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Malvinas, una herida abierta en el corazón de los argentinos que no termina de cerrar
Este domingo se cumplen 41 años del desembarco de tropas argentinas que recuperaron las islas Malvinas. Este domingo se llevará a cabo el acto frente al Monumento a los Héroes de Malvinas frente a la Jefatura Departamental. La guerra dejó 649 combatientes nacionales y 255 soldados ingleses muertos.
Jacinto Eliseo Batista, en aquel entonces Cabo Principal de la Infantería de Marina, formó parte del grupo de elite conformado por la Agrupación de Comandos Anfibios que desembarcó en Malvinas. El entrerriano oriundo de Colón fue inmortalizado en la tapa de la revista Gente apuntando su Sterling a los Infantes Ingleses luego de que estos depusieran las armas. La imagen de Batista dio la vuelta al mundo y cuando Argentina capituló, el 14 de junio, los británicos lo buscaron para tener la foto con los brazos en alto del comando, pero el infante del escalafón de Artillería, no volvió a Malvinas después del 2 de Abril.
Ernesto Urbina, también integrante de la Agrupación fue herido cuando intentaba auxiliar al capitán Pedro Giachino cuando este se desangraba luego de recibir un disparo de los Royal Marine. Urbina sobrevivió a los disparos, no así Giachino quien fue el primer caído en combate.
La historia de Batista
En una entrevista otorgada a ElDía, Jacinto Eliseo Batista fue tajante: “Me mandaron a cumplir una misión y fui. Para eso nos paga el Estado". Recordó que fueron embarcados “en la fragata Santísima Trinidad y en altamar, nos dijeron cuál era el objetivo y asignaron a Camargo como navegante y a mí como explorador, confirmándose lo que muchos pensábamos”.
Batista fue uno de los protagonistas del desembarco que se produjo el 1° de abril, pasada la hora 21, en la denominada “Operación Rosario” a bordo de botes Zodiac. Dijo que “la Inteligencia Británica sabía que íbamos a desembarcar, pero no cómo y de qué manera“. Mencionó que “el objetivo era recuperar Malvinas sin producir bajas en las tropas británicas, ya que estaban a punto de cumplirse los 150 años e iban a quedar como territorio inglés, sin posibilidad de reclamo alguno”.
Batista fue el bote-guía, y de la playa en adelante, el explorador. Con el único visor nocturno y marchando doscientos metros adelante. El objetivo, tomar el cuartel de los Royal Marines y la casa del gobernador con una orden tajante que era la de “No Matar”, ocupar las islas y negociar.
“Caminamos toda la noche. Los objetivos eran el cuartel de los Royal Marines y la casa del gobernador, esquivando puestos de los británicos”. Recordó que “nos separamos en dos grupos. Yo fui al cuartel, pero no había nadie porque los marines estaban afuera cubriendo objetivos. Allí izamos la Bandera argentina por primera vez. El grupo que fue a la casa del gobernador, en cambio, encontró una resistencia importante, se oían disparos en forma permanente, perdiendo la vida el capitán Pedro Giachino”.
Sobre el oficial, mencionó que “cuando llegué ya estaba herido. Había entrado a la casa y al salir, le dio un soldado que disparaba desde una línea de árboles cercana. Le pregunté, ‘qué te pasó, Pedrito’ y le toqué la cabeza. Estaba consciente, pero muy pálido. Había perdido mucha sangre y se estaba muriendo”.
Batista regresó al continente luego de la recuperación de Malvinas. “Nuestra misión fue custodiar y sacar información de la composición chilena, porque ellos pensaban tomar la Patagonia”, sostuvo.
Para Jacinto, hay una explicación al cambio de planes que derivó en la guerra: la ambición del General Galtieri de perpetuarse en el poder, al ver que lo vivaban por la toma de Malvinas. De allí, una serie de improvisaciones que no llevaron a buen fin.
“Los ingleses reconocen que estuvieron a muy poco de abortar. Si se hubiese aguantado 48 horas más, se tienen que retirar o negociar una rendición. Lo escuché de boca de ellos. Al batallón 5 de Infantería de Marina, nunca lo pudieron desalojar, entró desfilando a Puerto Argentino”. Concluyó diciendo que “la Operación Rosario fue una operación anfibia impecable desde el punto de vista táctico. Se cumplió el objetivo: no producir bajas enemigas, izar la bandera argentina y dar tiempo a negociar. Lo que pasó después es otra historia que habría que preguntársela a los señores que cambiaron lo planeado, porque todo terminaba con la Operación Rosario. Parece que se cambió todo sobre la marcha y no se previeron muchas cosas, porque si realmente se hubiese pensado en un primer momento resistir hasta lo último, la flota inglesa posiblemente no hubiese llegado a Malvinas porque a la altura de Brasil hubiera tenido que empezar a recibir el bombardeo de la Fuerza Aérea Argentina. Y si realmente se hubiese tenido la certeza que se iba a defender hasta lo último, se tendría que haber fortificado la isla. Nosotros tenemos el cañón Sofman de 155 mm con un alcance de 18 kilómetros y teniendo en cuenta la topografía de Malvinas, con ingenieros, poniendo a funcionar las fábricas de cemento, maquinarias y llevando todo eso a Malvinas y haciendo fortificaciones reales para una defensa costera, creo que nunca hubiesen desembarcado, porque incluso sin nada de ello se les dio muy buena batalla. Sólo se llevaron a la isla tres cañones de ese alcance y el resto de la artillería estuvo compuesta de obuses 105 mm. con un alcance de 10 o 12 kilómetros”.
