La puja por el jugo
Uno de los temas centrales de la semana fue el conflicto, que hasta el momento persiste, entre el Sindicato de Choferes de Camiones de Entre Ríos y la firma RPB S.A., perteneciente a la familia Baggio.La semana pasada un grupo de camioneros, pertenecientes al gremio que conduce a nivel nacional Hugo Moyano, bloquearon por dos días el ingreso y egreso de camiones con productos e insumos a la planta ubicada en el Parque Industrial de Gualeguaychú. Esto originó que más de 200 empleados de la empresa dejaran sus puestos de trabajo y salieran al cruce de la protesta, exigiéndoles a los camioneros que levanten la medida.A Gualeguaychú llegó el titular de la Dirección de Trabajo de Entre Ríos, Oscar Balla, a mediar por una solución y a establecer un diálogo entre las partes que se dio en la oficina gubernamental local de calle España.Se convino que los camioneros levanten la medida y representantes de ambas partes se reunieran en la Dirección de Trabajo de Paraná el lunes pasado. Esta reunión no tuvo un final feliz y el conflicto pasó a un cuarto intermedio, mientras el gremio adelantó que el problema se iba a nacionalizar y profundizar.Y así fue. Desde el martes y a lo largo de la semana comenzaron a ser bloqueados los ingresos a las plantas que tiene la empresa en Concordia, Mendoza, Córdoba y el Centro de Distribución de Boulogne en la provincia de Buenos Aires.El miércoles, y por primera vez en la historia de la empresa de jugos, los empleados realizaron una marcha por el centro de la ciudad bajo una intensa lluvia, que finalizó en un encuentro con el Intendente Juan José Bahillo en el Palacio Municipal. En esta manifestación, los empleados fueron acompañados por referentes del campo y por los legisladores que tiene Gualeguaychú en el Gobierno provincial.Al día siguiente se desarrolló un nuevo encuentro en Paraná presidido por el Ministro de Trabajo Adán Bahl, al que asistieron los representantes de los camioneros, encabezados por su Secretario General y Diputado Nacional, Antonio Alizegui, y por el lado de la empresa acudió un representante legal.La ausencia de los dueños de la empresa molestó mucho a los camioneros y por ese motivo la reunión no fue muy fructífera. Enseguida se llamó a una conferencia de prensa en la Corporación del Desarrollo, donde el Gerente de Marketing de RPB, Eduardo Piccini, y el Gerente de Recursos Humanos, Héctor Curotto, explicaron a los medios la situación que "se agravó considerablemente".Por la tarde, el ministro Adán Bahl ordenó a la Dirección Provincial de Trabajo que dictara la Conciliación Obligatoria. A raíz de este dictamen, se levantaron los bloqueos que persistían en Cordoba, que se efectivizó ese mismo día, y en Concordia el viernes por la noche.Hay que destacar que esta medida impulsada por el Gobierno, que sirve para mediar y calmar un poco los ánimos y reentablar un diálogo de negociación, sólo sirve para lo que ocurre en la provincia de Entre Ríos. Las plantas de Buenos Aires y Mendoza continúan bloqueadas por los camioneros.¿Cómo continúa esta semana el conflicto? Mañana habrá una nueva audiencia en Paraná, donde cada una de las partes expone sus requerimientos en el marco de la Conciliación Obligatoria.Hay varios interrogantes que envuelven a este tema. La empresa estuvo prácticamente paralizada a raíz de los bloqueos que sufría en cuatro plantas en el país, ocasionando pérdidas a RPB y con la posibilidad de que los cientos de empleados que tiene a lo largo de la Argentina salgan perjudicados.¿Porqué los demás sindicatos no han emitido ningún comunicado al respecto? Recordemos que los trabajadores están adheridos a varios gremios, sin embargo ninguna Federación ha salido al cruce en defensa de alguna medida que los perjudique. Feudalismo sojero
