Los amigos del Padre Jeannot bregan por su canonización
Los vecinos asumen que es uno de los hijos dilectos de la comunidad. Pero aún no prospera su postulación como santo de la Iglesia Católica, como pretenden sus amigos.Marcelo LorenzoEl pasado 20 de noviembre, al cumplirse cien años de su natalicio, muchos gualeguaychuenses expresaron un sentimiento entrañable de admiración y agradecimiento al Presbítero Luis Jeannot Sueyro.Los festejos conmovedores que lo recuerdan por estos días no logran paliar, sin embargo, el vacío dejado por el cura, fallecido el 30 de julio de 2008. Y los panegíricos, tanto ayer como hoy, lucen insuficientes para calibrar el perfil de un ser humano difícil de encasillar.¿Qué cualidad define con justeza la rica personalidad del Cura Gaucho, el hombre que nació y se crió en las Chacras del Gualeyán, y que llevó siempre con orgullo su condición de hombre de esta tierra, a la cual enalteció en vida?El poeta sustancial, el orador vibrante, el patriota obsesionado por la Argentina, el militante agrarista aguerrido, el consolador de los enfermos y desvalidos, el amigo de las familias, el alma mater del Barrio San Francisco.¿Cuál de todos estos rasgos de vida han gravitado más, han sido decisivos, para que la comunidad lo haya distinguido, por ejemplo, como vecino ilustre de Gualeguaychú?Una opinión extendida --no unánime porque eso no existe-- reconoce en Jeannot el poder contagioso de la coherencia entre prédica, vida y obra. El encanto de su humanidad residiría allí; una integridad frente a la cual cedían los más escépticos, los espíritus más duros.Pero todas estas cualidades humanas eran la añadidura, la consecuencia, de algo más central de su personalidad: su condición de cristiano ferviente, entregado a su ministerio sacerdotal católico.Así lo visualizan aquellos que vienen bregando porque el cura llegue a los altares, es decir para que sea reconocido como santo por la Iglesia Católica, de la cual fue miembro consagrado.Es el caso de Julio Derudi y Emilio Alcalá, amigos del sacerdote y hoy miembros de la comisión que impulsa su proceso de canonización, un acto mediante el cual la Iglesia Católica declara como santa a una persona fallecida.Según explicaron a EL DIA, la atrayente humanidad de Jeannot, todo su carisma o la bondad que irradiaba en sus actos, eran puro reflejo de sus virtudes cristianas, que giraban alrededor del amor a Dios."Nos parece bien que se preserve la memoria del padre y se difunda su extensa labor social, como viene haciendo la asociación 'Amigos del Cura Gaucho'. Porque sería injusto que caiga en el olvido. Pero nos parece que lo esencial es rescatar su espiritualidad", remarcó Derudi.Tanto Derudi como Alcalá sostienen que al cura sólo puede entendérselo desde esta perspectiva religiosa fuerte, sin la cual todos los atributos humanos quedan vacíos de significado.Por ejemplo su creación poética, sin la sustancia de la fe cristiana, sería una expresión sin alma. Tampoco se entienden sus asistencias espirituales diarias en el Hospital Centenario o en las clínicas de la ciudad, sin su convicción arraigada de que los enfermos eran una vía privilegiada de servir a Cristo.Todo el bien, en suma, desplegado durante su ministerio al prójimo (los pobres, los enfermos, la patria, los chacareros y sus familias, etc.) no eran, de última, más que el deseo de agradar a Dios, centro de la vida del sacerdote."Para el Padre Jeannot Dios estaba primero. Desde este centro se deducía toda su vida. Del amor a Dios se desprende al amor al prójimo. Me parece que el modelo que lo inspiró siempre fue el Santo Cura de Ars (presbítero francés proclamado patrono de los sacerdotes católicos)", precisó Derudi. DE QUÉ SE TRATA ¿Quiénes son los santos? En la tradición cristiana se trata de personas destacadas por sus virtudes y que han llegado al cielo, es decir que gozan de la presencia de Dios.La Iglesia Católica al canonizarlos (o sea, al ponerlos como modelo, de canon) da testimonio y sanciona que estos hombres y mujeres ejercieron las virtudes de un modo heroico.De esta forma se convierten para el resto de los creyentes en un modelo de santidad y en intercesores en su favor. Esta capacidad de los santos de ser mediadores entre Dios y los hombres ha generado un culto de veneración en torno de ellos.Al respecto el Catecismo de la Iglesia Católica sostiene: "Por el hecho que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad".En la Iglesia Católica el reconocimiento de un santo se produce después de un proceso judicial llamado canonización. Una vez transcurridos cinco años desde la muerte del candidato o candidata, se puede abrir la causa.El proceso oficial suele seguir cinco pasos: 1) Postulación: se presenta y da a conocer la intención de elevar a santidad al postulante, y se recaban datos biográficos y testimonios; 2) La persona es declarada "sierva de Dios"; 3) La persona es declarada "venerable"; 4) Se la declara "beata" si se prueba la existencia de un milagro debido a su intervención; 5) Canonización: la persona es declarada "santa" cuando puede atribuírsele un segundo milagro.Cabe consignar que el tiempo transcurrido entre la muerte y la canonización de los santos ha sido sumamente variable: desde menos de un año hasta siglos. EL GRAN OBJETIVO La aspiración de máxima es lograr que la Iglesia Católica canonice al Padre Luis Jeannot Sueyro. Con ese propósito se creó una comisión encargada de "recoger los testimonios de la gente sobre la fama de santidad generalizada en el imaginario colectivo del pueblo", según explicaron los entrevistados.En el caso de Jeannot dicha fama, "basada en la vida heroica al servicio de Dios y de los demás", existía ya antes de su deceso físico, apuntó Emilio Alcalá. El cura, dijo, llevó una vida virtuosa.Eso significa que hizo un ejercicio heroico de las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y de las virtudes cardinales (prudencia, justica, fortaleza y templanza).Según Alcalá, el cura de Gualeguaychú además encarnó en vida las máximas evangélicas relativas a la pobreza, la castidad y la obediencia, y por esta razón muchos que lo conocieron lo consideran un "San Francisco"."Quienes lo conocimos en las zonas de islas del Ibicuy --donde ejercía su acción pastoral-- podemos decir sin equivocarnos que 'saciaba el hambre de Dios' que padecían los pobladores y quienes trabajábamos en esos lugares", apuntó el entrevistado al resaltar las virtudes de Jeannot.Han pasado 9 años desde el fallecimiento del Cura Gaucho y pese a las gestiones que han hecho sus amigos ante la Iglesia local, el trámite de la postulación para santo está en el limbo, no termina de despegar.Esto quiere decir que el proceso de canonización ni siquiera ha empezado. Pero los miembros de la comisión que postula la santidad de Jeannot no se rinden y por esta razón seguirán insistiendo.Según anticiparon a este diario, continuarán con su tarea de recabar toda la documentación posible que permita dar cuenta positivamente de la existencia de una vida que ellos consideran ejemplar.Se trata de atestiguar, mediante la aportación de hechos verificables, suficientemente contrastados, de los méritos de ese hombre de Dios ante los ojos de la Iglesia.En esa línea, anticiparon que está por salir un nuevo libro sobre la vida y la obra del Cura Gaucho, de alrededor de 400 páginas, que se pudo financiar gracias al programa "presupuesto participativo" de la Municipalidad.Con el ejemplar vendrá un CD con las palabras del sacerdote (en distintas entrevistas) y parte de la charla que dio Luis Pedro Barcia (quien fuera su monaguillo) con ocasión de cumplirse los cien años de su natalicio.
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