CHARLA A FONDO CON UNO DE LOS ARTISTAS MÁS DESTACADOS DE LA CIUDAD
Martín Naef, profeta en su tierra: cómo empezó a hacer carrozas, cuáles son sus obras favoritas y su "dream team" carnavalero

Es uno de los artistas más reconocidos de la ciudad y ha trascendido fronteras, realizando trabajos en Barcelona y en otros puntos del mundo. Surgido de las carrozas estudiantiles, sostiene y afirma que “Gualeguaychú tiene excelentes artistas, es una escuela muy especial que combina carrozas con carnaval y que nos ha abierto puertas inimaginables a todos los artistas de la ciudad”.
Por Daniel Serorena
Entrar al taller de Martín Naef en calle Colombo no es tarea sencilla. Por un lado, dos perros guardianes “más buenos que Lassie”, según su propietario, marcan el terreno, aunque más tarde demuestran ser mansitos. Además hay poco espacio, entre restos de esculturas, recuerdos de viejos carnavales o algunos pedazos de carrozas que ha quedado en el lugar, hacen que transitar sea verdaderamente complicado. Pero también es difícil entrar a un terreno tan profesional para quien no viene del palo del arte, pero que como espectador, aprecia el trabajo del artista en cuestión.
Martín oficia de anfitrión esquivando restos de tergopol o de madera y una vez instalados en el taller propiamente dicho, se respira un ambiente totalmente distinto. Sillas armadas con hierros y maderas, mesas repletas de planos, bocetos, dibujos y elementos de trabajo. Clima de carrozas, clima de carnaval. La pava hirviendo en la cocina del mate que nunca se tomó y Martín abierto a la charla, dispuesto a contar algún secreto indescifrable del creador de cientos de esculturas y trabajos que han dejado boquiabiertos de más de uno, en el Corsódromo o en cualquier rincón de la ciudad.
¿Cómo empezaste en esto de las carrozas?
Como casi todos, ayudando a algún hermano. En mi caso, en tu curso (NdR: Su hermano Oscar fue compañero de colegio de quien firma esta nota), cortando varillas de hierro y ayudando a empapelar. Me fue gustando, pero en las carrozas que realicé con mis compañeros de colegio fui uno más, medio vagoneta te diría. Fui aprendiendo pero no me destaqué por querer hacer nada de más. Con el tiempo me invitaron a participar en un galpón del Carnaval, fue Mario Martínez que le invitó y ahí encontré un lugar que me cambió la vida. Como que fue mi lugar en el mundo.
Otros tiempos, pero la misma pasión por hacer las cosas.
Es que yo no tenía experiencia, me invitaron, conocí gente hermosa, de la cual hoy soy amigo y en muchos casos con los que sigo trabajando, pero fue todo aprendizaje. Siempre fui curioso, tuve la inquietud del dibujo, pero cuando empecé a aprender a tallar, pude dar mis primeros pasos, fui entendiendo que era un mundo totalmente diferente.
Formaste equipo con otro grande, como Mariano Veronesi.
A Mariano lo conocí en el galpón de Papelitos, nos hicimos amigos, teníamos muchas cosas en común y a medida que fuimos fortaleciendo esa amistad, nos largamos a diseñar algunas carrozas estudiantiles, fueron épocas hermosas, de amistad, de seguir aprendiendo y de volcar parte de esos conocimientos a los chicos, muchos de los cuales siguieron por este camino. Con el Pelado (por Mariano) fuimos hermanos de la vida, porque cuando me fui a estudiar arte a Buenos Aires, me fui a vivir con él, compartimos la misma pasión por este trabajo y además otras cosas que nos unieron mucho hasta que nos dejó, demasiado pronto, con mucho para seguir dando.
¿Y al carnaval casi que entran por decantación?
Es que siempre trabajamos en el Carnaval y en paralelo hicimos cosas para carrozas estudiantiles. Cuando empezamos a trabajar en las comparsas se fue dando algo muy particular, que de golpe tomamos responsabilidades importantes como fue estar a cargo de los tallados de una comparsa, de sus carrozas, de darle movimiento a algunas figuras. Y ahí empezamos a descubrir quizá el secreto máximo que tiene este trabajo, que al ser autodidactas, somos nuestros propios maestros y a la vez, somos alumnos, porque aprendemos todos los días algo nuevo.

Vos estudiaste ingeniería civil, ¿qué tanto tiene que ver con tu trabajo de ahora?
Muchísimo!!! Aunque no parezca. Pero me permite encargarme de todo lo relacionado a los movimientos de los trabajos, a poder pensar una escultura y darle movimiento, mucho de mecánica, de poleas, todas cosas que me enseñó haber estudiado ingeniería.
