
El Ejército Argentino fue una pieza estratégica del naciente Estado moderno. En Gualeguaychú su presencia se remonta a 1910, generando aquí un impacto cultural imborrable.
Marcelo Lorenzo
Como en otras localidades del interior del país donde desde época temprana existió una guarnición del Ejército Argentino, en cuyo ámbito se desarrolló la conscripción militar, en Gualeguaychú pervive una memoria castrense.
Ese recuerdo está presente sobre todo en las personas mayores que, algunos con nostalgia, todavía evocan los tradicionales desfiles militares o las famosas retretas dominicales en la plaza, protagonizadas por soldados y oficiales del regimiento local.
Según los historiadores, el Ejército nació con la Revolución de Mayo, constituyéndose en el brazo armado de los criollos en la guerra de la independencia, destacándose como jefe ejemplar José de San Martín, el Padre de la Patria.
Con las guerras civiles esa estructura se disolvió, siendo reemplazada por ejércitos y milicias provinciales. Eso fue hasta que la Guerra del Paraguay, entre 1864 y 1870, motivó la formación de un ejército permanente.
En 1880 asumió el gobierno el general Julio A. Roca, máximo referente de la Generación del 80 y en cuyas dos presidencias (1880-1886 y 1898-1904) se sentaron las bases del Estado moderno argentino, que incluyó la organización profesional del Ejército.
Durante este período se acometieron reformas institucionales trascendentes, como la Ley del Matrimonio Civil, la Ley 1.420 que universalizó la enseñanza primaria (que a partir de entonces debía ser laica, gratuita y obligatoria) y la creación el servicio militar obligatorio en 1901.
El período 1880-1930 comprende el ciclo histórico en el que la elite liberal dominante emprendió la construcción del Estado-Nación en un contexto en el cual el país se había abierto a la inmigración.
Las reformas educativa y militar apuntaban, justamente, a generar un sentido de pertenencia (construcción de un "nosotros") desde el aparato estatal, cuyos dos resortes ideológicos básicos fueron la Escuela y el Ejército.
En este contexto la experiencia de la conscripción (popularmente llamada "colimba") no sólo perseguía reclutar soldados entre la población por motivos de defensa nacional.
También buscó transformar a los jóvenes varones en hombres adultos, ciudadanos argentinos y soldados, a partir de la incorporación de la disciplina y los valores castrenses, centrados en una épica de la argentinidad.
La idea era que ese mensaje nacionalista lograra permear al resto de la sociedad civil, de suerte que se replicara en la fábrica, la política, el espacio urbano y las relaciones sociales en general.
Al propio tiempo el Ejército, cuyo fundamento ideológico central quedó relacionado a la noción de Patria, devino en una institución de prestigio ya que la carrera militar fue una palanca de ascenso social, sobre todo entre las clases medias ligadas a la inmigración.
ANTIGUA PRESENCIA MILITAR

El primer acantonamiento del Ejército Argentino en la ciudad fundada por Tomás de Rocamora coincidió con el centenario de la Revolución de Mayo y en un momento en que Gualeguaychú se movía alrededor del puerto, que no sólo hacía fluir riqueza sino que "europeizaba" a la sociedad nativa por la llegada de extranjeros.
Se trató del Regimiento 10 de Infantería, que se emplazó en las instalaciones que la Sociedad Rural tenía en la Avenida Rocamora, cuyos corralones se adaptaban a los requerimientos de un cuartel militar.
La entidad rural cedió ese inmueble luego de que sus socios, en asamblea, consideraran que
"el traslado efectivo de un cuerpo (de Ejército) importaba una conveniencia de utilidad general a la población, no sólo en el sentido económico sino para los efectos de poder hacer en él la conscripción los hijos del Departamento", según consta en las actas de la institución publicadas por el periodista Marco Aurelio Rodríguez Otero (nota del año 1997 en "Cuadernos de Gualeguaychú", del diario El Argentino).
El Regimiento 10 de Infantería, que arribó a Gualeguaychú bajo el mando del Teniente Coronel Telmo Pereyra, permaneció en la ciudad hasta 1928 (trasladándose luego a Concepción del Uruguay) y según Rodríguez Otero
"dejó una estela imborrable de significativos recuerdos".
La interacción de la fuerza militar con la sociedad nativa se expresaba de distinta manera. Hay que tener en cuenta que por entonces Gualeguaychú era un pueblo de alrededor de 8.000 habitantes cuya sociabilidad giraba alrededor del espacio público, en fiestas religiosas, cívicas y militares.
