Lo aseguró el diputado por el Peronismo Federal, diferenciando a su sector del oficialismo provincial y nacional. En diálogo con Radio Cero, habló de los cruces internos en el PJ y dijo que la gestión Bahillo “no produjo el cambio que pregonamos”. Por G
Hay que salvar al hombre de la degradación espiritual y moral a la que lo ha sumido una filosofía decadente que puso, al mismo hombre por encima de Dios y, al perderse la jerarquía de reales valores, la humanidad ha caído en la fagocitación de ella misma por el subjetivismo y el liberalismo que destruyeron la idea de la Ciudad de Dios que en la Edad Media se cernía como ideal absoluto.Por el Centro de Investigaciones "Don Julio Irazusta"Colaboración Esto es lo que destruye verdaderamente al hombre y al planeta. Salvemos al hombre!"¡Alabado sea Jesucristo!" Pbro. Pedro Emilio Rojas. Se observa una permanente preocupación de la humanidad toda por el deterioro del planeta. Además, los medio de comunicación exponen con exactitud meridiana los dictados de los poderosos del mundo. Así también se expresan infinidad de organizaciones no gubernamentales que proliferan de una manera asombrosa en los lugares más distantes del planeta.Es un imperativo, un clamor, un grito desgarrado que busca de manera obcecada ese objetivo imperioso de salvar el planeta.A nadie escapa la situación comprometida que atraviesa nuestra casa grande.Muchas veces también se dimensionan exageradamente algunas teorías que, como en el caso de la última reunión de Copenhague, quedan al descubierto artimañas que persiguen intereses inconfesables de algunos.Lo que sí es evidente es que desde el umbral de la modernidad, con esa combinación instantánea y sucesiva de ideas entremezcladas como liberalismo, Revolución Francesa, luego marxismo y al final globalización se observa un descuido generalizado por el buen ser, para expandir los juicios del buen hacer y acceder al buen tener paradigma excluyente de nuestro tiempo.Al recibir el mensaje de texto incluido al comienzo me pareció de una hipocresía absoluto el mensaje de los medios masivos de información, los cuales por una rara coincidencia - ¿o no? - lisonjeaban con adjetivos análogos grandilocuentes todos, la idea de mantener al planeta por una hora en sombras.¿El planeta está en peligro?No cabe ninguna duda.Pero, ¿qué se hace para evitar su derrumbe definitivo?Aparentemente mucho, pero los resultados de esta lucha despiadada contra el deterioro del planeta no se observan.Para los centros de poder, que sostienen y patrocinan a muchas organizaciones no gubernamentales, pareciera que una causa esencial de este flagelo despiadado fuese la población.Somos muchos, deberíamos ser muchos menos.¿Cuántos?De los seis mil quinientos millones de habitantes que hay, para algunos, se debería arribar a unos quinientos millones para que el equilibrio retornase a la tierra y el azote del deterioro planetario desapareciese definitivamente.No en vano se promueve casi por unanimidad en todo el planeta la imperiosa y legítima necesidad del aborto.Causa espanto en los noticiosos de los medios masivos contemplar al periodista cuando ensalza a un grupo de médicos que han dado vida a un niño con posibilidades mínimas de sobrevivir. Inmediatamente justifica el accionar de un juez que aprueba un aborto, sea cual sea las razones, sabiéndose con certeza que hay decenas de familias deseosas de adoptar a esa vida que se trunca, y sin medir las consecuencias psicológicas de quien compulsivamente es sometida a tan vil asesinato.Son las consecuencias de las fragmentaciones filosóficas e ideológicas de dominación a que nos someten sin que emitamos el mínima lamento por temor a perder la parte del banquete que nos permiten disfrutar.Pero, ¿el planeta es el que está en verdadero peligro?Una vez más pareciera que sí.Es simple, si eliminamos el noventa por ciento de la población, el deterioro ambiental se reduciría.¿Se reduciría realmente?¿O los que quedasen seguirían produciendo y consumiendo por ellos y por los que ya no están?.¿Los responsables son los que se piensa eliminar o son los que quedarán una vez que se eliminen los excedentes?