OPINIÓN
"La naturaleza no perdona nunca"
*Por Eduardo García Jurado Están reproduciéndose, en poco lapso, enfermedades de trasmisión viral con efectos inconmensurables en salud, economía y en todas las instituciones. Estaría fuera de discusión que este virus no es un producto de laboratorio, razón por la cual descartamos las teorías conspirativas. Los teóricos y relatores mediáticos del mundo globalizado del sistema capitalista tecnocrático-financiero, en sus versiones más serias, como causas sólo hacen referencia a deficiencias superables del sistema mundial vigente, con cierta analogía a lo que ya plantearon ante la crisis del 2008. Estados Unidos particularmente, provocó en ese momento el salvataje por parte del Estado, de bancos y empresa privadas, en otra intervención keynesiana. Oportunidad perdida para cambiar el modelo de desarrollo global. Aquel descontrol económico-financiero, según la postura hegemónica se debió a un sistema de producción-acumulación-financiero, que internacionalmente no supo imponer normas keynesianas para la situación de globalización. (Dani Rodrik-Capitalismo versión 3.0). En la crisis de 1930, el capitalismo encontró en las ideas de Keynes (economista inglés) la forma en que los conflictos recurrentes del libre mercado debían ser superados con la intervención del Estado, a quien solamente se le asignaba la función de garantizar la propiedad privada y la libre actuación de la oferta y la demanda de bienes y servicios. El “Dios mercado” sabía actuar, investigar, innovar, producir y asignar recursos y salarios. El “Dios mercado” sabía actuar, investigar, innovar, producir y asignar recursos y salarios. Esa intervención estatal anticrisis, dio lugar al Estado de Bienestar, asegurando la salud y la educación de todos sin distinción, vigente desde la posguerra (2da.) hasta fines de la década del 70. Tiempo donde afloró el llamado neoliberalismo, que impone un estado mínimo, pero garantizador de la nueva etapa capitalista en un mundo ya sin fronteras ni límites. Los servicios de salud y educación pública fueron reducidos a mínimas expresiones, y laboralmente asomó el concepto de precarización laboral. Recordemos que el origen contemporáneo de nuestra crisis económica, que hoy seguimos padeciendo, se dio bajo dichos principios neoliberales. Se afirmó entonces que “achicar el estado es agrandar la Nación”, y ante la crisis propia originada se pasó a la estatización de las deudas de empresas privadas, para “salvaguardar” el aparato productivo generador de riquezas y de empleo, para luego, en la década del 90 terminar privatizando hasta joya de la abuela (Y.P.F.). Ahora, quienes se aferran al sistema económico vigente globalizado, ante el rey desnudo (EE.UU.), cuyo sistema sanitario altamente privatizado no puede afrontar la pandemia, reflotan la otrora buena consecuencia de la crisis del 30: La economía mixta. Todos coinciden en ese error de no asignar a la salud pública una base de sustentación del propio sistema. La pandemia mata sin distinción, y a su vez causa un colapso económico sin precedentes. Desde Macron (Presidente de Francia) hasta los representantes demócratas y republicanos norteamericanos -con un Trump que va y vuelve en su calesita- anuncian que el mundo que viene tendrá en la salud pública un valor central e indelegable de todo estado, cualquiera fuese su nivel de capitalismo. El estado garantizando la salud pública que habilite la continuidad del sistema de producción, asegurando una población sana, puesto que sin consumidores se rompe el círculo económico-financiero. Esas son las soluciones del actual sistema para la continuidad del mismo. Lo que en política se denominó “gatopardismo”, cambiar algo para asegurar la continuidad del paradigma económico globalizado. Dicha postura nada dice de las auténticas causas de la pandemia que padecemos. Centraliza solo en los efectos, simplemente derivados del abandono del perfil humano del capitalismo de Estado de Bienestar descripto. Los etiquetados “fundamentalistas ambientales” ahora merecen atención, no descalificación. Desde la ciencia, independiente del coro consecuente con los intereses del establishment, hasta la contundente encíclica del Papa Francisco - Laudato Si (2015), se analizó y se adelantó que el sistema productivo-financiero global, basado en el consumo ilimitado es inviable, ya que nos llevaba a la destrucción de la madre tierra y naturalmente, de los seres vivientes. Nadie niega las ventajas que nos trajo la revolución tecnológica que hoy está en crisis, también es verdad que se ha podido alimentar a millones de personas, pero dicho sistema de producción industrial- con energías no renovables- y agropecuaria –con agrotóxicos- se ha basado en un desquicio con inmensos daños ambientales sobre el planeta y quienes lo conforman. El cambio climático, las recurrentes inundaciones y sequias, ya no pueden adjudicarse a procesos naturales, explosiones solares, etc. Es la actividad del hombre lo que produce estas consecuencias. Como se dice, y últimamente actualizo por el Papa Francisco, “Dios perdona siempre, el hombre a veces, pero la naturaleza nunca". Dios perdona siempre, el hombre a veces, pero la naturaleza nunca Personalmente, en Beijing (Pekín) hace cinco años no pude ver el Sol. La contaminación solo me permitió observar una tenue luz. No es casual que las últimas enfermedades de trasmisión viral provengan de Asia, y este coronavirus de la provincia de Wuhan, en donde ya existe el sistema de comunicación 5G (ondas de radio, campos electromagnéticos). No vamos a caer en la simpleza de reducir el círculo de responsabilidad a un solo país. La misma China, ante la producción ilimitada sin reparar en el daño ambiental, por propia autodefensa ya está concentrando esfuerzos en mitigar el daño. Es el sistema el que debe cambiar o ser superado, más aún si en sus lugares de origen y desarrollo (EE.UU. e Inglaterra) como una muestra más de su agotamiento, hoy se encuentran gobernados por dirigentes que cambian de opinión como de traje, según como venga el viento del interés electoral. No olvidemos que Trump no suscribió el acuerdo de Paris argumentando que el cambio climático, de existir, no era causado por la actividad antrópica. Hoy está a la vista que ante el parate del sistema productivo global, la naturaleza recupera su belleza (montaña, mares y especies). Y ahora Trump, luego de afirmar que el Coronavirus no era un grave problema, tuvo que cambiar de discurso para terminar acusando a la O.M.S. de haber sido la responsable de no prevenir la crisis, quitándole el apoyo presupuestario más importante que la sustenta. Crisis de salud, crisis económica y crisis de dirigentes del mundo que nos toca vivir y donde no queremos morir. No engañarse con la solidaridad del interés en conservar el statu quo, ya que sólo es para cada vez menos, y además nos llevará a la destrucción ante una madre tierra que no perdona. El sistema que cuestionamos es producto del hombre, solo la solidaridad del corazón nos permitirá ver la luz y producir el cambio. *Eduardo García Jurado. Prof. de Política Ambiental (UADER – Gestión Ambiental). Criminología (U.N.L.de Zamora). CEPES.
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