La plaza de los árboles autóctonos

A algunos vecinos de la Plaza Belgrano les preocupa que se hayan plantado especies exóticas. Desde la comuna aseguran que se queden tranquilos, porque mantendrán el perfil criollo fundacional del arbolado. Por Marcelo Lorenzo Al hacer un balance del gobierno del intendente Pedro Jurado (1880-1946), Gustavo Rivas rescata una obra de su gestión que testificaría su conciencia ecológica: la plaza Belgrano.Jurado imaginó el enclave en el barrio Oeste -ubicado hoy entre calles Urquiza (norte), Paraná (este), 25 de Mayo (sur) y Mariano Moreno (oeste)- como un espacio esencialmente "criollo".Y por eso ordenó que se buscaran en los bosques del Gualeyán los mejores ejemplares de la flora nativa. Se trataba de que fueran trasplantados en la nueva plaza, a modo de rescate de la vegetación autóctona.Aunque se especula que también fue un gesto político de gratitud hacia los pobladores de esa zona rural, cuyos votos inclinaron la reñida elección local a favor de Pedro Jurado, que competió por la intendencia con Pedro Bachini.Lo cierto es que en el predio elegido por el progresista jefe comunal para erigir una plaza pública - una manzana adquirida en 1935- se forestaron especies gualeyas que aún hoy se conservan: Sombra de Toro, Arrayán, Espinillo, Laurel, Guayabo, Coronilla, Ceibo, entre otros.No es casual, por otro lado, que la Escuela N°91 del Gualeyán lleve el nombre de Don Pedro Jurado. Y esto a iniciativa del desaparecido Luis Jeannot Sueyro (el "Cura Gaucho"), ex alumno de ese colegio y vinculado fraternalmente con esa zona.Era una manera de homenajear al intendente que fue impulsor de los espacios públicos, y entre ellos el de Plaza Belgrano, cuyas plantas y árboles fueron traídos de la mítica Gualeyán.En 2007, al cumplirse cien años de comunidad educativa del lugar, como parte de los actos celebratorios, se realizó un singular ritual: se procedió al plantado de varias especies arbóreas alusivas a personas que fueron reconocidas por su aporte a lo largo de la historia de la escuela."Plantar un árbol significa querer continuar en el amor, luchando por la paz, bregando por la justicia". Así sintetizó la idea de la convocatoria la directora del colegio, María Cristina Gervasoni de Denaday. ¿Quieren cambiar el perfil? Alberto Flejas no sólo fue director de Turismo Municipal durante muchos años. También es autor de un interesante trabajo: "Plaza Belgrano, una historia del barrio Oeste", que recibió una distinción en 2010 del Grupo Itén, en el marco de los concursos monográficos que organiza anualmente esa entidad.Flejas cuenta allí anécdotas familiares sobre su barrio, y dice que de chico jugó en esa plaza, a la que lo unen lazos afectivos. Da cuenta, por lo demás, del mandato forestal de la Plaza Belgrano.En el origen se plantaron exclusivamente "ejemplares de flora nativa, característicos de la selva en galería típica de nuestra provincia". Al respecto, menciona estas especies: Sombra de Toro, Arrayán, Laurel, Guayabo, Corronillo, Francisco Álvarez, Curupi, Tala Lapacho Rosado, Ubajay, Moroti, Oleo Fraga y Espinillos.Sin embargo, en velada critica, señala que "en la actualidad se han extraído varios ejemplares autóctonos y se han reemplazado por variedades exóticas". Se trata, según le explicó luego a este diario, de una "política desacertada" que además supone un "desprecio por la tradición y al patrimonio natural y cultural de Gualeguaychú"En su opinión, la Plaza Belgrano, por su perfil propio desde el punto de vista del arbolado, no sólo es parte del acervo cultural, sino que es un atractivo turístico de la ciudad, siempre necesitada de más opciones al visitante."Parece que no interesa que se pierda algo con características propias que nos diferencias", le dijo a EL DIA, al señalar