El relato de Urbina
El Enfermero Naval tenía 23 años y estaba haciendo el curso de Comando Anfibio, fuerza elite de la Marina de Guerra Argentina, cuando fue convocado para "formar parte de una operación de la cual no teníamos mayores datos", relató en una charla con ElDía.
Los comandos anfibios se embarcaron en el ARA destructor Santísima Trinidad y partieron el 28 de marzo, con "rumbo sur, aunque no conocíamos el destino", contó Urbina. "Navegamos cuatro días, de los cuales en uno y medio sufrimos un fuerte temporal que nos ocasionó la pérdida de material importante. El desembarco en Malvinas comenzó el 1° de abril a las nueve de la noche", relató. “En las horas previas se me cruzaron varias sensaciones, sabíamos que íbamos a vivir una situación real de combate. La noche del 1° fue muy difícil por el clima y un oleaje de casi dos metros, además de las algas que dificultaron la navegación", recordó.
Una vez en tierra iniciaron, con destino a Puerto Stanley, una marcha que duró cuatro horas en un terreno muy difícil y de mucha turba. “Los ingleses nos estaban esperando, pero tuvimos la suerte de no desembarcar en la playa prevista inicialmente, gracias a que los navegantes Sequeira y Schweizer observaron movimientos que delataban la presencia de tropas enemigas”.
“La patrulla de 16 hombres que lideraba el capitán Pedro Giachino se desprendió del grueso, unos 100 hombres, iniciando la aproximación a la casa del gobernador, mientras que las distintas fracciones se dirigieron a otros puntos”, contó Urbina, con una precisión que resiste el paso de los años. “A las cuatro de la mañana nos ubicamos a unos 300 metros del objetivo, avanzando los comandos Giachino, Schweizer, Luro y Alegre hasta proximidades de la casa para verificar las defensas. En ese momento, se escucharon disparos y el arribo de un camión con más soldados, todo para defender la casa del Gobernador”, indicó.
Al tiempo que recordó que tenían “la orden explícita de no causarle baja alguna a los ingleses, en lo que fue el punto más difícil de llevar a cabo. Si bien se abrió fuego, fue para amedrentar a los defensores y que se rindieran. Pero como los británicos no dejaban de tirar, el capitán Pedro Giachino decidió tomar la casa del Gobernador por asalto. En esa acción fue seguido por García Quiroga, los disparos siguieron y los dos cayeron heridos”, relató.
En ese momento escuchó el grito desesperado de Giachino: "¡Enfermero Urbina!" y cuando salió a auxiliarlo recibió dos plomazos, uno por debajo del ombligo, que le hizo perder el equilibrio y que se le caiga el fusil al piso. Tras la conmoción de recibir un disparo de calibre 7.62mm, se abrió la ropa para aplicarse una ampolla en la pierna derecha. "Pero al no sentir el pinchazo, me inyecté demerol en la pierna izquierda, y me arrastré con los intestinos a la rastra para salir de la línea de tiro. Quedé tirado, rogando que no me disparen nuevamente”, contó.
Dos horas después, cerca de las 9 de la mañana, llegó el resto de la fuerza y fue auxiliado. “Un compañero me sacó de encima unos gansos que estaban sobre mis intestinos y me dio un par de cigarrillos Particulares 30", relató con la naturalidad que sólo el paso del tiempo puede tamizar semejante situación. Giachino recibió dos impactos de bala que le ingresaron en la arteria femoral, pero, lógicamente, Urbina se enteró de su muerte en el avión que lo llevaba de regreso, cuando preguntó quién estaba dentro de la bolsa negra.
Concluyó diciendo que no piensa volver a las islas “porque es como viajar a Córdoba y tener que presentar un pasaporte. Hasta tanto no pueda ingresar libremente, no pienso volver. Es una herida abierta", cerró el ex combatiente.
Los Héroes de Gualeguaychú
Carlos Mosto murió en combate el 11 de junio, sólo tres días antes de la rendición de las tropas argentinas. Carlitos, conocido como “El Ángel de los Pozos”, murió por la onda expansiva de un proyectil británico.
Raúl Dimotta partió el 9 de mayo de 1982, a bordo de un helicóptero Puma, en un vuelo que no tendría retorno. Fue derribado cuando iban en auxilio del pesquero Narval.