
Treinta años pasaron de la Guerra de Malvinas con un saldo trágico para los argentinos y lo peor, el olvido y la vergüenza para quienes ofrendaron su vida y para los que volvieron con el peso de un conflicto, encima en condiciones desfavorables: clima hostil (viento, lluvia, frío extremo) y un enemigo con el armamento más moderno.Fabián MiróOpiniónEl lunes se recordó el maltrato a los soldados, el abuso de autoridad, la falta de alimentos que nadie deja de desconocer, pero poco se habla de la valentía de chicos de 18, 19 y 26 años (los que habían pedido prórroga para hacer el servicio militar) que con armas que muchas veces no funcionaron por falta de mantenimiento, hicieron frente a un adversario integrante de la OTAN (Organización Tratado Atlántico Norte) con artillería helitransportada, chalecos térmicos, visores nocturnos.También una flota que cañoneó permanentemente en lo que se conoce como ablandamiento naval, sobre las posiciones argentinas. Se escuchaba el silbido del proyectil y el terror de no saber en donde iba a impactar, además de la carga psicológica que esto implicaba.Chicos, personal de cuadro que también eran pibes (18 a 20 años) no dudaron en hacerle frente a un ejército profesional. Fueron muchos y largos de enumerar los actos heroicos con fusiles que andaban tiro a tiro, cañones y morteros que se enterraban en la turba ante la desesperación de sus operadores.Entre los gestos heroicos sobresalen los de colimbas con poca instrucción, que suplieron con coraje. Uno de ellos le salvó la vida al entonces Cabo Enfermero del Ejército, Héctor Pereyra, quien fue herido en una de sus piernas y quedaba librado a su suerte en el pozo de zorro y con la posibilidad que los ingleses lo ametrallaran al barrer la zona.Un conscripto lo sacó del agujero y ambos fueron prisioneros. Curiosamente los británicos (profesionales de la guerra) le hicieron las primeras curaciones y luego lo derivaron a un buque hospital.Como toda guerra, fue un conflicto bélico sin razón de ser. Un gobierno de facto que se caía a pedazos y vio en la recuperación de las Islas la posibilidad de seguir en el poder. Mientras que para Margaret Thatcher (la Primer Ministro británico), significaba recuperar la "flema" del imperio en un momento de criris en el Reino Unido.El papel de los altos mandos fue patético. Subestimaron a los ingleses y cada cual jugó su guerra. Desorganización y caos total. Falló la logística y la coordinación de acciones conjuntas. Pero hubo excepciones a la regla. El heroísmo de los pilotos, volando sobre el Atlántico, casi rozando las olas (de 11 metros o más) para que no los detectaran los radares. Los guardacostas haciendo frente a los Sea Harrier con artillería antiaérea básica como una 12.7 mm.Ojo de fotógrafoRafael Wollmann - fotógrafo de la revista "Gente"- en la propia residencia del gobernador Hunt resultó un icono de la rendición, junto a otra toma que provocó un fuerte impacto en Gran Bretaña: los royals marines en el suelo, desarmados y rodeados de marinos argentinos. Fue el reportero gráfico que tomó una foto en la que aparece con una Sterling en mano el entonces Cabo Principal de la Agrupación Comandos Anfibios de la Armada Argentina, Jacinto Batista.Hoy con 62 años, este entrerriano que se retiró en 2002 de la fuerza deja su parecer, su opinión sobre aquel conflicto:"Pasó mucho para que se tome conciencia de lo sucedido. Ese manto de olvido nos afectó y mucha gente ha sufrido las consecuencias de no contar con una asistencia adecuada, que en la actualidad tampoco existe"."Lo que no se cumplió fue el objetivo inicial, que era desembarcar, arriar la bandera inglesa y luego izar la argentina para negociar. Desde el punto de vista político debíamos interrumpir la permanencia sistemática de los ingleses. Lo que vino después fue otra cosa. Nuestros gobernantes se creyeron dioses que podían tocar el cielo con las manos porque el pueblo los vivaba... pero así terminamos".El pueblo unido...El Veterano de Guerra exconscripto del BIM 5 en Malvinas, Víctor Vital, realizó uno de los primeros discursos por los actos del 2 de Abril en San Luis. Fuertes y crudas palabras sobre Malvinas y la realidad en que vive el pueblo argentino."Aquella jornadas en las cuales el pueblo argentino, sin distinción de partidos, sin distinción de banderías, se sintió unido y reaccionó como un solo hombre, en un solo corazón y en una sola alma"."Porque por encima de las falsedades, por encima de las promesas que no se cumplen, por encima de los programas falaces, por encima de los discursos mentirosos de los políticos de turno, y de los medios de comunicación, hubo un ideal de Patria, hubo algo noble que hizo que ese pueblo reaccionara como un solo hombre"."Fueron momentos de grandeza, de ánimo, de victoria, momentos de dolor y de derrota. Eso no lo podemos olvidar"."Fue un momento de grandeza entre tanta mediocridad. Después comenzamos a hundirnos, nuevamente en esta mediocridad y disgregación creciente, preámbulo del caos, anarquía y disolución nacional"."Por eso nos juntamos aquí como argentinos de fe, para rezar, por las almas de aquellos que han muerto en combate. Esto es un deber de Piedad Altísimo, ya que dieron su vida por una causa noble, una causa justa, y lo hicieron sabiendo que estaban cumpliendo con su deber"."Como cristianos debemos amar a nuestra familia, pero también debemos amar a esa familia grande que es la Patria, que es mi familia, y las familias de todos aquellos, que están unidos por lazos de tradición, de historia, de sangre, de lengua y de fe; por los que han forjado ese pasado común, y nos legaron un destino común".