¿La población excedente es la responsable de los dislates productivos de excentricidades que solo sirven para paliar el vacío espiritual de una minoría insaciable?.¿Consumen los siervos de los países sometidos lo que tanto producen hoy en empresas fantasmas, globalizadas, que deambulan de un lugar a otro, buscando reducir los costos en lo más insignificante de estos tiempos: los hombres?Es posible salvar el planeta con esta conformación moral y económica que padece la humanidad?¿Bajo esta apreciación, lo ideal sería eliminar a todo el hombre, y entonces sí el planeta retozaría de alegría?Pero, entonces quedaría un mundo inerte, sin vida, sin la maravilla más completa creada por Dios: el hombre.Por ello, sería necesario para salvar el planeta, primero salvar al hombre.La causa del deterioro del planeta, la hecatombe a la que es sometida la humanidad se origina en el consumismo desmedido e irregular.Es tal la distorsión social que acontece que en este estado servil en el que peregrinamos ya no basta con hablar y esgrimir soluciones efímeras. Ya se cuentan en el mundo por millones, los indigentes y miserables, para los cuales los pobres constituyen la categoría inferior de los que viven con un nivel de vida rebosante. La catástrofe es sistémicaLos gerentes de este nuevo orden mundial ya evidente, mientras pretenden eliminar a los seres humanos que rebasan los límites aceptables para sus intereses, continúan expandiendo ese mundo virtual en el que la tecnología es el arma esencial para justificar tal macabra destrucción de la humanidad.Pero, en el entre tanto, le siguen inculcando a los pobres, indigentes y excluidos ese fastuoso deseo infinito de chatarras generadas por las empresas del mundo para que mientras vivan se saturen de esas escorias que calman las apetencias infinitas.Y el día que no estén, si logran su cometido, seguirán castigando el planeta induciendo a la producción de más y más bienes superfluos para sosegar las deidades efímeras de los elegidos de la posmodernidad.¿Es ineludible salvar al hombre?Si aplicamos el análisis lógico de la Creación, pese a las teorías "políticamente correctas" que tratan de minimizarla o demolerla con fines inconfesables, es evidente que su derrotero por este mundo avanza irremediablemente a un callejón sin destino.Desde su conformación humana el hombre ha exteriorizado distintos criterios de adecuación al hábitat del cual tiene el mandato de Dios de dominarlo y ponerlo al servicio de todos.Sintetizando estos diversos criterios de comportamiento, observamos que dos paradigmas incluyen, en distintos grados de complementación, este proceder histórico del hombre.En los últimos siglos se visualiza una agudización de la percepción materialista del despliegue de sus actos.En los primeros siglos del segundo milenio se produjo prácticamente la abolición del estado servil.El hombre caracterizaba su accionar por lo cansino de sus actos.Mientras más tecnología estimule las empresas y agobien más y más al hombre que las mantienen en funcionamiento, más se consolidan los objetivos perseguidos.Se incrementa el uso de los recursos naturales requeridos por la técnica, se sumerge al hombre en la oscuridad de la servidumbre y se estandarizan los procesos productivos para que en un día no muy lejano una sola empresa en el lugar menos conflictivo y más accesible a la explotación y la contaminación, produzca lo necesario, para que los elegidos deambulen sin límites gozando de las maravillas del mundo.El capitalismo, más que con su explosión científica y técnica, ha causado el menoscabo integral del universo con la decadencia filosófica y moral que llevan explícita el dislate científico y técnico.Hay que indagar en la visión del hombre que se quiera robustecer, para encontrar un ser individualista motivado por la acción y el consumo, o una visión de un ser solidario, arraigado, refugiado en la familia y en la sociedades intermedias naturales que priorice las bondades infinitas de la contemplación que conduce al acceso de las verdades eternas.
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