JUSTICIA POR LUCAS
La intimidad de la familia Bentancourt: Dolor, resiliencia y compromiso social
Luis, Olga, Manuela, Francisco y Cecilia se mantienen unidos. El recuerdo de Lucas está siempre presente junto a un profundo pedido de justicia. A días de cumplirse un mes del crimen que conmovió a la ciudad, abrieron las puertas de su casa para contar cómo viven luego de un hecho que marcó un antes y un después en su historia familiar.
“Lucas tenía proyectos, era muy alegre, tenía un corazón muy grande, siempre estaba preocupado por todos. Amaba su trabajo y lo disfrutaba”: así lo recuerda su mamá, Olga, una mujer fuertemente golpeada y atravesada por el dolor más grande que puede vivir una madre. Sus hermanos cuentan que le encantaba relacionarse con la gente y que le gustaba trabajar de mozo para tener contacto con las personas. Lucas era hincha fanático de River y le encantaba pintar, dibujar y hacer cuadros. Una obra de él decora el comedor de la casa de los Bentancourt, ubicada en el corazón del barrio Francisco Ramírez (338). Tenía adoración por sus sobrinas y la conexión con estas niñas de 6 y 9 años era única; a tal punto que su hermano Francisco, reconoce que después de una visita al barrio, “como por dos horas me decían tío y no papi”. La familia de Lucas Bentancourt se muestra fuerte y unida ante una de las tragedias más grandes y pide a toda la ciudadanía que no abandone el acompañamiento en las marchas ni el pedido constante de justicia. Aclaran que no es por ellos, sino por todos. No es sólo por la familia de Lucas, es por la ciudad, para que nadie tenga que atravesar nunca más esta injusticia y este dolor. “Cuando le contamos a Carmela (9) lo que había pasado con el tío, empezó a gritar: “Esto es una pesadilla. El tío es muy joven para morir, la gente es mala, la gente es mala”, recordó Francisco. “Mi hija más chica (6) ni bien entré a casa me dijo: ¿Y el tío Lucas? ¿Cómo le explico que le mataron al tío de una puñalada en el pecho?”
Una madre con dolor y sin rencor Olga se muestra atravesada por la angustia, pero firme junto a sus hijos y su marido, Luis. Todos tenían “una vida normal. Éramos millonarios sin darnos cuenta”, resume Luis y Olga interrumpe: “Éramos felices”. Ahora deben rearmarse para enfrentar un proceso judicial, marchar con los vecinos, responder a los medios, ver sus fotos en los portales; un cimbronazo que cambia rotundamente la vida. Olga es de esas madres de cuentos; fuertes, luchadoras y que no guardan sentimientos negativos en su corazón. “A nosotros nos puede el dolor de haber perdido a Lucas. Yo no tengo enojo con Genaro (Gutiérrez), yo lo que tengo es un dolor enorme por no tener más a mi hijo y de haber vivido lo que viví. Me enojan los jueces y que nadie lo cuidó. Porque un chico que tenía libertad condicional no puede salir sin tener un seguimiento. Mi enojo está ahí, pero el dolor de no tener a mi hijo me mata todo lo otro”, dijo Olga en medio de lágrimas. “Que me lo hayan matado así, haberlo escuchado gritar… yo corrí y corrí, y él alcanzó a abrir la puerta. Yo no sé si estaba vivo o no cuando yo salí, pero yo le hacía RCP (Reanimación Cardio Pulmonar) porque creí que le pasaba algo en el corazón, y no… después me di cuenta que tenía las manos llenas de sangre”, relató la madre de la víctima. Todos coinciden en la responsabilidad judicial y estatal en este caso. Los controles, las medidas preventivas, el seguimiento a los jóvenes que delinquen, los espacios de contención, todo es cuestionado y debatido en el seno de la familia. Manuela, señaló la falta de políticas públicas y la ausencia del Estado. Con insistencia pidió que la gente marche, que se movilice y que pida justicia, pero no sólo por la memoria de su hermano, sino para que esta tragedia no vuelva a pasar nunca más. “Mi hermano no va a volver más, y este chico va a poder estudiar, va a comer con los impuestos que pagan mis viejos y va a cobrar un sueldo cuando trabaje en la carpintería o la panadería del penal”, dijo el hermano de Lucas. “No quiero ser Blumberg” Francisco confiesa que se puso a leer el Código Penal para interiorizarse acerca de las posibles acciones que se podrían haber llevado a cabo en la vida delictiva de Genaro Gutiérrez (19) el detenido e imputado por el asesinato de su hermano. “Yo estoy enojado con este chico, pero más enojado estoy con la Justicia. Este chico venía delinquiendo desde hace nueve años, y ¿justo tuvo que pasarle esto a mi hermano para que quede preso? Están todas las leyes para que puedan internarlo, pero te dicen que en Entre Ríos no hay lugar para la internación. Tampoco le hicieron controles con tiras reactivas para saber si tomaba alcohol o se drogaba. Todo eso está en el Código Penal, porque yo mismo me puse a leerlo. ¿Pero para qué estudiaron los jueces?”, se preguntó. “Yo no quiero ser un Blumberg, pero las leyes son antiguas y la población ha cambiado muchísimo”, sostuvo Francisco en relación al crimen del joven Axel Blumberg, tras un secuestro extorsivo. Cecilia contó que hasta el momento han decidido no hablar con abogados. “Siempre que tenemos alguna duda hablamos con la Fiscal (Martina Cedrés) que está siempre dispuesta a explicarnos todo” y su mamá coincidió: “Yo tengo plena confianza en la Fiscal. Seguramente vamos a necesitar un abogado pero a mí me parece que trabaja bien”. El calor de la primera marcha Luis y Olga son los padres de Lucas. Juntos y en la cabecera de la mesa resaltaron que en la primera marcha se sintieron muy acompañados, “con un dolor enorme pero sintiendo el cariño de la gente”. “Para esta marcha nos sentimos más organizados, haciendo carteles”, comentó Cecilia, una de sus hermanas. Además, detallaron que los vecinos les pidieron permiso para hacer la primera marcha y ellos los apoyaron. “Lo único que tenemos es agradecimiento y lo único que pedimos para la segunda marcha que se hará este miércoles 3 de julio es concurrir sin banderas políticas, sin nombrarlo y sin insultos”, sostuvo Luis, padre de la víctima del crimen en el 338. En esta oportunidad, la manifestación partirá a las 18 horas desde la esquina del barrio, en Nágera y Gervasio Méndez, para volver a reunirse con más vecinos a las 19 horas en 25 de Mayo y Rocamora. Luis, un referente social Los hijos de Luis y Olga coinciden que el trabajo social distingue a la familia. “Lo heredamos de papá”, contó Cecilia. Su padre trabajó con chicos de sus 16 años de edad. En el 2015 comenzó a trabajar en el club Defensores que fue el club de los amores de Lucas. “Él quería trabajar conmigo y así fue. Se ganó a todos los chicos porque era muy simpático, les hacía bromas. Hay algo que no me voy a olvidar nunca fue cuando un día me abrazó y me dijo: Cuántos años me perdí de andar con esto, viejo”, relató Luis. “Cuando fuimos a trabajar al barrio Toto Irigoyen también se ganó el cariño de todos los chicos; porque dicen que es un barrio muy difícil, pero no es así. Son chicos que necesitan un poco de cariño y de amor y a nosotros nos sobraba eso. Siempre respetamos y cuidamos a los chicos”, recordó.ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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