UNA PORCIÓN DE LOS 240 AÑOS DE GUALEGUAYCHÚ
La Isla Libertad: un lugar surcado por la historia, las guerras, los próceres y hasta un fantasma
Ubicado frente a la costanera, este terruño ha sido centro de múltiples actividades sociales y hoy es ocupado por pintorescas residencias privadas. La tranquilidad que actualmente se vive en el lugar, muchas veces fue interrumpido por el sonido de disparos y los avatares de batallas épicas. Fue propiedad de Urquiza y hasta fue visitado por Sarmiento. Su construcción más paradigmática, el Castillo de Eloísa, no sólo se transformó en una postal sino también en una de las más famosas leyendas urbanas.
Por Amílcar Nani
“Frente a Fray Bentos, dice Garibaldi, pero sobre la costa opuesta, que pertenece a la provincia de Entre Ríos, echaron anclas nuestras naves. Abajo, como a ocho millas de Fray Bentos, y en la misma costa entrerriana, está la embocadura del río Gualeguaychú, confluente del Uruguay. El pueblo de igual nombre se halla lejano; como a seis millas de la boca. La provincia de Entre Ríos era enemiga nuestra; pero nosotros necesitábamos caballos y allí había muchos y excelentes. El pueblo de Gualeguaychú por otra parte, siendo un emporio de riqueza, capaz de proveer a nuestros pobres soldados de cuanto necesitaban, especialmente ropa para ellos y de arreos para los caballos, nos atraía de un modo irresistible. Pronto pues, nos decidimos a hacer la entrada”. Este es un fragmento de las “Memorias de Garibaldi”, donde se cuenta el asalto a Gualeguaychú hecho por José Garibaldi y que terminaron tomando por sorpresa a la milicia que en esa época debían cuidar este paraje que en esa época no era más que una aldea.
Esto deja en evidencia que, desde mediados del siglo XIX, el río y todo el paisaje circundante a este siempre tuvieron una vital importancia no sólo para el desarrollo de nuestra ciudad sino también para varios hechos históricos trascendentales para la historia de la Argentina. Y uno de esos elementos naturales, actualmente presente hasta el día de hoy, es la ahora conocida Isla Libertad.
Inmutable frente a la Costanera, su paisaje se transformó en una de las postales locales más paradigmáticas. La gran mayoría la conoce a través de la distancia del ancho del río, sin embargo, en sus costas e interior transcurre una vida totalmente diferente a la que se vive en la urbanización.
Esta isla pedregosa, rodeada de aguas tranquilas que aún conserva su vegetación autóctona como muestra de su fertilidad, es rica en sauces ideales para tirarse a dormir una siesta a la sombra las tardes de verano y es abundante también en una especie extravagante como lo es el membrillo, que varias generaciones de puretes cruzaron allí en bote o a nado para traerse unos cuantos a la ciudad.
Con callecitas pintorescas y ausencia total de vehículos motorizados, el presente transcurre allí con un pacifismo que ya es una marca propia. El sonido de los pájaros se mezcla con el de las ramas de los árboles los días de viento. La presencia de algún que otro perro que vive en algunas de las casas del lugar mueve un poco al estático paisaje de la monotonía.
Sin embargo, la Isla Libertad no siempre fue un lugar tranquilo y apacible, sino que por el contrario: fue escenario de batallas crueles y fue visitada por personajes históricos como Justo José de Urquiza y Domingo Faustino Sarmiento.
Historia convulsionada
En 1850 el dueño de la isla pasó a ser el General Urquiza. Después del pronunciamiento del 1 de mayo de 1851, Urquiza se radicó en Gualeguaychú y convocó a una reunión que se llevó a cabo los días 29 y 30 de junio de 1851, que alteró el monótono transcurrir de la vida diaria de vecindario.
En 1851 tuvo lugar un acontecimiento en Gualeguaychú y la isla no fue ajena: ese año comenzaron las tratativas de la formación del “Ejército Grande”, el cual estaba destinado a enfrentar a Juan Manuel de Rosas. Es por esto que llegaron desde todos los rincones personas a unirse al batallón que estaba conformando Urquiza, que culminaría en la victoria de la Batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852.
En esa época (1851), varias de las reuniones se llevaron a cabo en lo que luego sería la Isla Libertad, cerca de donde hoy está ubicado el Club Náutico. Fue en ese momento que arribó a ese lugar Sarmiento, quien terminó siendo designado boletinero del Ejercito Grande.
La historia de quien más tarde sería elegido Presidente de la Nación, disfrutó de los placeres de los paisajes y la frescura del río Gualeguaychú. “En la fiesta de la isla, que me traía enamorado por su graciosa colocación en medio de Gualeguaychú y en frente de la Aduana, convidome a bañarnos el Coronel Hornos. Es este un personaje notabilísimo del Entre Ríos, y el rival en otro tiempo de Urquiza”, dio cuenta Sarmiento en su libro “Campaña en el Ejército Grande sobre el chapuzón que se dio en el río y donde terminó narrando su participación en Caseros y los preparativos del mismo. Sin ir más lejos, el primer capítulo de esa publicación se titula “Gualeguaychú”.
“A orillas del río navegable que desemboca en el Uruguay, Gualeguaychú es una linda villa que aspira a sr ciudad y en los últimos tres años ha hecho grandes progresos gracias al comercio activo con Buenos Aires y a las producciones de la ganadería que de allí se exportan. Estas ciudades frescas, apresurándose a ser, tienen un poco del aspecto de las norteamericanas de la misma edad”, describió Sarmiento nuestra ciudad de mediados del siglo XIX, agregando que los habitantes locales “suministran algunos condimentos a la variedad de pescado de los ríos y a la abundancia de excelente carne, con lo que la mesa es regalada y carece de variedad para el ejercicio de la ciencia culinaria”.