que por lo menos hace dos años en la plaza se plantó una conífera, una especie exótica, y las autoridades nada han hecho.Flejas contó que existía un grupo de vecinos, encabezados por el cura Jeannot, que llevaba un inventario de los ejemplares que habían sido plantados originariamente y se encargaba de reponerlos si se morían o plantaba alguna especie autóctona que no estaba incluida.Ayudaban al cura en su tarea "Gervasio Doello (p), Secchi y Lado". Flejas señaló que "con ellos tuve la oportunidad, varias veces, de reponer especies faltante". Al parecer, al fallecer Jeannot, esta tarea habría dejado de hacerse."Recuerdo que después la profesora Martha Alazar realizaba con sus alumnos, en forma anual, una jornadas de reconocimiento e identificación de las especies, colocando al pie carteles indicadores", destacó el ex funcionario.Por otro lado, el entrevistado señaló que así como Plaza Belgrano nació con árboles nativos, la Plaza Ramírez surgió como un espacio forestado con especies coníferas, también con exclusividad.Sin embargo, dijo, "me entero que el municipio inició una campaña de forestación en paseos públicos y plazas y el primer paso se había iniciado plantando especies nativas en Plaza Ramírez".El entrevistado comentó que hizo gestiones oportunamente ante la comuna, pero la "respuesta burocrática" que recibió, para la problemática de ambas plazas, fue que mostrara la ordenanza donde estaba establecido que eso fuera así.Flejas refirió que más allá de la existencia de esas ordenanzas (que él creen que existe pero cuyo número no conoce), "el dato es que en la ciudad se han respetado por muchos años, y esto por tradición, las características de ambas plazas". La idea es preservar el perfil criollo de la plaza En tanto Emilio Montefinale, titular de Espacios Verdes de la municipalidad, ratificó la decisión gubernamental de preservar las especies nativas de la Plaza Belgrano, al reconocer que es el único espacio verde de Gualeguaychú que tiene esa particularidad, desde su origen.Ante una consulta de este diario, el funcionario afirmó que no hay ninguna ordenanza que estipule que eso deba ser así, aunque aclaró que es parte de una tradición que la municipalidad ha asumido como propia."No hay ordenanza, sólo tradición", sostuvo, al tiempo que dijo no querer polemizar con Alberto Flejas. "De hecho, ya hablé con él sobre lo que pasa. Nosotros no plantamos el pino (un ciprés) en la Plaza Belgrano, entre calle Moreno y Urquiza, en ese cuadrante", aclaró.Montefinale indicó que fue una vecina la que plantó esa especie exótica, y eso aproximadamente hace dos años, y ahora el ejemplar tiene cerca de 2 metros. "Tenemos que sacarlo, es cierto", dijo tras reconocer que en 2012 la operación "se me pasó". "Tiene razón, ese pino no va ahí", admitió el funcionario, quien de todos modos se mostró molesto ante la tendencia de quejarse por los diarios o los medios de comunicación, en lugar de solucionar las cuestiones de otro modo."Conozco la historia de la Plaza Belgrano. El Padre Jeannot me la ha contado varias veces. Y nuestra tesitura es mantener la tradición", subrayó. Al respecto, dijo que si bien el grueso de las plantas en el enclave son nativas, hay algunas exóticas, como algunos olmos y fresnos."Queremos erradicar los olmos y reemplazarlos por nativos", afirmó, tras recordar que en la Plaza Belgrano se han empezado a discutir cuestiones tendientes a hacerla más inclusiva, aunque el perfil del arbolado mantendrá su impronta criolla.Otra es la historia, sin embargo, con la Plaza Ramírez."Históricamente había coníferas, que son exóticas. Pero se han ido secando y algunos ejemplares se han ido cayendo con las tormentas. A medida que se vayan muriendo, se las va a ir reemplazando", destacó Montefinale.Y aclaró: "Pero la