
Los presidentes de Boca y de River deliberaron durante varias horas con los titulares de FIFA y Conmebol, que insistían con que se jugara ayer el último partido de la Copa Libertadores. Toda la intimidad de una tarde donde todo lo que se temía que salga mal se hizo realidad.
El anillo interno del estadio Monumental se transformó en un hormiguero. Dirigentes corriendo de un vestuario al otro. Allegados haciendo circular versiones contrapuestas. Y la sensación evidente de que no estaban dadas las condiciones para jugar un partido de fútbol.
Mientras tanto, en la calle, los miles de hinchas de River que no habían logrado entrar, empezaban a producir disturbios y se enfrentaban con la Policía. Quedaron muchos espectadores con entradas en la mano y sin poder ingresar a la cancha.

Dentro del Monumental, el presidente de River, Rodolfo D'Onofrio, asistió al vestuario de Boca para ponerse al tanto de la situación. Y también hubo reuniones con Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol y Claudio Tapia, presidente de la AFA.
A las 16, una hora antes de la hora señalada, los cinco médicos de la Conmebol que habían atendido en el vestuario a los jugadores de Boca heridos, se reunieron con Angelici y D'Onofrio para tomar la decisión de qué camino seguir.
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Ante una incertidumbre generalizada, la Conmebol informó via Twitter que el partido se postergaba para las 18. Pareció más un manotazo de ahogado en su afán de querer disputar el partido que una decisión efectiva.
Por las agresiones de los hinchas de @CARPoficial al micro de @BocaJrsOficial estaría en riesgo la realización de partido. Así quedó el vehículo por dentro. pic.twitter.com/LqhTi1QIub
— Clarín (@clarincom) 24 de noviembre de 2018
Porque la entidad sudamericana quería sí o sí que se jugara el partido. Porque River acataba la palabra oficial y el plantel se preparaba para iniciar la entrada en calor. Y porque en Boca la postura era contundente: no podían ni querían jugar después de todo lo que había sufrido el plantel.
En ese contexto turbio, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, bajó de su palco, recorrió el anillo interno del Monumental y se reunió con los presidentes de los clubes.
Cuentan que Marcelo Gallardo al mismo tiempo le hizo saber a Guillermo Barros Schelotto que River no pondría objeciones y que si Boca no estaba para jugar aceptarían esa postura.
Aunque un rato más tarde Tevez apuntó que ningún jugador de River se había acercado al vestuario visitante para solidarizarse con sus colegas.
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En ese contexto, minutos después de las 18.30 el campo de juego empezó a dar señales de que el partido podría jugarse. El preparador físico de Boca, Javier Valdecantos, empezó a preparar los elementos para la entrada en calor. Más tarde también se sumaron los árbitros a la preparación.

Y en un escenario absolutamente desvirtuado se iba a jugar el partido dos horas y media después de lo previsto. Pero faltaba un capítulo más.
Porque la reunión entre los presidentes, allí donde estaban Gianni Infantino (FIFA), Alejandro Domínguez (Conmebol), D'Onofrio (River) y Angelici (Boca) dio un vuelco. Todo cambió mientras los hinchas seguían protagonizando incidentes en la calle. Fue entonces a las 19.23 cuando el partido oficialmente se suspendió y se pasó para el domingo a las 17.
"Hubo inadaptados que no entienden que esto es un deporte. Es imposible jugar en estas condiciones. El partido se juega mañana a las 17. En estas condiciones se desnaturalizaba el juego; se debe ganar en la cancha", confirmó Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, en Fox Sports.