El otro hecho transcendental y sangriento que tuvo como protagonista a la Isla Libertad ocurrió luego del 11 de abril de 1870, cuando fue asesinado Urquiza en mano de los revolucionarios liderados por Ricardo López Jordán, quien contaba con la adhesión de gran parte de la provincia.
Sin embargo, el amor hacia Urquiza de los gualeguaychuenses hizo que se reuniera un ejército que fue bautizado “Batallón 15 de Abril”, por la fecha que fue fundado, cuatro días después del asesinato del prócer.
Estaba liderado por Reynaldo Villar, suegro de Francisco Seguí, y secndado por Leopoldo Espinosa. Pero entre los oficiales figuraban nombres pertenecientes a familias prestigiosas y tradicionales de Gualeguaychú como Rómulo Delgado, Policarpo De la Cruz, Gervasio Méndez, Juan A. Casacuberta, Bautista Batallada, Yari Casanova, Marcos Aguilar, Olivio Acosta, Juan Antonio Carrera, Félix Jurado, José Luis Aranda, Pedro Rodríguez, Eleuterio Grané, Luis Luciano, Eduardo y Ladislao Barañao, Asencio Muñoz, Manuel Cepeda e Inocencio Fourques, el que vivió más años de todos ellos.
Enterado el presidente de ese entonces Domingo Sarmiento del asesinato de Urquiza y la designación como gobernador de López Jordán por parte de la Legislatura, este envía de inmediato una fuerza federal a cargo del General Emilio Mitre (hermano de Bartolomé) que llega por agua a Gualeguaychú al frente de un Ejército de Observación con 500 hombres y aquí se aposenta. Y entonces, por la furia de Sarmiento y la firmeza de López Jordán todo terminó en una verdadera bataola surcada por la sangre.
Las fuerzas nacionales y el “Batallón 15 de Abril” se refugiaron d en la isla, a la cual por entonces se podía acceder a caballo ya que a la altura de la actual calle 3 de Caballería había un banco de piedra y el islote “Ubajay” que se mantuvo hasta 1912.
Las fuerzas provinciales las sometieron a puro disparo de armas de fuego disparando desde la Aduana y el puerto; y el ataque fue resistido hasta las últimas horas del día, cuando los de la isla se quedaron sin municiones.
Fue entonces que abandonaron la posición embarcando en un vapor que los recogió frente al actual Camino de la Costa, para dirigirse hacia el Río Uruguay.
Uno de los legados de esa batalla fue que, en esa oportunidad, integrantes del “Batallón 15 de Abril” alzaron una bandera argentina que actualmente está siendo restaurada en el instituto Magnasco y que en algún tiempo podrá estar en exposición para que todos los vecinos y visitantes de nuestra ciudad conozcan su historia y la de los episodios ocurridos en este acontecimiento.
Sus dueños y sus fantasmas
En 2009, una crónica publicada en diario ElDía compiló buena parte de la historia de este terruño transformado en postal. En el texto se dio cuenta que en 1920 la Isla Libertad fue adquirida por Don Horacio Rebori, quien construyo un chalet frente al club Náutico. Años más tarde dicho señor obsequió a la profesora María Eloísa De Elia de Sala Hernández una parcela frente al puerto.
Fue ella quien diseñó el bosquejo del castillo que terminó siendo la edificación más emblemática del lugar. Esta edificación fue diseñada al estilo de las fortalezas medievales europeas, pero en escalas reducidas. Ella era profesora de dibujo por lo que tenía amplios conocimientos de historia del arte.
Ella contrata al arquitecto David Angelini para construir el chalet. Los materiales fueron transportados en botes, que los cargaban en una escalera de piedra del viejo puerto. Como no existía la gran explanada de hormigón y el viejo muelle de madera era más bajo, el castillo se divisaba desde la calle Tonelero (actual Del Valle) en todo su esplendor desde varias cuadras. Aunque el terreno no era extensivo, realzaba su belleza el fondo natural de una frondosa arboleda.
Eloísa contrajo matrimonio con Sala Hernández y tuvo dos hijos: Rafael y Pepito, quien padecía de hidrocefalia y murió a los 14 años, mientras que Rafael, al igual que su madre, hablaba varios idiomas y se graduó como ingeniero industrial.
En 1935 un hecho ocurrido en el castillo que disparó el chimento popular y toda una historia de fantasma que contribuyó, especialmente desde su abandono por la dueña, a darle ese hálito de misterio que tiene desde entonces.
Una mañana apareció degollada en su habitación la empleada doméstica que ocupaba la habitación trasera del lado sur. Se llamaba Blanca Sosa de 25 años. La encontró el lechero sobre la cama, empapada en sangre y al lado suyo había una palangana llena de sangre y las paredes todas salpicadas por la misma. El cuerpo apareció vestido con una muda de ropa nueva.
Según el lechero la joven se degolló usando una navaja, todo indicaba un suicidio y así se cerró la causa, pero nunca pudo saberse qué llevó a la muchacha a tomar tan trágica decisión.
Desde ese día, la leyenda dice que el ánima de la joven Blanca Sosa deambula por los límites de la Isla Libertad, buscando una paz que no supo encontrar en vida, y llenando de esta manera a ese terruño frente a la costanera de Gualeguaychú en un lugar más mágico y misterioso.