Más allá del Este… está el Oeste
La globalización de los pueblos ha traído aparejado una suerte de efectos no deseados relacionados con su identidad social permanentemente bastardeada por pseudos neo- paradigmas que intentan tanto en lo económico como en lo social una estandarización de valores que conforman una especie de contracultura y un olvido peligroso de los verdaderos orígenes.
Por Dr. Raúl Arellano
OpiniónLa apertura de la economía en cada país a los mercados globales y la sociedad a procesos de integración regional fue reduciendo el protagonismo de las culturas nacionales y relativizando algunas identidades.La identidad es una construcción que se relata, diría N. C Canclini, va sumando hazañas, epopeyas y causas donde los habitantes defienden sus territorios, su estilo de vida, y ordenan sus conflictos para diferenciarse de los otros.Los regimenes democráticos de muchos países emergentes como el nuestro están en falta con un modelo republicano, donde las instituciones interactúen conforme a su naturaleza y a su competencia pero no funcionales al poder político de turno, confundiendo lo público con lo gubernamental.El pragmatismo y eventualmente una transversabilidad política y social interesada, ha vaciado de contenido a los partidos políticos, bastardeado toda tipo de ideología y ha instalado un híbrido pensamiento único; que es lo mas parecido a decir que cuando todos piensan igual ninguno piensa, con todo lo que ello implica en el imaginario colectivo.Se prioriza el discurso mediático y no las ideas, reina lo urgente y no lo importante, crea enemigos y no adversarios y por sobre todo una gran confusión.Una visión fundamentalista de algunas epopeyas debilitan y degeneran causas muy nobles porque se desconsidera el diálogo, el consenso y desarrollo de algunas ideas-fuerzas.Debemos entender que la legitimidad de ejercicio desplazó a la legitimidad de origen como nuevo paradigma social y político; es necesario gestionar y dar resultados; porque la desesperanza tiene límites y las expectativas se agotan crispando el animo de mucha gente que está viviendo tiempo de descuento. No es suficiente cambiar de expectativas, es necesario cambiar realidades. Las identidades como espectáculo
Resulta preocupante cuando causas populares se alzan en defensa de un ecosistema determinado, de una calidad de vida sustentable y sus reclamos o propuestas no están en la agenda política de los políticos, como representantes naturales de una expresión ciudadana produciendo un daño social irreparable.La carencia histórica de políticas sociales y culturales anarquiza toda movida, la hace contestataria porque impide un proceso pero no construye uno nuevo.Cortes de rutas, escraches, movilizaciones son muestras de una cultura ciudadana en crisis porque algunos valores republicanos y democráticos están ausentes; porque la gente se manifiesta por caminos poco ortodoxos producto de un autismo generalizado en la dirigencia, generando muchas protestas y pocas propuestas.Es urgente reconstruir un nuevo tejido social, celebrar un nuevo contrato moral para recuperar un verdadero sentido de pertenencia y desmitificar nuevos y extraños paradigmas.La cultura de la imagen crea una realidad o la demoniza; los medios instalan temas o lo archivan rápidamente, según correspondan los intereses en juego.¿Donde reside la nueva identidad de los pueblos en el siglo XXI?La antropología, como ciencia social; no cambió su esencia pero si su metodología. Una identidad post-moderna resulta políglota, transterritorial, migrante y cultiva un mix multicultural que combina y transforma.Mientras tanto las identidades nacionales tratan desesperadamente de recoger pedazos de cultura, de idiosincrasia y de viejos valores que quedaron en el camino como consecuencia de un avasallamiento desconsiderado y cruel que intenta por todos los medios de instalarse en una sociedad light y desorientada; donde dejad hacer, dejad pasar parece ser la consigna.El show debe continuar porque su dinámica forma parte del espectáculo. Un espectáculo con mucho circo y poco pan, donde el consumismo y el simbolismo aportan lo suyo, anestesiando el lóbulo derecho de ciudadanos y consumidores.Las herramientas de la cultura se vuelven inútiles cuando ya no existen las condiciones que las hacían necesarias para reafirmar identidades olvidadas.Es tiempo de hacer una pausa, que permita no solo saber donde estamos sino hacía dónde vamos, porque no entender la historia sería imperdonable.Quizás halla que entender definitivamente, que volver es muchas veces una manera de llegar; porque da la impresión que se ha perdido el camino de regreso.El límite de toda cultura es su propia identidad porque más allá del Este... está el Oeste.
