LA POBREZA GOLPEA EN LOS BARRIOS DE GUALEGUAYCHÚ
“La gente nos pide que volvamos a cocinar, pero solo podemos ofrecer una copa de leche”
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Los merenderos cumplen un rol fundamental en la alimentación de los niños y de numerosas familias. Antes de la pandemia ofrecían tres almuerzos, la copa de leche, una ayuda en la pobre dieta alimentaria de los argentinos. El virus y el posterior regreso a la normalidad golpearon fuerte en los merenderos que funcionan en casas de vecinos a los que no les sobra nada y en clubes que ofrecen una merienda a los chicos luego de los entrenamientos de fútbol.
Por Fabián Miró
Rosalia Giménez referente del Merendero La Esperanza en Clavarino 75 contó que solo estamos ofreciendo un vaso de leche acompañado por pan una vez a la semana, cuando antes de la pandemia podíamos dar un plato de comida tres veces a la semana. La situación económica es muy dura, la plata no alcanza, las donaciones son cada vez menores y el apoyo del estado bajo considerablemente. Dijo que gente que está en situación de pobreza e indigencia es cada vez mayor y duele no poder ayudar más.
A Rosalía y su familia no le sobra nada. Viven con lo justo y como a la mayoría de los argentinos cada vez se le hace más difícil llegar a fin de mes. Pero al igual que otras personas se interesa por los que poco y nada tienen, dando una mano en la dieta alimentaria en familias que están en el umbral de la pobreza y muchos en la línea de la indigencia. Dijo que “no es fácil ver pasar a chicos con signos evidentes de que no la están pasando bien, sobre todo en un barrio donde las oportunidades no son muchas y los asentamientos, en el caso de El Espinillo, no paran de crecer”.
Visitamos el Merendero para saber cómo afrontan una crisis sin precedentes, y como se las arreglan para ayudar a la gente. Mientras charlábamos pasaron un par de carros con chicos y no tanto a bordo que salían a recorrer las calles de la ciudad en búsqueda de cartones, bronce lo que fuese para luego venderlo en los centros de acopio a precios miserables, pero ese es otro tema.
Rosalía recordó que “en los inicios, hace 6 años, del merendero comenzamos sirviendo lo que se conoce como la copa de leche y a las dos o tres semanas empezamos a dar un plato de comida, en este caso el almuerzo los fines de semana. Luego con donaciones que recibíamos logramos sumar los días miércoles una cena”. Señaló que “pese a los vaivenes de la economía marchábamos hasta que llegó la pandemia y todo cambió. Se cortó lo que era el comedor por lógicas razones y se empezó a dar una bolsa de mercadería”. Desde hace un tiempo contó que “estamos dando la copa de leche únicamente a chicos del barrio, llegando hasta el merendero muchos gurises del Espinillo, asentamiento que sigue sumando viviendas más que precarias y que pese a contar con merenderos en el interior, los mismos no darían abasto a las necesidades de los pibes y no tanto”.
La “copa de leche la servimos los días viernes después que los niños salen de la escuela, acompañada por pan, galletitas, lo que esté al alcance de uno”, contó.
Consultada sobre por qué no estaba dando dos almuerzos y una cena, retrocedió en el tiempo y dijo que “en la pandemia cocinábamos y entregábamos las porciones en un tupper, olla, lo que la gente traía para llevarse su sustento. Lamentablemente lo que estábamos haciendo se cortó y se comenzó a dar una tarjeta nutrir para que la gente vaya a los negocios que estén adheridos a la misma a comprar mercaderías que era la misma que venía en la bolsa que yo entregaba, pero se han dado una serie de inconvenientes con este sistema, situaciones tales en que la gente va y no hay mercadería”.
Antes del Covid-19 la Municipalidad, una vez a la semana, llegaba con mercadería para los merenderos y duele no poder dar una mano como lo hacíamos con un grupo de gente hermosa que trabajaba para ayudar a quien más lo necesitaba, máxime porque uno vive el día a día y ve que cada jornada que pasa las necesidades se incrementan más. Nosotros somos mucho de conversar con las familias, con las madres, los padres, quienes nos cuentan lo dramático que es comer una sola vez al día, y una se siente impotente ante esta realidad que es muy cruda. La gente además de pedir porque lo necesitan preguntan cuándo vuelve el comedor; pregunta a la que lo podemos responder porque no la sabemos. Por el momento es muy difícil, dado que las donaciones de la gente común, bajó y mucho, debido a que esos vecinos también debieron ajustarse la cincha”.
En cuanto a la copa de leche contó que recibió “una tarjeta nutrir (8.000 pesos) para el comedor que con lo que compro la leche, algunas galletitas para servirles una copa de leche los días viernes chiquitos de meses hasta chicos de 14 años que promedian unos 50 “.
Otro de los temas que la desvela es el aumento del gas que “consumimos y mucho con un tubo que alimenta a una cocina de 6 hornallas cuando preparamos la leche y ni hablar cuando cocinábamos. Esos costos, hoy, son casi imposibles de afrontar”.
Indicó que fiestas puntuales “como las del día del niño, salvo en pandemia, nunca dejamos de festejarla con lo poco que tenemos y la solidaridad de la gente que en ocasiones como la mencionada siempre nos acerca algo. Son jornadas especiales donde podemos devolverles una sonrisa a un niño”.
