra historia. La escuela charter es un asunto que tiene que ver con la manera en que se financia la escuela. Pero también responde a un tremendo desafío. ¿Por qué esta dicotomía clásica de la escuela privada o pública? A lo mejor da resultados una escuela privada, pero financiada por el Estado. Es decir, quiero que el Estado me ayude a escolarizar a mis chicos. Quiero tener más libertad de la que el Estado me da, para poder elegir. O yo quiero tener una opinión con respecto al grado de eficacia de esa escuela. Entonces ahí viene el tema de las escuelas charter. De las opciones respecto al financiamiento de la educación pública, que es para todo el mundo, una puede canalizarse a través de escuelas privadas.- El Home School parece, a todas luces, una experiencia más radical...- Aunque en estos momentos, es bueno aclararlo, sigue siendo algo no representativo. De todos modos, es un ejemplo de cómo no tenemos por qué pensar que la escuela tiene que ser siempre de la misma forma. Es más, ¿habrá escuela, tal como la conocemos hoy, dentro de 200 años? Le voy a decir mi opinión: pienso que no. Tal como la conocemos hoy, sin cambio de por medio, se dirige hacia una crisis sin retorno. Porque no termina de conseguir los objetivos que ella misma se ha fijado. Pero esto no sería en contra de la escuela. Yo soy un gran partidario de ella. Pero también creo que es muy importante que se repiense y se reinvente. Que piense cómo hacer mejor las cosas.
La tecnología llegó para quedarse
- Hablemos del docente. Parece claro que no puede competir con las tecnologías de la información, al menos en la transmisión de conocimiento. ¿Es así? - Esto es un clásico. En la teoría política emerge un pensamiento que dice: "si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él". Creo que esto se puede aplicar al estado de cosas en la escuela. O sea, no tiene sentido competir con la tecnología como fuente de transmisión de información. Ningún libro clásico puede competir con esos aparatos en rapidez, velocidad, color, y tantas cosas. Es incomparable. La escuela tiene que incorporar la tecnología. Es una realidad en muchas partes del mundo que cuando un chico ingresa por primera vez a la escuela lo hace portando una netbook. Por otra parte, eso sería lo recomendable. Desde mi punto de vista el chico tendría que estar con un dispositivo tecnológico en la mano. Ahora bien, ¡ojo!, eso no quiere decir que así se solucionen los problemas de la escuela. Eso no quiere decir que no tengamos entonces que responder a la pregunta de cómo usar ese dispositivo. Eso abre otro tipo de problemas pedagógicos. La tecnología en sí misma no va a solucionar los problemas de la escuela. Pero ésta no puede obviar que la transmisión de información, y su paso al conocimiento, se hace a través de dispositivos digitales.- Aquí se puede estar abriendo una brecha tecnológica al interior de la escuela... - Pero la tendencia es irreversible. Le cuento una anécdota interesante. Yo doy clases en la Universidad de Madrid. Este año he dado clases a cuarto curso y a segundo. En el cuarto curso aproximadamente el 30 % de los muchachos llevaba netbooks. En cambio, en el segundo, donde son dos años más jóvenes, cerca del 80% llevaba netbooks. Ahí se ve la velocidad del cambio. Cuando comento este episodio con otros colegas profesores, todos observan lo mismo. No es una casualidad. Hay que tomar conciencia que ya tenemos nativos digitales. Tenemos chicos que cuando aprendan a leer y escribir ya llevan 5 años usando dispositivos digitales. Ya saben usar el teléfono móvil mejor que su papá, ya saben manejar la agenda digital de su mamá mejor que ella.