El campo entrerriano, en este año del Bicentenario de la Revolución de Mayo, alcanzó la mayor superficie jamás sembrada. Pero gracias a una sola semilla (la soja), y en un contexto de franco retroceso de la vida rural.La paradoja la ha expuesto, en una sesuda nota periodística aparecida en la revista Análisis, el periodista Tirso Fiorotto. En los últimos 20 años "el área sembrada se multiplicó por tres, y al mismo tiempo el sistema expulsó a miles de familias", sostiene.El dato que impresiona es que en sólo dos décadas la soja tuvo un abrupto salto: ocupaba menos del 7% de toda la superficie cultivada en 1991 (con 55.000 há.), y hoy oscila en el 70% (con 1.309.000 há.).Se está cosechando a un volumen inusitado, batiendo todos los récords en área sembrada. Pero la contracara de esta productividad, es el retroceso de los otros cultivos.Es decir, el monocultivo supone una pérdida grave de diversidad productiva. El fenómeno, además, va acompañado de un retroceso notable de la economía agraria y de la vida rural.Hace 30 años la provincia contaba con el 60% de su población total viviendo en el campo. Hoy, apenas el 12% de la población total de Entre Ríos vive en zona rural.Esta merma poblacional es directamente proporcional a la caída de las explotaciones agropecuarias. En 1988 había 27.200 explotaciones, en 2002 menos de 21.600 y en 2008 se llegaron a contar 17.700, según los datos que aporta Fiorotto."Hay un dato por demás ilustrativo: de las 5.555 explotaciones que se perdieron entre 1988 y 2002, las parcelas pequeñas fueron 5.175, es decir: el 93 % de los expulsados eran pequeños y medianos productores. Y la tendencia continuó en los años siguientes", explica el periodista.Frente a estos números parece razonable deducir que habría una relación directa entre el monocultivo de la soja y un proceso de concentración de la tierra en Entre Ríos.Esto estaría vinculado, además, a los nuevos actores que hacen agricultura: pooles y fideicomisos, integrados con dineros que no provienen de la producción.El cuadro, así, se acerca a algo que se asemeja a un feudalismo sojero. Habría que recordar, comenta el periodista, que más de la mitad de los ingresos al Estado nacional por exportaciones son aportados por la soja y sus derivados.
El campo entrerriano, en este año del Bicentenario de la Revolución de Mayo, alcanzó la mayor superficie jamás sembrada. Pero gracias a una sola semilla (la soja), y en un contexto de franco retroceso de la vida rural.La paradoja la ha expuesto, en una sesuda nota periodística aparecida en la revista Análisis, el periodista Tirso Fiorotto. En los últimos 20 años "el área sembrada se multiplicó por tres, y al mismo tiempo el sistema expulsó a miles de familias", sostiene.El dato que impresiona es que en sólo dos décadas la soja tuvo un abrupto salto: ocupaba menos del 7% de toda la superficie cultivada en 1991 (con 55.000 há.), y hoy oscila en el 70% (con 1.309.000 há.).Se está cosechando a un volumen inusitado, batiendo todos los récords en área sembrada. Pero la contracara de esta productividad, es el retroceso de los otros cultivos.Es decir, el monocultivo supone una pérdida grave de diversidad productiva. El fenómeno, además, va acompañado de un retroceso notable de la economía agraria y de la vida rural.Hace 30 años la provincia contaba con el 60% de su población total viviendo en el campo. Hoy, apenas el 12% de la población total de Entre Ríos vive en zona rural.Esta merma poblacional es directamente proporcional a la caída de las explotaciones agropecuarias. En 1988 había 27.200 explotaciones, en 2002 menos de 21.600 y en 2008 se llegaron a contar 17.700, según los datos que aporta Fiorotto."Hay un dato por demás ilustrativo: de las 5.555 explotaciones que se perdieron entre 1988 y 2002, las parcelas pequeñas fueron 5.175, es decir: el 93 % de los expulsados eran pequeños y medianos productores. Y la tendencia continuó en los años siguientes", explica el periodista.Frente a estos números parece razonable deducir que habría una relación directa entre el monocultivo de la soja y un proceso de concentración de la tierra en Entre Ríos.Esto estaría vinculado, además, a los nuevos actores que hacen agricultura: pooles y fideicomisos, integrados con dineros que no provienen de la producción.El cuadro, así, se acerca a algo que se asemeja a un feudalismo sojero. Habría que recordar, comenta el periodista, que más de la mitad de los ingresos al Estado nacional por exportaciones son aportados por la soja y sus derivados.
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