Los argentinos ante la carestía de la yerba
Los argentinos no tomamos mate para saciar la sed, sino como parte de un ritual cotidiano. Y esto lo saben más que nadie los entrerrianos. Por eso, la escasez y carestía de su materia prima, la yerba mate, no es un episodio menor.Si en otros países la bebida nacional es el té, como es el caso de Inglaterra y China, y el café lo es por ejemplo de Colombia, el amor criollo pasa por la infusión de yerba mate, cultura heredada que se remonta a los antiguos pobladores del territorio.El mate no distingue entre ricos y pobres, no hay colores ni clases sociales para compartirlo, no hace diferencia de género, y se comparte entre adultos empresarios en oficinas, como entre jóvenes mientras se estudia.Según las estadísticas, se está ante la bebida más consumida en relación con las distintas gaseosas y otras infusiones. Esto explica la existencia de una economía de la yerba, un arbusto que se cultiva preferentemente en Misiones y Corrientes.La producción total anual suma 300.000 toneladas, de las cuales 250.000 se consumen localmente, en tanto que las exportaciones suman las 50.000 que se venden en un 60% a Siria, Brasil, Uruguay y otros destinos.De ahí que el fuerte aumento de este producto, fruto del desabastecimiento, tenga un impacto significativo en la población. Al punto que la propia presidenta de la Nación amenazó con aplicar la ley de abastecimiento si continúa la faltante del artículo en las góndolas.El precio de venta al público de este producto aumentó más de un 50% en pocos días, y se ubica en un rango de entre $18 y $22 el kilo, según confirmó Luis Francisco Prieto, presidente del Instituto Nacional de la Yerba Mate.La reciente sequía redujo la producción de yerba mate y hay quienes dicen que el problema parte de las regulaciones que impone el gobierno al valor de la materia prima, lo que desalienta la oferta. Este último, en cambio, adjudica la suba a "especulaciones comerciales".Como sea, el valor de la yerba y su provisión es algo esencial a la vida cotidiana de los argentinos, para quienes el mate no es una bebida cualquiera, sino que hace a su cultura.El antropólogo Daniel Vidart dice: "tras el ademán litúrgico de preparar, cebar, y tomar mate hay una concepción del mundo y de la vida...el mate vence las tendencias aislacionistas del criollo...empareja las clases sociales...Y en todos los tiempos fue el mate el que hizo la rueda y no la rueda la que trajo al mate".¿Por qué nos dicen "panza verde" a los entrerrianos? Se trata de un dilema para los etnógrafos y los historiadores. Una versión no convencional liga la expresión a la costumbre de tomar mate.Hay otra más científica según la cual así nombraban a los soldados de Pancho Ramírez, cuya indumentaria tenía una peculiaridad: una pechera blanca desde la cintura hasta el cuello, que al arrastrarse entre los yuyos y pastos se teñía de verde.Lo concreto es que en estos pagos el mate es una costumbre muy arraigada. Se cree que su origen estuvo en la zona litoral, en la llamada área guaranítica. De los indígenas guaraníes proviene la infusión con agua de temperatura natural o tibia. Hay que pensar que este pueblo originario vivía en una región donde crecía, en forma abundante, la planta silvestre de yerba mate.Los nativos sorbían el mate en pequeñas vasijas de barro, reteniendo la yerba con los dientes. Los españoles recién llegados adoptaron la infusión.Pero la perfeccionaron creando la bombilla. Lo cierto es que el mate se incorporó desde entonces a la vida cotidiana, llegando la práctica hasta nuestros días.
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