La peor forma de desafiar al destino

La sociedad actual se basa en un fenomenal y creciente consumo de energía, lo que no sería problema si su generación estuviese basada en una matriz de sostenibilidad. FundavidaOpinión Pero no ocurre así, las dos fuentes principales de provisión que sostienen el consumo del mundo actual son los combustibles fósiles y la fusión nuclear.Cualquiera de las dos es inviable a largo plazo porque como todos sabemos los combustibles fósiles se están agotando y contaminan severamente, las usinas atómicas son bombas de tiempo, sus residuos se están transformando en una pesadilla para los responsables de custodiarlos, porque son cada vez más y su crecimiento es geométrico, dado que a pesar de los discursos acerca de la energía renovable las respuestas que se siguen dando a nivel global frente a los aumentos de la demanda energética es con más centrales atómicas.Solo en España, y estamos hablando de un país que tiene apenas ocho reactores frente a los 100 de EEUU, los 58 de Francia o 48 de Japón, las centrales nucleares acumulan más de 3.569 toneladas de residuos, un volumen que ya no pueden manejar y que son tan peligrosos y perdurables que hipotecan el futuro de todos por cientos de miles de años con su radiación.El desastres de Chernobil en Ucrania, a pesar que por la dinámica de la información periodística pareciera que es un tema viejo sigue vigente, aún en los países lejanos como el nuestro, que si bien no son afectados por la radiación directa desde Europa oriental seguramente han recibido productos contaminados por la radiación vía la exportación ilegal de los mismos que nunca han cesado de hacer desde la zona irradiada.Pocos hablan de que luego del colapso una nube radiactiva se extendió por casi toda Europa. Llegando hasta Suecia, donde encontraron partículas radiactivas en ropas y enseres cotidianos a unos 1100 km de la central de Chernóbil.Luego del colapso de Fukushima la sociedad japonesa se sintió convulsionada por las consecuencias gravísimas a largo plazo sobre la salud de los japoneses, sin embargo y a pesar de que el gobierno japonés ordenó un apagón nuclear inmediatamente del colapso, ya ha retomado sus planes nucleares y prevé que para 2030, las necesidades energéticas locales vuelvan a ser resueltas en un 20% vía la provisión de centrales radiactivas.Pero lo que demuestran las tragedias de Chernóbil y Fukushima es que los desastres en las centrales nucleares no solo tienen consecuencias locales sino que su alcance es planetario.En el mundo hoy existen unas casi 500 plantas operando y la tendencia es a que ese número aumente a pesar de los miedos que sienten los ciudadanos comunes frente a este tipo de generación.La entrada al mercado de la oferta de China como constructor de plantas atómicas a bajo precio augura una nueva oleada de instalaciones y un aumento imprevisible de los riesgos consecuentes. Qué pasa en ArgentinaNuestro país no es ajeno a esta tendencia, hasta el presente existen tres centrales operando, dos en Atucha, Zárate -Bs As- y una en Embalse -Córdoba- pero en lo inmediato los planes son construir tres nuevas plantas; entre 2015-2025 el Plan Nuclear prevé una inversión de U$S 31.000 millones con la construcción de tres centrales nucleares, y las ampliaciones de Embalse y Atucha.En abril de este año se suscribió con la empresa nuclear rusa Rosatom, un convenio preliminar entre ésta y Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NA-SA) para la construcción de la sexta central nuclear en la Argentina.Además de las dos centrales de tipo CAREM (siglas de Central Argentina de Elementos Modulares) que es un proyecto de central nuclear de baja potencia (25 MW eléctricos) desarrollado la Comisión Nacional de Energía Atómica de nuestro país, uno a instalarse en la provincia de Formosa y el otro en Atucha, en paralelo con las centrales existentes en ese lugar.El dato a temer es que en pocos años más tendremos en el corazón del Río de la Plata nada menos que cuatro centrales nucleares, todas radicadas en el partido de Zárate, en Atucha. Tres de ellas convencionales y la cuarta un reactor experimental tipo CAREM.La proximidad de estas cuatro generadoras es una decisión temeraria porque si colapsara una de ellas, el resto lo hará por el efecto castillo de naipes.Si ocurriese, esta circunstancia impactaría de lleno en Buenos Aires, Rosario, Montevideo, Zárate, Campana, Gualeguay, Gualeguaychú, Colonia (ROU) y un montón de localidades más que cualquiera puede ver mirando un mapa.Evacuar la zona afectada es impensable, decenas de millones de personas serían las víctimas y la infraestructura industrial de nuestro país quedaría destruida.La magnitud de la amenaza es inconmensurable y nosotros seguimos actuando como si fuera totalmente improbable, que en realidad es la peor forma de desafiar al destino.
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