Actualmente cuando desarrollamos algún trabajo en una carroza, te pongo un ejemplo, La Negra de Pawé, tenía un montón de movimientos que parecían extraños en algunos casos. Y sin embargo no llevaba una ingeniería muy sofisticada, eran pedales, piolas, algunas poleas y fundamentalmente, lo que había era un trabajo que integraba a la escultura que veía la gente, con una persona que llevaba una mochila y que era la que generaba los movimientos. Cuando el chico que iba debajo de la carroza, se estiraba porque le dolía la espalda, la escultura hacia un movimiento extrañísimo que impactaba visualmente muy bien. Todas esas cosas las fui aplicando en base a los conocimientos de la facultad.
Ser profeta en su tierra
Una particularidad que tiene el trabajo de Martín Naef es que cuenta con un amplísimo reconocimiento en Gualeguaychú. De hecho, ha realizado numerosos trabajos tanto para espacios públicos, como la escultura del niño viajero en la Vieja Terminal, como las ornamentaciones que está terminando para el portal del Corsódromo que se inaugurará en poco tiempo.
¿Qué significa ese reconocimiento en tu ciudad?
Me genera dos cosas: por un lado, la satisfacción de que mucha gente reconozca el trabajo, no solamente mío, sino de muchos artistas de la ciudad que son de primer nivel. Yo siempre digo que Gualeguaychú es una escuela inagotable de artistas, de talentos y de nuevas generaciones de artistas. Pero por otro lado, no dejo de ser un ciudadano más y mucha gente ni sabe quién es el artista que hizo tal o cual trabajo. La gente reconoce mi trabajo, pero no conoce mi cara, y eso tiene un poco de magia también, Me ha ocurrido entrar a algún comercio o algún lugar que tiene algún trabajo mío, y hay gente hablando del mismo sin saber quién lo hizo. Esa invisibilidad también es linda, yo acá soy Martín, un gualeguaychuense más.
Has hecho obras hermosas y recordadas, ¿cuáles son tus favoritas?
Me pasa que no suelo enamorarme de mis trabajos porque todos tienen un valor emocional muy grande. Especialmente porque con el equipo de trabajo sabemos todo lo que nos costó realizar esas tareas. Soy crítico de mi laburo, siempre lo fui, pero he aprendido también a ver que todas las obras tienen su valor.
Es lógico que hay trabajos que me han llegado mucho más. El Juancho Martínez de esta última Papelitos, tuve la oportunidad de elaborarlo charlando con el propio Juancho, entonces eso no tiene comparación con nada. La Negra de Pawé es otro trabajo que impactó mucho en la gente, a mí me gustó muchísimo una carroza que hicimos para Marí Marí cuando dirigía Adrián Buteri, que fue la de las duchas en 2012. Una carroza con un tremendo impacto visual, con un trabajo de conexión de agua en distintas plataformas y con una iluminación buenísima. Esa carroza creo que marcó mucho para el carnaval.
Gualeguaychú, escuela de Carnaval
¿Por qué creés que Gualeguaychú tiene esa particularidad con relación al trabajo de carnaval?
Creo que la gran diferencia que marcamos en Gualeguaychú tiene que ver con los tamaños de nuestros diseños, en carrozas, en esculturas. Nadie en ningún otro lugar hace lo que hacemos acá, tenemos esa posibilidad de jugar en grande y ya no entendemos otra forma de hacerlo. Pero tenemos técnicas de trabajo que son propias, las herramientas muchas veces las hemos inventado nosotros para facilitar el trabajo y para achicar costos. Fijate que el trabajo de los artistas de Gualeguaychú es valorado en todo el país y en buena parte del mundo, yo mismo he tenido la posibilidad de trabajar en otros países, y lo que hacemos acá es totalmente novedoso para ellos. Nuestros talleres y galpones están adecuados a esos tamaños y esos volúmenes. Salvo en Brasil, en Río de Janeiro puntualmente, donde se trabaja en otro volumen y a otra escala, en el resto del mundo no hay trabajos como los que se hacen en Gualeguaychú. Por eso nuestros artistas son unos fenómenos que han podido extender su arte por distintos carnavales del país y también ser considerados para otras cosas relacionadas con lo artístico. Gualeguaychú sin dudas es una gran escuela de Carnaval.
¿Cuál es el mejor equipo para trabajar, si tuvieras que armar un Dream Team?
Los chicos que trabajan conmigo a diario. Hemos armado un grupo de trabajo estupendo, que somos casi una familia, primero porque llevamos años trabajando juntos y además porque ya confiamos mucho en el trabajo del otro. Mi Dream Team lo conforman Augusto Angerama, Alfredo Zabalet, Mauricio Elisiri, Gastón “Hueso” Pérez y Marcelo Álvarez. Al equipo lo completan mi suegro y mi señora Verónica, que no solo me acompaña en el trabajo, sino que me aguanta todo el resto de los días.
Además te dejo en claro que todos los trabajadores del Carnaval son fabulosos, he trabajado con casi todos, creo que con todos. Y me ha pasado de recomendar a muchos de ellos para algún trabajo que no he podido tomar y el resultado ha sido garantido porque son profesionales del carajo.
Y de DT lo pondría a Juane Villagra, porque somos amigos, hemos compartido muchos momentos juntos y tenemos una coordinación que nos hace trabajar con sencillez cosas muy difíciles de lograr.