Al respecto se sabe que la banda del 10 de Infantería, muchos de cuyos miembros eran inmigrantes italianos, concurría a tocar la retreta, los jueves y domingos, a la tarde, por calle 25 de Mayo.
Esta función musical o concierto al aire libre, animada por las bandas militares, fueron eventos muy concurridos e ineludibles en la apacible Gualeguaychú de entonces.
En este tipo de representación la institución militar buscó un nexo de unión artístico-musical-patriótico entre ella y el pueblo.
Además el Regimiento realizaba un paseo por las distintas calles de la ciudad, saliendo el cuartel -ubicado en Rocamora y Goldaracena- y regresando allí, a la tardecita.
Luego de disponerse el desplazamiento del 10 de Infantería a Concepción del Uruguay, Gualeguaychú se quedó sin guarnición militar durante 9 años. Hasta que en enero de 1938 se instaló, también en el predio de la Sociedad Rural, el Batallón 3 de Zapadores Pontoneros (pertenecen al arma Ingenieros y se dedican a armar estructuras y remover obstáculos), bajo el mando del Teniente Coronel José María Trindade.
En su reemplazo, vino el recordado y mítico Regimiento 3 de Caballería "Brigadier General Marín Rodríguez", un cuerpo castrense al que le tocó inaugurar los modernos cuarteles de calle Urquiza al oeste, sede desde entonces de la guarnición militar Gualeguaychú.
La presencia del "3 de Fierro" -como se llamaba por sus hazañas en batallas durante la Campaña del Desierto, la guerra con el Imperio del Brasil y la de la Triple Alianza- , fue muy gravitante en la ciudad.
Esto no sólo porque permaneció aquí durante 20 años, desde diciembre de 1945 hasta noviembre de 1964, sino porque logró ganarse el afecto de la sociedad nativa, al punto que una calle céntrica lleva su nombre.
Los que pintan canas destacan aquellas cosas que dieron fama local a esta fuerza militar que vino procedente de Gualeguay, haciendo que grupos de militares y sus familias, que integraban esta unidad, echaran raíces en la ciudad.
Aparte de los lazos humanos que se generaron con el cuartel por la camada de jóvenes locales y de otros lados que hicieron la conscripción en ese enclave, permanecen en la memoria los desfiles a caballo en las fiestas patrias, la actuación de la fanfarria los domingo en la plaza San Martín y la cita obligada de los gualeguaychuenses a la tradicional retreta.
Pero también los mayores recuerdan la acción efectiva y solidaria de la guarnición local cada vez que surgía una emergencia colectiva, como la inundación de 1958, que fue devastadora.
Por otro lado, cabe mencionar que el Ejército contó con un extenso predio en la zona conocida como Plaza de Aguas (hoy un lugar paradisíaco a metros del río, con montes de galería), un sitio que fue campo de entrenamiento militar durante la primera mitad del siglo XX, y que luego fue donado al municipio.
MÁS ACÁ EN EL TIEMPO
La guarnición local con asiento en las instalaciones de Urquiza al oeste se ha mantenido hasta el presente, pero durante la segunda parte del siglo XX y comienzos del XXI ha sido ocupada por diversas unidades.
En el año 1964, aquí se crea el Escuadrón de Exploración N°2 (dependiente de la Segunda Brigada con asiento en Paraná), el cual permaneció hasta 1979, cuando es reemplazado por el Destacamento de Exploración de Caballería Blindada N°121 (dependiente del Quinto Cuerpo del Ejército).
En 1992 en la guarnición local se instala el Regimiento de Caballería de Tanques N°12 "Duque de Caxías", el cual en 2013 se reconvirtió en Regimiento de Caballería de Exploración N°12 "Dragones Coronel Zelaya", hoy en funcionamiento.
En el año 1994, el asesinato de un conscripto de 18 años, Omar Carrasco, por otros dos soldados instigados por un oficial, puso en tela de juicio al servicio militar.
El 31 de agosto de ese año, durante el gobierno del presidente Carlos Menem, se suspendió por ley el Servicio Militar Obligatorio, convirtiéndose la conscripción en algo voluntario.
El prestigio del Ejército y su influencia en la sociedad argentina fue mermando en la segunda mitad del siglo XX por avatares vinculados a la intervención de las Fuerzas Armadas en la política (sucesivos golpes militares), su controversial participación en la "lucha contra la subversión" durante el llamado "Proceso de Reorganización Nacional", y la derrota en la Guerra de Malvinas.
Ahora mismo las Fuerzas Armadas, y en particular el Ejército, buscan adaptarse a las exigencias del siglo XXI, sin perder de vista que su misión sigue asociada a la defensa del país.