TRASTORNOS ALIMENTICIOS Y LO NOCIVO DE “LLEGAR AL VERANO”
“Las infancias crecen en una sociedad que les enseña que hay un cuerpo bueno y uno malo”

Llega el verano y junto al calor, se suma un bombardeo de imágenes sobre cómo debería ser nuestro cuerpo. Ahora ElDía consultó a profesionales del tema para conocer cómo afecta a niños y adolescentes los constantes mensajes sobre delgadez, gordofobia, ansiedad y “el cuerpo perfecto”.
Mónica Farabello
Belén Moneda es nutricionista y su mirada es actual, desprejuiciada y diferente a lo que se consume a través de los medios masivos. Ahora ElDía la contactó para conocer más sobre trastornos alimenticios y derribar el falso objetivo de “llegar al verano”.
La profesional explicó que “los trastornos alimenticios son de origen emocional y se presentan como una alteración en el vínculo con la comida y la corporalidad. Actualmente me llaman mucho de las escuelas para dar charlas. Es muy importante dar información, prevenir, bajar los niveles de bullying y el maltrato entorno a estos temas. Como personas mayores tenemos mucho por hacer y es importante preguntarse si somos los adultos que necesitamos cuando nosotros éramos niños”.
Respecto al impacto en niños y adolescentes respecto de esta problemática, la nutricionista contó que “los trastornos alimentarios están apareciendo a edades cada vez más tempranas. Estas conductas de no querer comer están súper instaladas y son cosas a tener en cuenta. Es muy importante poder visibilizarlo a través de los medios masivos y poder llegar más temprano al diagnóstico”.
“Porque una vez el niño o niña haya manifestado que no quiere comer o que no le gusta algo de su cuerpo, no podemos hablar de trastornos alimentarios, pero sí podemos ver que ya hay signos o síntomas para trabajar”, explicó Belén y agregó que “en algún punto, lo que pasa es un llamado para los adultos. Las infancias no crecen odiando su cuerpo o catalogándolos como buenos o malos; o que es mejor ser flaco que gordo, o tener el pelo lacio que rulos. Esos son conceptos que van escuchando e incorporando de nosotros, los adultos. Más allá de la corporalidad, ¿qué le decimos a nuestros chicos? Nosotros como sociedad hemos implementado darle este valor, donde se ubica a la delgadez como un lugar a llegar; como un sinónimo de éxito y de salud, cuando esto no es así y lo ha demostrado la ciencia. No es romantizar la obesidad; es algo cierto: no necesariamente para ser sano tenés que estar delgado”.
“La delgadez está asociada a la belleza, al valor, a la aceptación, al éxito, e incluso las mujeres necesitan tener un cuerpo delgado, fitness, y con el objetivo casi único de gustarle a un hombre. Es bastante limitada esta mirada; porque si además, sos una mujer que no sos delgada, necesariamente tenés que estar haciendo algo para llegar a esa delgadez. Sino sos una descuidada, sos una vaga o no tenés voluntad”, reflexionó la profesional, respecto al valor social que influye en los trastornos alimenticios.

“Las infancias crecen en una sociedad que les enseña que hay un cuerpo bueno y un cuerpo malo; no sólo sobre la delgadez, sino sobre la eterna juventud y otras exigencias o estándares. Ellos escuchan, y crecen con ese mensaje, por eso es muy importante hablar de la emocionalidad. Hoy, papá y mamá trabajan mucho y ellos pasan más tiempo solos, y muchas veces no se educa desde el registro de las emociones. Muchos de estos trastornos alimentarios son de origen emocional y eso que le pasa a una persona, lo gestiona desde la corporalidad y desde la comida con el vómito, contando calorías, exceso de actividad física o restringir y tener miedo a aumentar de peso”, detalló Moneda.
Además, aseguró que es importante que los chicos crezcan en un entorno donde se les permita expresar esas emociones, tansitarlas y ponerlas en palabras. “Yo ví con mucha preocupación cómo se les decía a niños que iban a vacunar contra el Covid, que si no lloraban los iban a felicitar, y a regalarles golosinas. Entonces, por un lado se reprime las emociones y por el otro lado, se premia con comida”, alertó.
En el mismo sentido, aseguró que hay cosas que son muy sociales como: “terminá el plato para no despreciarle a la abuela”, y tal vez el niño ya no tenga hambre.
“Nosotros nacemos con la registro de hambre y de saciedad, pero después lo vamos perdiendo por todas estas cuestiones sociales. En las escuelas lo mismo: los chicos se levantan -desayunan en el mejor de los casos- y a los 40 minutos ya tienen un kiosco con comida disponible. Biológicamente, es imposible que ya tenga hambre; pero es un incentivo a estar comiendo y picoteando constantemente, y son conductas de riesgo para los trastornos alimentarios: el picoteo y el premio y castigo a través de la comida”, relató la profesional.
La salud y el IMC
La nutricionista consultada por Ahora ElDía argumentó que los trastornos alimentarios son multicausales, hay muchos componentes que se van sumando. “Hay que enseñar que el valor de la persona va mucho más allá de la delgadez, insistiendo en que la delgadez no tiene que ser sinónimo de salud y superioridad”, sostuvo.
Además, respecto del índice de masa corporal (IMC) tan popular en revistas de dietas y en columnas de salud en la TV, Moneda opinó que “es parte de un sistema de salud muy arcaico. El índice de masa corporal fue desarrollado por un matemático que se llamaba Adolphe Quetelet. Él buscaba la perfección del hombre europeo blanco; y eso, por alguna razón se convirtió en un indicador de salud. Imaginen que no aplicaría para mujeres, ni para personas de otras razas. Es una locura; se buscaba la perfección”.
Por otra parte, relató que muchas veces la corporalidad está ligada a un evento traumático. “Muchos chicos que han sido gordos, han sufrido burlas en la escuela; y de adultos ‘linkean’ esto con la meta: “No tengo que volver a ese cuerpo, porque eso me liga al sufrimiento y vulnerabilidad”. Esto puede presentarse como un miedo a sacarse el short o ponerse una malla; pero detrás de eso hay una persona que sufre y que nos está contando una historia. Hay que dejar de banalizar estos temas; no son tontos que quieren dejar de comer para ponerse una malla: son personas que sufren”, resumió.
Para cerrar, resaltó que “también vemos personas que por problemas externos o ansiedad, comen, y si bien esto no es un trastorno alimenticio, sí es algo que se convierte en hábito, es una alarma para tratar”.
EL DATO
Belén Moneda en las redes: www.instagram.com/nutricionbm