La Presidenta tiene todo en sus manos: su futuro y el del kirchnerismo
A esta altura más que advertencia parece un lamento. Las palabras de la Presidenta surcaron como un rayo el cielo kirchnerista: ¿es posible que no sea candidata? ¿Es posible imaginar ese escenario, sin ella plantada en el centro? La duda dejó de ser una suave brisa para transformarse en viento fuerte. ¿Y si no es candidata?Por Jorge Barroetaveña Cristina Kirchner ha aprendido a ritmo veloz en estos meses de soledad que nunca conviene decir toda la verdad. Un buen político se reserva para sí cierto caudal de información que hay que volcar cuando las circunstancias son más favorables. Algo de eso puede estar haciendo con su discurso ambiguo y la demora en confirmar si irá o no por la reelección. Desde hace meses, la Presidenta le ha puesto a sus discursos un hálito de incertidumbre. Golpeada aún por la desaparición física de su compañero de ruta y tratando de acomodarse a ser el centro de atención del poder durante las 24 horas del día, busca digerir como mejor puede el nuevo escenario. Las encuestas la favorecen más que nunca pero, ¿están dadas todas las condiciones políticas para un nuevo mandato? Las pujas desatadas debajo de sus pies, ¿auguran un segundo período conflictuado y tirante? Algo de eso debe percibir la Presidenta de la Nación por eso sus gritos políticos del jueves en José C. Paz, desde donde partieron las recriminaciones a sus propios aliados. Las palabras presidenciales tuvieron un solo destinatario: Hugo Moyano. El líder camionero actúa aún partiendo del supuesto que es Néstor Kirchner el que está del otro lado. No ha cambiado un ápice su metodología para conservar poder y pelear por más y sus gremios siguen siendo aparatos de protesta. El razonamiento que nace desde el pináculo presidencial es simple y contundente: si todos los índices indican que la situación de la Argentina está lejos de ser mala y a años luz del agujero negro del 2.001, ¿porqué no disminuye la conflictividad social?La respuesta es obvia: Moyano. Para la Presidenta el objetivo que persigue el camionero es presionarla con la metodología de la protesta agresiva para conseguir más lugares en las listas en las próximas elecciones y llegar a su aspiración de máxima que es colocar al vicepresidente. Hubo una seguidilla de acontecimientos en un puñado de días. Justo después que Cristina pidió calma y no desbordes, Pablo Moyano le contestó bloqueando destilerías en la Provincia de Buenos Aires. Y un gremio aeronáutico volvió a paralizar por enésima vez los vuelos de Aerolíneas. Desde el sur los petroleros también desataron una huelga salvaje por cuestiones más vinculadas a su interna gremial que a lo salarial. Y en la Provincia de Buenos Aires, Plaíni, mano derecha de Moyano, lanzó sin dobleces que antes que Scioli lo prefieren a Massa. Era demasiado. El lunes Cristina suspendió su agenda y se quedó un día más en el sur, pero el jueves estalló de furia. Entre sollozos disparó una frase inquietante: "No me muero por volver a ser Presidenta", y tras cartón enfocó los cañones a la CGT moyanista a quién acusó de usar la 'extorsión' como método de protesta.A un par de metros, el gobernador Scioli y los ministros se miraban azorados. Ninguno esperaba semejante discurso ni que llegara tan lejos poniendo en duda su continuidad. De golpe el telón pareció descorrerse. "Habló con el corazón", opinó un rato después Scioli. A esta altura creo que hay algo que debe ser tenido en cuenta y que el ambiente 'machista' de la política argentina ignora: las mujeres tienen tiempos diferentes a los hombres y suelen ser más sensibles que ellos. "Hablar con Cristina no es lo mismo que hablar con Néstor", reseñó no hace mucho un operador de la CGT. Y tiene razón. Los modos y los tonos, nunca podrán ser los mismos, aunque más de uno parece que no se ha dado cuenta.Las palabras presidenciales también tienen correlato en las encuestas. Los que siguen a diario los sondeos con la imagen de Cristina sostienen que sus peleas con Moyano, ante la opinión pública, en lugar de debilitarla la fortalecen. En el entorno presidencial saben que la imagen del líder sindical en vastos sectores de clase media es mala y especulan con eso. Es justamente el sector de población donde está el núcleo duro del antikichnerismo y de dónde podrían salir esos pocos puntos que le faltan para ganar en primera vuelta. Si la Presidenta tiene esto en cuenta en su enfrentamiento con Moyano sólo ella lo sabe aunque la pelea, en este aspecto, es funcional a sus intereses.De los ministros actuales, en la Casa Rosada se afirma que la mandataria sólo ha hablado con Boudou de cuestiones futuras. Deslizan que le encargó un paquete de medidas para lanzar en diciembre, descartando así que irá por la reelección. Pero no hay una consecuencia directa en público. En cada discurso la Presidenta sigue sembrando dudas y el jueves llegó más lejos aún. ¿Podría influir su salud? Es probable, tanto como que sus hijos, Florencia y Máximo le estarían aconsejando descansar por un tiempo. Por eso, la hipótesis del renunciamiento ya no es una locura ni una quimera. ¿Qué pasaría con el kirchnerismo en esa circunstancia? ¿Podrá alguien mantenerlo unido? Scioli es el sucesor natural pero su figura genera resistencias. Y más allá de él no parece haber mucho más. Es decir alguien con capacidad para aglutinar a toda la tropa y evitar filtraciones. Como desde hace poco más de seis meses, todo pasa por las manos de Cristina. No sólo su propio futuro sino también el de la estructura que la llevó y la mantuvo en el poder. Demasiado peso para una sola persona.
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