plaza se llama Pancho Ramírez. Ahí está la cuestión. Se formó una comisión del barrio para discutir qué hacer. Tras varias reuniones, hubo consenso entre los vecinos respecto de la necesidad de que la vegetación tuviera un carácter más regional. Sobre todo porque hay un proyecto de empezar a reivindicar la figura de Ramírez".La decisión fue, entonces, empezar a plantar, en un cuadrado de la plaza, ejemplares nativos, al lado de las coníferas. "En realidad la plaza es hoy una mezcla", refirió el funcionario.Montefinale, en tanto, criticó la tendencia de querer montar una querella por los árboles, como si hubiese especies buenas y malas. "Estamos plantando árboles, no estamos plantando monstruos", remarcó."Acá, por ejemplo, hay gente que cree que el eucalipto es malo porque Botnia lo compra. Creen que chupa el agua. No es así. Los árboles no son malos. No es su función", destacó.Y agregó: "El árbol tiene que estar plantado en un lugar adecuado. Es decir que su ubicación es clave. Pero quien planta verde cumple una función importante. Los árboles toman dióxido de carbono y libern oxígeno. Eso es una función importante. Cualquier especie, sea eucalipto, una planta carnívora o una planta venenosa, es parte de la naturaleza".Por otra parte, comentó que la municipalidad decide, en éstas y otras cuestiones, consultando a los vecinos involucrados. "Aquí nadie se cree el poseedor de la verdad. En todo caso la razón la tiene la gente, no yo como funcionario. Lo que uno hace es gestionar, a veces con escasos recursos, pensando en el interés general. Creo que pensar en lo que hay que hacer en una plaza no es fácil. Porque la plaza cumple varias funciones. Por ejemplo, primero hay que pensarla para quien la usa todo el año, y después en el turismo", razonó. Un sitio con historia Según cuenta Flejas, en su ensayo sobre el Barrio Oeste, en el lugar donde hoy está emplazada la Plaza Belgrano, había en 1920 un conventillo donde "vivían marginales y cuchilleros", al decir de los vecinos de la época."La tapia que rodeaba la manzana estaba derruida y los gurises del barrio la saltaban para sacar frutas", relata. En el año 1935, durante la intendencia de Pedro Jurado, la municipalidad adquiere el predio con destino a Plaza Pública.Se trataba de una medida necesaria, según Flejas, para consolidar al progresista Barrio Oeste, que si bien estaba limitado por el terraplén de las vías del ferrocarril, "había empezado a crecer luego del traslado del Cementario a su actual ubicación", a lo que se sumaba la inauguración en 1913 del Hospital Centenario.Se inician entonces de inmediato los trabajos de demolición de las construcciones existentes, la limpieza del lugar, el trazado de veredas y canteros (un diseño que perdura hasta hoy).Para ponerle el nombre a la plaza, se realiza una compulsa pública. Al no llegarse a un acuerdo, cuenta Flejas, el concejal Clemente Goycochea propone el nombre del creador de la bandera.En 1940 fue levantado el mástil, en homenaje al Gral. Manuel Belgrano, y el 25 de mayo de ese año fue izada por primera vez la azul y blanca. En la rotonda central de la plaza, está ubicado el busto del prócer, con una placa del Rotary Club Gualeguaychú, del 20 de junio de 1956.Sobre calle Urquiza, se halla un monumento al Padre Colombo, fundador de la escuela de Artes y Oficios, hoy Enet N°2, con una leyenda singular: "Las grandes obras, las sueñan los santos locos, las efectúan los luchadores natos, las aprovechan los felices cuerdos y las critican los inútiles crónicos".Hay dos bustos más, uno que recuerda al doctor Pedro Jurado, bajo la leyenda: "Gran ciudadano, gran periodista, gran intendente". Y otro dedicado a Don Claudio Méndez Casariego, fechado en julio de 1986.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios