La pintora de la ciudad María Inés López expondrá en Colombia

"Me voy a encontrar por primera vez con gente que no conozco, pero sabe de mi obra", refirió la artista plástica en relación al público que estará presente en la muestra que tendrá lugar en la Fundación Casa Museo Grau, de Bogotá. Marcelo LorenzoLa producción de la creadora gualeguaychuense ha trascendido las fronteras del país. Hace tiempo que los cuadros de María Inés López se cotizan en el mercado internacional.Esta proyección se consolida en Colombia, donde hay un público que disfruta de su arte. El año pasado en Bucamaranga, situado en el nordeste de ese país, se presentó con "Historias Mínimas -de Quimeras y otros viajes-".Pero ahora la fundadora y docente del taller de arte 'La Bohardilla', que desde hace una década forma artistas a nivel local, recalará con sus cuadros en Bogotá, en la casa donde vivió el maestro colombiano Enrique Grau Araujo, hoy devenida en museo y centro cultural."Me voy a encontrar con ese público que hace años me conoce y ha comprado obras mías, de las diferentes etapas, pero que no conoce a la artista", comentó María Inés a este diario, en vísperas del viaje al país cafetero.La exposición individual de la pintora gualeguaychuense tendrá lugar entre el 29 de abril y el 13 de mayo. Según prevé, en la ocasión se encontrará con personas aficionadas a su arte y que están expectantes por la evolución del mismo.La artista local trascendió en los comienzos por llevar al lienzo paisajes de campo, un motivo vinculado a la imagen que proyecta la Argentina en el mundo. Pero desde hace un tiempo su pincel, como ella misma confiesa, se ha vuelto introspectivo, más reflexivo.En la serie "Historias Mínimas", que ahora se presentará en Bogotá, aborda la temática de la niñez, en la que la artista propone como mensaje comparar la infancia que ella tuvo con la de los chicos de hoy.Desde su visión, el niño del pasado se mostraba más seguro y creativo, porque participaba de una atmósfera de afirmación del mundo. Hoy, en un contexto más conflictuado e incierto, lo domina la inseguridad."El chico que jugaba en la vereda, jugaba a la bolita, que daba vueltas en bicicleta, desarrollaba un sentimiento de confianza en sí mismo. Y desde ahí aprendía a defenderse de sus pares y a encarar las cosas con creatividad. Yo creo que esto se ha perdido", confió.La temática de la infancia, sostuvo, le atrae porque la mirada del niño, ingenua e inocente, se emparenta con la del artista, que se rebela contra la visión más obvia de la realidad (propia del adulto), para descubrir su costado extraordinario."No hay mayor creatividad e imaginación que la que se da en el niño. Él percibe un mundo mágico en las cosas aparentemente más ordinarias, aunque esa condición se pierde en el hombre adulto. Creo que la obligación del artista, a través de su lenguaje, en mi caso el de la imagen y los colores, es reivindicar esa mirada", explicó María Inés.La pintora de Gualeguaychú tiene un currículum artístico notable. Ha cosechado premios provinciales, nacionales e internacionales. Sus cuadros, que han sido expuestos en salones y galerías de renombre, de aquí y del exterior, gozan de estimación por parte de la opinión especializada.Artista reconocidaDesde hace aproximadamente una década su trabajo se cotiza en una exigente plaza como Buenos Aires, y en otras ciudades del mundo, María Inés López se ha convertido en una pintora profesional.Eso significa que gana dinero con sus producciones y que un agente ("art dealer"), muy conectado en el mercado del arte y el tema de las galerías, vende su obra a un público de paladar exigente.Según la entrevistada, eso es resultado de la evolución de una vida dedicada a la pintura, de una larga trayectoria -"yo comencé a pintar a los 15 años"- que se fraguó en un trabajo de formación al lado de importantes maestros (con atelliers en Buenos Aires)."Estas cosas en algún momento llegan. Pero son muchos años de trabajo y de dedicación. Es cierto, he sido varias veces premiada y aceptada en museos y salones importantes. Pero también hay que contar los lugares en donde mi obra fue rechazada. Hay que poner todo en la bolsa", afirmó.El artista fiel a su vocación, sostuvo, no se rinde nunca, persevera. "Le he dedicado la vida a la pintura. Tengo un atelier, doy clases. Y debo decir también que he tenido suerte. La persona que lleva mi obra (que es coleccionista), por ejemplo, estuvo hace 15 años en el carnaval de Gualeguaychú. Preguntó por una artista local y alguien mencionó mi nombre. Se contactó conmigo y desde entonces empezó una relación que ha sido fecunda para mi carrera", contó María Inés.Del paisaje al mundo intimistaAnte la pregunta de este diario, la entrevistada dijo que su amor al caballete, a la actividad con los pinceles, sustancias y pigmentos, tiene conexión con el oficio artesanal de su padre."Papá era joyero, pero de los de antes. Él trabajaba en piedra. Tuvo la joyería más importante de Corrientes, cuando vivimos en esa provincia. Era un joyero de alma. No el que cambia la pila del reloj, sino el artesano", recordó.Con respecto a la evolución de su obra, la pintora sostuvo que tiene dos momentos claros, que coinciden con su propia evolución espiritual."Empecé a hacer paisajes de campo. Y eso fue lo que me abrió la carrera en las grandes galerías. Vendía mi obra al extranjero", destacó.Pero en un momento, comentó, la idea de representar el campo devino en una práctica insatisfactoria, por lo reiterativo. "Empecé a perder el interés. Pasaba días sin ir al atelier. Algo estaba sucediendo en mi interior. Una necesidad distinta", recordó.Decidió moverse del escenario. "Entonces -relató- empecé a pintar un paisaje que no conocía, que era el sur patagónico, y mi obra fue premiada. Cuando vengo del sur sigo pintando un año más. Pero empiezo a sentir de nuevo que tenía que salir del paisaje".Probando, tratando de que emergiera a la superficie lo que se estaba gestando en su interior, la artista pintó a un chico en medio de un fogón con una mirada que se dirigía al vacío."Algo me atrajo de eso. Miré varias veces lo que había hecho y vi que no estaba mal, que coincidía con lo que quería. Esto es algo difícil de explicar. Pero el hecho es que los artistas sentimos muchas veces, al momento de crear, que alguien o algo dirige nuestro pincel, no nosotros. Los que conocen mi obra en Buenos Aires, al ver lo que había hecho, me confirmaron. 'Ese es el camino', me dijeron. Y desde entonces mi arte ha cambiado, y refleja creo yo lo que siento en mi interior", comentó Mará Inés López, al describir la evolución de su obra.
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