La Presidenta volvió a su esencia: medios, Moyano y los que no saben administrar
La Presidenta redondeó su mejor semana en mucho tiempo. Necesitó un par de sus últimos discursos, esos en los que comenta la realidad y fustiga a sus rivales preferidos: los medios, Moyano y los gobernadores díscolos. Jorge Barroetaveña Cristina Fernández de Kirchner se ha puesto obsesiva con los medios. De nada sirve recordarle que, en un contexto similar, sacó el 54% de los votos el año pasado y que la sociedad hizo oídos sordos a las posturas del establishment mediático. ¿De qué sirve ensañarse con el debilitado Grupo Clarín? ¿Tiene sentido plantarse ante los argentinos para refutar punto por punto lo que publican Clarín, La Nación o Perfil? ¿Llevarse los recortes y. como si fuera un columnista de un programa de televisión, dedicar largos tramos de sus discursos a dar su versión de la realidad, siempre contrapuesta a la que reflejan esos medios? Ella misma acaba de bautizar que existe la 'cadena nacional' de la mala onda y del pesimismo, en respuesta obvia a la seguidilla de críticas que hubo la otra semana por las veces que habló utilizando otra cadena, en este caso la estatal. ¿Vale la pena gastar energías en eso? Cualquier mortal diría que no pero sería negar la esencia del kirchnerismo. Para el oficialismo, forma parte de su razón de ser y el motor que la impulsa, ir planteando los muñecos a confrontar, aunque en el caso de los medios, habría que preguntarse qué significa ganar esa batalla. ¿No se supone que con la Ley de Medios se saldó esa deuda? Sino, ¿cuál es el objetivo final? ¿Acallar las críticas que molestan porque se considera que son 'desestabilizadoras'? ¿No forma esto parte de las reglas de la democracia que hay que respetar? ¿En nombre del proyecto nacional y popular hay que aceptar todo sin abrir la boca? Es difícil entender esa lógica y más aún, después de los años en los que el kirchnerismo coqueteó sin retaceos con el Grupo Clarín al que favoreció abiertamente. Néstor Kirchner se reunió muchas veces con Héctor Magnetto y no para saborear buenos asados precisamente. Nadie, en esos días ni antes, dijo esta boca es mía para denunciar todo lo que vino después. Es probable que nunca se sepa qué negociaron pero lo cierto es que, de un momento para el otro, lo que fue blanco se convirtió en negro, como si alguien hubiera descubierto un velo.Más allá de la tumultuosa relación que vino después, el kirchnerismo se convenció aquellos días que no es posible convivir con una prensa crítica. Que la crítica se considera oposición, como si se tratase de un partido político o una corporación más que responde a sus intereses. Las empresas periodísticas tienen intereses, como cualquier otra, pero los periodistas hacen de eso, periodistas. Como el médico que trabaja en una clínica, el ingeniero en una empresa constructora o el vendedor en una concesionaria de autos. La diferencia es que, el periodista, se ve sometido siempre a la lupa de la opinión pública. ¿Cuántas veces puede mentir sin que su credibilidad se vea afectada? Ese es su principal capital y si juega con él o lo bartolea, las consecuencias son graves. El oficialismo tiende a confundir periodistas con empresas, mete a todos en la misma bolsa y actúa en consecuencia o, en todo caso, sin medir mucho las consecuencias. Cuanto más virulentos son los ataques presidenciales, más virulenta es la respuesta de los medios aludidos, y así hasta el infinito. Pero Cristina, al cabo, encuentra su propia lógica en eso. Con una oposición siempre a la deriva, Moyano acorralado y los gobernadores maniatados, no quedan muchos rivales a la vista. De ellos proviene la leña que se necesita para mantener encendida la caldera.Scioli obtuvo lo que quería aunque la sensación de agonía quedó instalada. ¿Por cuánto tiempo más podrá aguantar sin pedirle plata al gobierno nacional? Rápidos, viendo que el bonaerense volvió a manotear del juego para salvar la ropa, el kirchnerismo ya anunció que promoverá la estatización de los bingos y casinos en la Provincia de Buenos Aires. La idea, no es mala, pero le apunta otra vea la espinazo sciolista. Quizás como el único signo de rebeldía que experimentó en los últimos días, Scioli se junto con José Manuel De la Sota, el cordobés que también tiene aspiraciones presidenciales para el 2015. No los unió el amor sino el espanto, porque pese a pertenecer a dos de los distritos más grandes, comparten penurias financieras. Pero el cordobés parece estar dispuesto a ir más lejos que Scioli, recurriendo a la Corte Suprema para reclamar que la Nación le envíe los fondos que le adeuda. De todas formas no fueron tan lejos y no hubo fotos juntos como pretendía el mediterráneo. A mitad de semana, desde La Plata, se encargaron de echar a rodar la versión que también existieron conversaciones telefónicas con otros mandatarios como el de Mendoza, el socialista Bonfatti y hasta el mismo Urribarri. Pero la confirmación nunca llegó.La meta que todos escuchan en la Casa Rosada es que hay que pasar agosto, pagar el vencimiento de los BODEN 2012 y después aguantar hasta diciembre, que hay otro vencimiento. Igual, varios mandatarios atesoran la promesa que, en el segundo semestre que ya arranca, la situación de ahogo experimentará un alivio y las remesas de la Nación revertirán la tendencia de la primera parte del año. En el medio el gobierno busca enemigos, y si no los encuentra los crea. Todo sirve para que la locomotora no se detenga.
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