La Iglesia y la “cuestión social”
El humanismo antropocéntrico e individualista del Renacimiento se desplegó durante los siglos XVII y XVIII a través del racionalismo cartesiano, la ética relativista de Maquiavelo, el deísmo naturalista, el laicismo, etc.La concentración industrial en grandes empresas, la usura de los financistas y la explotación de hombres, mujeres y niños en trabajos extenuantes y sueldos misérrimos a partir de la Revolución Industrial, fue el resultado de un "Estado gendarme" que "dejaba hacer, dejaba pasar", limitándose a asegurar el orden, la seguridad y el resguardo de la propiedad privada.Esto va a dar lugar a lo que se ha llamado "la cuestión social".La Iglesia católica a través de Encíclicas y otros documentos ha venido advirtiendo sobre las consecuencias de la progresiva descristianización del mundo moderno, el materialismo, el hedonismo individualista y egoísta, en que los placeres materiales y el interés económico priman sobre la dignidad de las personas y el bien común.S. S. León XIII en la Encíclica Rerum Novarum de 1891 se pronunciará sobre este capitalismo liberal. Denunciará el escándalo de la condición de los obreros en la sociedad industrial. Dirá que cuando el capital esclaviza a los obreros, viola el recto orden social al despreciar la dignidad de la clase proletaria, la índole social de la economía y la justicia social o bien común.Por su parte el Liberalismo, con sus excesos, preparó el advenimiento del Socialismo.A partir de 1917 se impuso en Rusia el régimen comunista basado en el pensamiento de Marx, Engels y Lenin.Se puede tener una idea de sus persecuciones, matanzas y torturas mediante la lectura de "Archipiélago Gulag" del escritor ruso Solyenitzin, premio Nobel de Literatura 1970. Después de 7 décadas de sometimiento del pueblo ruso y de invasión violenta de países vecinos de Europa Oriental, se produce la caída estrepitosa del régimen soviético. La destrucción del muro de Berlin simboliza esta caída.Ya en 1937 S.S. Pío XI en la Encíclica Divini Redemptoris había condenado el comunismo ateo. No hay lugar en esta doctrina, dice, para la idea de Dios ni distinción entre espíritu y materia, ni sobrevive el alma a la muerte. Sostiene una idea de falsa redención en una época de miseria casi desconocida antes. Promueve la lucha de clases como cruzada para el progreso de la humanidad y la aniquilación de los que se oponen. Despoja al hombre de su libertad y quita toda dignidad a la persona humana. También es individualista; no se reconoce ningún derecho natural de la persona humana ni freno moral alguno. El hombre es un engranaje del sistema; rechaza toda jerarquía y autoridad, incluso de los padres; niega a la vida humana todo carácter sagrado y espiritual; aleja a la mujer de la familia y la arrastra a la producción y a la vida pública. Propone una humanidad sin Dios.Los sucesivos pontífices ratificaron y explicitaron el contenido de las encíclicas mencionadas supra.Prof. María Elena Unamunzaga
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