LOS INDIOS DE GALGUERA
No podríamos continuar con estos apuntes de nuestro pasado carnavalero, sin referirnos a este apellido que cubre buena parte del tema. En efecto, los Galguera -padre e hijo- y algunos amigos herederos de toda una tradición familiar, animaron durante una treintena de años nuestros corsos y despertaron por entonces la admiración de la calle 25. Pasado medio siglo, aún perdura su anecdotario.o En junio de 1985, falleció Juan Remigio Galguera. Para muchos gualeguaychuenses, se iba con "el indio" uno de los mas emblemáticos animadores de nuestros corsos. Había nacido allá por 1912 y su padre, Don Arturo Eulogio Galguera, lo había iniciado desde muy niño en este "oficio de indio", del que ambos fueron cultores, durante el largo período que va desde principios de la década del 20, hasta promediar el siglo. INDIOS Y GAUCHOS Desde hacía mucho tiempo, eran características de nuestros corsos, las comparsas de gauchos. Prolijamente ataviados, con total respeto de la vestimenta de origen, muchos de esos grupos circulaban por el circuito carnavalero y ofrecían como atracción principal la representación de una pelea contra los indios. Este enfrentamiento adquiría tal realismo, que alcanzaba ribetes espectaculares. En un comienzo, los indios de la comparsa eran sólo un pretexto para el lucimiento de los gauchos, pero los Galguera lograron invertir los términos gracias a la perfección con que desempeñaban su papel; así se convirtieron en figuras principales. Muchos se han olvidado de los gauchos, pero todos recuerdan a los legendarios "indios de Galguera". El aporte principal de casi todos los grupos lo hacía el Barrio Norte, específicamente la zona de calle San Juan entre Belgrano y Rosario, donde residían los Galguera. Un poco mas allá vivían los Echagüe, Don Bernardo y sus hijos, que montados a caballo en número siempre superior a cuarenta, ofrecían una demostración de destreza digna de recordarse. Y tomaban el oficio muy en serio: uno de los Echagüe era agente de policía y para no mezclar las cosas o tener alguna "incompatibilidad de funciones", invariablemente para la semana de carnaval, solicitaba licencia. Algunas veces los gauchos de Echagüe y los indios de Galguera formaban una sociedad barrial. En otras oportunidades, actuaban por separado. CACIQUES FAMOSOS Y GAUCHOS MATREROS Obviamente, el Indio Galguera era la figura descollante del grupo. Vestido de cacique, con abundante plumaje que descendía hasta la cintura, prolijos brazaletes de metal, taparrabos y cubrepiernas de plumas de avestruz, él solo, con su ostentoso atavío, se convertía en atracción. Pero no era el único: queda el recuerdo de otros personajes, como el Indio Baigorria o el "Lobizón" Ortiz; y entre los gauchos descollaban Miguel Alegre y Lavigna -cuyo apellido verdadero era Vignais- no menos famosos por sus completísimos arneses.- Cada uno con sus elementos de lucha, desfilaba dentro del marco ruidoso de sus propios alaridos, el chasquido de sus armas, los colgajos sonoros en la vestimenta y los vítores del público. En determinado momento se detenían, venía "la provocación" y ahí nomás se armaba una batalla campal de proporciones, por supuesto simulada, para lo que utilizaban lanza, machetes y facones, todo de madera. Por su parte, Galguera manejaba a la perfección las boleadoras, por lo que su demostración era por sí, un espectáculo adicional. Cuentan los memoriosos que "la pelea", constituía una de las mayores atracciones del carnaval de entonces, por su impactante despliegue y logrado realismo. A tal punto que Cacho Guastavino nos contaba hace unos días, que él -siendo niño por entonces- se asustaba al presenciar semejantes grescas en medio del corso. FIGURA SINGULAR No era por cierto el Indio Galguera un hombre desprovisto de ingenio. Para muestra vaya una anécdota: en cierta oportunidad, siendo muy joven, se anotó en un concurso de palo enjabonado, donde compitió con otros quince participantes, la mayoría de los cuales no llegó a alcanzar la mitad del palo. ¿Cómo lo hizo Galguera? Muy sencillo para un hombre listo. Se reservó para intervenir al final. En primer lugar,: para que la ropa de los participantes anteriores absorbiera parte del jabón. Segundo y principal: para que nadie se diera cuenta de que en el bolsillo de la camisa llevaba arena, que fue dosificando muy disimuladamente en la mitad superior, hasta llegar a la punta. No sólo anduvo de indio en nuestros corsos, también lo hizo de payaso con "Los Diablos Rojos" (a quienes recordaremos mas adelante). Tan en serio tomaba su profesión de indio, que en una oportunidad se rasuró la cabeza. También se lo recuerda luciendo sobre su testa un gran camoatí y encima del mismo un loro barranquero. Quizás la escena en que Galguera desfilaba al galope, parado sobre el lomo de su caballo mientras blandía su lanza de cacique, sea su imagen más gloriosa. En la próxima, recordaremos otra figura consular: Litard
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