DESDE SALUD MUNICIPAL INSTAN A COMPLETAR EL CALENDARIO
Más de la mitad de los niños que arrancaron la escuela en Gualeguaychú no fueron vacunados y preocupa la proliferación de enfermedades
Desde la Subsecretaría de Salud Municipal observan con preocupación la fuerte caída en las cifras de chicos en edad de ingreso escolar que no recibieron las vacunas obligatorias. De 1.825 niños gualeguaychuenses, sólo fueron inoculados 845. Temen que aparezca nuevamente la circulación de enfermedades como el sarampión o la papera.
Las cifras de la vacunación en 2024 y lo que va del 2025 encendieron todas las alarmas. No es un fenómeno local, sino que ocurre en todas las ciudades del país. Desde la Sociedad Argentina de Pediatría precisaron que en 2024 ninguna de las vacunas evaluadas alcanzó la meta programática del 95% necesaria para asegurar la inmunidad colectiva. Varias dosis estratégicas se encuentran incluso por debajo del 50%.
El caso más saliente fue el de la vacuna triple viral (sarampión, rubéola y paperas), que registró un 46% en 2024, mientras que entre 2015 y 2019 se había mantenido en el 90%. De esta manera, los médicos advirtieron que estas enfermedades podrían reaparecer en el país.
En el mismo sentido, entre 2009 y 2019, el refuerzo contra la poliomielitis nunca bajó del 84% en niños que ingresaban a la escuela primaria. Pero en 2024 ese porcentaje se desplomó al 47,6%, un mínimo histórico.
Esta realidad que se observa a nivel nacional se replica también en Gualeguaychú: En lo que va del 2025, de 1.825 niños en edad de ingreso escolar, se vacunaron sólo 845, lo que representa sólo el 46% del total.
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Consultado acerca de los motivos de esta drástica disminución, el subsecretario de Salud Municipal Pablo Alfaro marcó que “el diagnóstico es multivariado, pienso que se ha desconfiado de qué están hechas las vacunas, la gente piensa que no está claro que tienen, cuando la realidad es que está muy detallado cuales son los componentes que contienen. También hay un mito que vincula la triple viral con el autismo, lo cual es falso. Ya se demostró científicamente en dos oportunidades. El autismo es un síndrome que tiene que ver con cuestiones múltiples, genéticas y ambientales, pero no tiene relación con las vacunas, está descartado, sino la incidencia sería muchísimo mayor”.
El médico sostuvo que “lo poco que he hablado con personas que integran movimientos antivacunas es que creen en cuestiones conspiranóicas, y no sé a qué responden. Lo que más me llama la atención es que hay colegas pediatras que no les aconsejan a sus pacientes que vacunen a sus hijos”.
Sobre los incentivos para vacunar a los niños, Alfaro aseveró que “desde la ciencia y la medicina occidental sabemos que las vacunas son seguras y salvan vidas, con gran evidencia. Tenemos que entrar en un sano equilibrio, reconocer que las vacunas están hechas para salvar vidas y evitar enfermedades graves. He hablado con colegas que hace años vieron la evolución de la haemophilus influenzae, que causaba meningitis, causaba unos abscesos (acumulación de pus) en el cerebro impresionantes, eso hoy ya no se ve”.
Además, argumentó que “recientemente en The Lancet salió una nota que desmiente los 10 mejores mitos en torno a la vacunación. Al principio, este artículo sostiene que las vacunas ya llevan salvadas más de 150 millones de vidas, y está demostrado. Uno es libre en tanto y en cuanto no afecte al resto, y hoy más que nunca vemos casos de sarampión y tos convulsa que son claros ejemplos que afectan a la salud pública, que va en detrimento del prójimo. Estamos volviendo a discutir en términos terraplanistas, antes la gente se moría de infecciones, y la medicina ha cambiado los paradigmas”.
Alfaro reconoció que la desconfianza en las vacunas se acentuó con la pandemia de Covid 19: “Jugó en contra, porque desarrollaron vacunas en tiempo récord, cuando antes llevaba mucho tiempo, pero en medicina siempre se sigue monitoreando, hasta la aspirina que está hace años en fase 4”.
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Sobre las implicancias de los bajos números en la vacunación, el médico advirtió que “el peligro es para los que no están vacunados y para el que está vacunado depende de cuál es la respuesta inmune, de cuántos anticuerpos se generen, depende de cada huésped. No necesariamente vacunarte te exime de la enfermedad, pero si están todos vacunados se genera un aumento de la inmunidad, podés tener la enfermedad pero menos grave”.
En este contexto, informó que desde la subsecretaría de Salud “empezamos a salir a trabajar en cada evento con vacunadores disponibles, hay enfermeras que salen casa por casa para vacunar y hay campañas de concientización. Con el equipo de comunicación siempre hablamos y es un desafío definir cuál es la mejor estrategia para invitar a que la gente se vacune”, y lamentó que no se esté pudiendo vacunar en las escuelas. “Los niños tienen derecho a la salud y a vacunarse, pero hay padres que no quieren, entonces se nos dificulta mucho”, destacó.
También observó que “colegas pediatras hoy no dan la batalla contra los antivacunas. No sea cosa que estemos retrocediendo y generando más daño del que se quiere evitar. Hay pasividad del personal de salud, tendríamos que tomar más cartas en el asunto. Y por supuesto a quienes nos tocan lugares públicos dar la batalla, notificar a las personas que no quisieron vacunarse de cuáles son los riesgos que corren, hay que empezar a tomar decisiones de este tipo, porque se nos va a empezar a enfermar la comunidad, y eso sale mucho más caro para el sistema de salud”.
“Me parece que hay que tomar estas cuestiones con seriedad, me preocupa, lo he visto en la terapia intensiva, tener que hacer derivaciones a hospitales de tercer nivel, por enfermedades que veo ahora que no veía hace tiempo. Ahí está el límite de la libertad, a veces me cuesta comprenderlo, y creo que los miedos no funcionan. Invito a toda la comunidad a cualquier centro de salud, allí están disponibles todas las vacunas disponibles, y son la tercera causa que salvó más vidas, la primera fue la cocción de alimentos, la segunda el manejo de excretas y el tercero las vacunas, no las dejemos pasar”, concluyó.