No olvidarse de los valores
- ¿Saber usar la tecnología supone saber pensar?- En primer lugar supone pensar de otra forma. Eso en primer lugar. En segundo lugar, la tecnología no resuelve los problemas de la escuela. La escuela tiene dos grandes desafíos. Uno es instruir, pero otro es ordenar. Y para ordenar no basta tener a las personas en una misma institución. Hay que generar valores. Tiene que generar que ese orden se interiorice en los alumnos como una manera de sostener la necesaria solidaridad. Y los valores democráticos en los que se basa la sociedad civilizada. Eso no lo va a hacer la tecnología, lo tiene que dar el maestro.- Se suele insistir en que hay un desfase entre el conocimiento que imparte la escuela y las exigencias del mercado laboral. ¿Coincide con este diagnóstico?- Vayamos por parte. No estoy tan seguro que la escuela en su totalidad tenga que responder a los problemas del mercado laboral. ¿Por qué? Porque en primer lugar la escuela tiene diferentes funciones. Y una de ellas es la incorporación en el alumno de una serie de valores básicos que no dependen tanto de coyunturas específicas, de cómo cambia o no el mercado laboral. Es decir, ser un ciudadano solidario, ser un ciudadano comprometido, ser un ciudadano que crea en los valores de su sociedad. Esto es una cuestión básica. Después está la cultura general. Es decir, se necesita una persona que comprenda el mundo. Luego viene el aspecto específico que hace a su inserción laboral. Hay un ámbito determinado que es la formación profesional, que por cierto es importante. Lo que hay que evitar es instrumentalizar a la escuela.
Los chicos leen, pero de otra forma
- Muchos docentes se quejan de que los chicos no leen. ¿Es posible el conocimiento sin la palabra escrita?- No sé si los chicos no leen. En realidad los estudios sugieren que no puede decirse que un chico no lea si está equis horas chateando y mirando Facebook. El chico está leyendo, no cabe la menor duda. De hecho si no leyera no podría usar ninguno de esos instrumentos. Lo que está claro es que está leyendo de otra forma. Más segmentada, más en paralelo, con una atención dividida. A veces evidentemente más superficial. A veces en formatos más flexibles (...) En síntesis creo que hoy se está pasando de la galaxia Gutenberg a la galaxia digital. Estamos en pleno momento de quiebre. Por lo tanto, es muy difícil saber lo que está pasando. Estamos muy cerca del fenómeno. Por eso es muy complicado saber cuál es la naturaleza de ese cambio. Necesitamos más distancia, más investigación y más perspectiva.- ¿Y qué tendría que hacer la escuela?- Debería poner más énfasis en la lectura. Sé que es muy difícil. Pero los docentes deberían intentar que los chicos hagan de la lectura una capacidad importante. Ahora, habría que ver si eso lo podemos conseguir con estos nuevos formatos. Si el chico no lee un libro, quizá sí lea documentos que le mandemos por Internet. Por otro lado, también tenemos que ser conscientes que las tecnologías digitales son proclives a generar adicción. Esto no es un invento; está comprobado (...) Por otro lado, no todo es la escuela. Están las familias, quienes tienden a descargar responsabilidades en la institución escolar. Esto me parece grave, porque ya la escuela tiene muchos problemas, como para cargarle otros. Lo que no hace la familia, no lo puede hacer nadie. En este sentido, hay ciertos problemas que se le achacan a la escuela, que en realidad no son de ella. Es como si responsabilizáramos a la sanidad pública porque la gente fuma. Está claro que los efectos de fumar, como las enfermedades pulmonares o cardíacas, son un problema de los hospitales. Ahora bien, el problema es dejar de fumar, no hacer que los hospitales tengan más camas.
Ficha técnica
Catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid (de cuya Facultad de Psicología fue Decano) e Investigador de la FLACSO (Argentina), Mario Carretero disertó el jueves en Gualeguaychú sobre cultura y aprendizaje en la sociedad del conocimiento, invitado por el Instituto Superior de Enseñanza.Carretero realizó su formación doctoral en España y postdoctoral en Canadá y Estados Unidos, en cuyas universidades ha sido profesor invitado, así como en otras universidades europeas y latinoamericanas.
Especialista en el estudio del desarrollo cognitivo y su relación con la educación, ha publicado varios libros sobre el tema, que tienen reconocimiento internacional.Ha dirigido numerosos proyectos de investigación de entidades públicas y privadas, al tiempo que ha realizado una amplia labor de capacitación de profesores, a través de cursos virtuales y presenciales. Y su página web es www.mariocarretero.net
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