Por Dr. Raúl Arellano
OpiniónLa apertura de la economía en cada país a los mercados globales y la sociedad a procesos de integración regional fue reduciendo el protagonismo de las culturas nacionales y relativizando algunas identidades.La identidad es una construcción que se relata, diría N. C Canclini, va sumando hazañas, epopeyas y causas donde los habitantes defienden sus territorios, su estilo de vida, y ordenan sus conflictos para diferenciarse de los otros.Los regimenes democráticos de muchos países emergentes como el nuestro están en falta con un modelo republicano, donde las instituciones interactúen conforme a su naturaleza y a su competencia pero no funcionales al poder político de turno, confundiendo lo público con lo gubernamental.El pragmatismo y eventualmente una transversabilidad política y social interesada, ha vaciado de contenido a los partidos políticos, bastardeado toda tipo de ideología y ha instalado un híbrido pensamiento único; que es lo mas parecido a decir que cuando todos piensan igual ninguno piensa, con todo lo que ello implica en el imaginario colectivo.Se prioriza el discurso mediático y no las ideas, reina lo urgente y no lo importante, crea enemigos y no adversarios y por sobre todo una gran confusión.Una visión fundamentalista de algunas epopeyas debilitan y degeneran causas muy nobles porque se desconsidera el diálogo, el consenso y desarrollo de algunas ideas-fuerzas.Debemos entender que la legitimidad de ejercicio desplazó a la legitimidad de origen como nuevo paradigma social y político; es necesario gestionar y dar resultados; porque la desesperanza tiene límites y las expectativas se agotan crispando el animo de mucha gente que está viviendo tiempo de descuento. No es suficiente cambiar de expectativas, es necesario cambiar realidades. Las identidades como espectáculo
Resulta preocupante cuando causas populares se alzan en defensa de un ecosistema determinado, de una calidad de vida sustentable y sus reclamos o propuestas no están en la agenda política de los políticos, como representantes naturales de una expresión ciudadana produciendo un daño social irreparable.La carencia histórica de políticas sociales y culturales anarquiza toda movida, la hace contestataria porque impide un proceso pero no construye uno nuevo.Cortes de rutas, escraches, movilizaciones son muestras de una cultura ciudadana en crisis porque algunos valores republicanos y democráticos están ausentes; porque la gente se manifiesta por caminos poco ortodoxos producto de un autismo generalizado en la dirigencia, generando muchas protestas y pocas propuestas.Es urgente reconstruir un nuevo tejido social, celebrar un nuevo contrato moral para recuperar un verdadero sentido de pertenencia y desmitificar nuevos y extraños paradigmas.La cultura de la imagen crea una realidad o la demoniza; los medios instalan temas o lo archivan rápidamente, según correspondan los intereses en juego.¿Donde reside la nueva identidad de los pueblos en el siglo XXI?La antropología, como ciencia social; no cambió su esencia pero si su metodología. Una identidad post-moderna resulta políglota, transterritorial, migrante y cultiva un mix multicultural que combina y transforma.Mientras tanto las identidades nacionales tratan desesperadamente de recoger pedazos de cultura, de idiosincrasia y de viejos valores que quedaron en el camino como consecuencia de un avasallamiento desconsiderado y cruel que intenta por todos los medios de instalarse en una sociedad light y desorientada; donde dejad hacer, dejad pasar parece ser la consigna.El show debe continuar porque su dinámica forma parte del espectáculo. Un espectáculo con mucho circo y poco pan, donde el consumismo y el simbolismo aportan lo suyo, anestesiando el lóbulo derecho de ciudadanos y consumidores.Las herramientas de la cultura se vuelven inútiles cuando ya no existen las condiciones que las hacían necesarias para reafirmar identidades olvidadas.Es tiempo de hacer una pausa, que permita no solo saber donde estamos sino hacía dónde vamos, porque no entender la historia sería imperdonable.Quizás halla que entender definitivamente, que volver es muchas veces una manera de llegar; porque da la impresión que se ha perdido el camino de regreso.El límite de toda cultura es su propia identidad porque más allá del Este... está el Oeste.
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