RELATOS QUE SANAN
La historia de Lourdes, la guerrera de la ciudad que salvaron los médicos del Hospital Garrahan

Le diagnosticaron cáncer cuando tenía 3 años, atravesó todo su tratamiento de quimioterapia en el hospital de Buenos Aires y hoy disfruta de su adolescencia en Gualeguaychú. “Quiero agradecer a todos los que me cuidaron y espero que se solucione todo porque muchos chicos dependen de esos médicos para seguir viviendo”.
Si hay una institución que goza de buena imagen entre los argentinos de cualquier parte del país es el Hospital Garrahan. En Gualeguaychú, no hay vecino o vecina que no tenga un familiar, amigo o conocido que haya recurrido a sus servicios para tratar la salud de algún ser querido.
Uno de los casos emocionantes de superación y que da cuenta de la calidad y la calidez de los profesionales que atienden en el hospital de Buenos Aires es el de la pequeña Lourdes Sosa, hoy ya con 12 años, pero que cuando apenas tenía 3 y estaba por celebrar su cumple de 4 llegó al Garrahan sin un diagnóstico certero.
“Por recomendación del pediatra que la atendió en Gualeguaychú fuimos al Garrahan, porque nos dijo que no hay como los especialistas de ahí, sobre todo en lo que refiere a la sección de anestesia. Así que no lo dudamos y fuimos: llegamos a las 8 y cerca de las 17 ya estábamos ubicados en una cama a la espera del tratamiento. Como llegamos sin diagnóstico, primero le hicieron estudios por imágenes y ecografías. De ahí nos informaron que tenía un tumor. Después nos explicaron qué era: un tumor de Wilms en los riñones”, contó Marcelo, el papá de Lourdes, a Ahora ElDía.
“Los primeros cuatro meses estuvimos con quimioterapia. Una vez que se estabilizó, le extirparon el tumor y un riñón. En todo ese tiempo, el tumor había hecho metástasis en los pulmones, entonces tuvimos que seguir con la quimio y le empezaron a hacer rayos. Estuvimos prácticamente un año y medio con el tratamiento en Buenos Aires. Después, una vez que quedó todo estabilizado, empezó a ser ambulatorio y viajábamos cada 21 días a hacer controles”, detalló Marcelo.

Lourdes, de aquellos momentos, tiene en su memoria fragmentos de lo que tuvo que afrontar: “Mucho no me acuerdo, sólo que no tenía pelo y que me gustaba mucho venir a Gualeguaychú a ver el Carnaval”. Con esa inocencia, atravesó con enorme entereza todo el tratamiento.
Sobre la salud de la pequeña guerrera en la actualidad, su papá contó que “sigue con algunos cuidados en la alimentación por tener un solo riñón, pero después gracias a Dios tiene una vida normal como cualquier preadolescente: ahora ya tiene 12 años”.
Acerca del Hospital Garrahan y sus trabajadores, no tiene más que palabras de agradecimiento: “En ese momento y un tiempo después, en la ciudad impulsamos la campaña de juntar tapitas, sobre todo para todo aquellos que no tenían obra social porque los precios de los medicamentos eran, y aún hoy siguen siendo, impagables. Era una forma de agradecimiento por todo lo que hicieron por Lourdes. Ahora están peleando por un aumento salarial digno y es increíble que desde el Gobierno no puedan ver esa realidad. Por lo que nos pasó a nosotros, tendrían que cobrar lo mismo que el Presidente o más, porque el trato que recibimos fue espectacular con una contención continua permanente y de parte de todos: médicos, enfermeros, secretarías… Todo el tiempo estuvieron predispuestos para ayudarnos, no nos faltó nada. Hay que tener en cuenta que somos una familia que fue a Buenos Aires desde el interior, al igual que le pasa a cientos y cientos de otras”.
Para Marcelo y para tantos otros papás que tuvieron que ser habitués de los pasillos del Garrahan, queda claro que no se trata de un hospital más: “Hay que tomar la dimensión de lo que es, porque en una clínica privada no tenés los especialistas que hay ahí. En el área de Oncología, donde estuvimos nosotros, se juntaban entre 15 y 20 especialistas haciendo foco en Lourdes para que todo saliera bien y no se escapara ningún detalle. Se pelean por hacer las cosas bien. Conocimos muchos residentes, que hoy ya deben ser grandes doctores. El amor con el que trabajan y que les brindan a las criaturas es inconmensurable”, describió.
La reflexión final, con sólo 12 años, pero con la sensibilidad de un corazón noble y la sapiencia que eso permite, la hizo Lourdes: “Quiero agradecer al Hospital Garrahan y a toda la gente que me cuidó mucho cuando estuve internada. Quisiera que esto se solucione porque muchos niños dependen de este lugar para poder seguir viviendo”.