En la Guerra de Malvinas fueron partícipes muchos soldados oriundos de nuestra ciudad. A través de una serie de entrevistas, hemos dedicado un espacio a las diferentes historias de vida de nuestros ex combatientes para homenajearlos.
Yésica y David Amores*Colaboración En la Guerra de Malvinas fueron participes muchos de los soldados residentes hoy en nuestra ciudad. Así nos expresó sus vivencias, emociones y apreciaciones sobre lo vivido posteriormente al conflicto de Malvinas, Miguel Ángel La Paz, quien participó en la guerra de Malvinas a los 30 años, y actualmente posee 62. Desempeñó el cargo de Cabo principal, mecánico de armas, en el Crucero A.R.A. General Belgrano. Pasados pocos años de su participación en Malvinas, embarcó nuevamente, siendo parte de la primera tripulación de la Corbeta Espora. Se retiró en el año 2003 con el grado de Suboficial Mayor.- ¿Cómo vivió la experiencia ante hundimiento del crucero Belgrano?- Luego de recibir los impactos de los torpedos, comenzamos a hundirnos. Salimos a cubierta principal, donde estaban las balsas salvavidas que tenían capacidad para veinte personas. Teníamos todo lo necesario de primeros auxilios; elementos de pesca, espejo para hacer señales con el sol o el mismo salitre para los aviones. Si bien las balsas eran cerradas, las grandes olas te aplastaban y teníamos que aguantarlas como podíamos. Al principio subimos veinte personas en la balsa, no sabemos qué sucedió, cuando nos rescataron éramos diecinueve, un compañero se nos fue. Estuve 36 horas y 20 minutos en la balsa hasta que nos sacaron del agua.- ¿Cómo fue el reencuentro con la familia al regresar de Malvinas?- Antes de partir a Malvinas envié a mi mujer con mis dos hijas a la casa de mis padres en Gualeguaychú, yo no sabía si iba a volver. Cuando llegué de Malvinas no tuve tiempo de avisarle a mis padres que regresaba a mi casa. Luego de la revisación médica correspondiente nos trajeron a Buenos Aires y desde allí tome un micro para venir a Gualeguaychú. La información que había recibido mi familia era errónea, tal es así que cuando llegué a casa mis padres no estaban porque andaban buscando saber algo sobre mí. Ese reencuentro fue lo más hermoso que me pudo pasar; los cinco días que estuve en casa fueron muy lindos. Luego tuve que volver a presentarme en la Base Naval de Punta Alta. Al año de finalizada la guerra me entregaron mi casa por medio de un plan de viviendas, busque mi familia en Gualeguaychú y comencé una vida normal en Punta Alta. - ¿Qué nos puede contar del recibimiento por parte de la sociedad al regresar al continente?- Al regreso de Malvinas pasé inadvertido. Viví en Punta Alta hasta el año 2000; era una Base Naval donde estaban todos los familiares de cada uno de nosotros; se vivía diferente al resto de lo que experimentaba la sociedad. Cuando vine a Gualeguaychú ya habían pasado varios años de la guerra y se hablaba poco del tema.- ¿Costó iniciar la vida laboral luego de la guerra?- En el aspecto laboral, la guerra de Malvinas no me afectó en nada. Yo era cabo principal, y al poco tiempo del regreso del conflicto hice cursos en la escuela de armas para ascender en la jerarquía. Luego de terminar los cursos volví a embarcar; así que retorné a las aguas del Atlántico Sur donde cuidábamos la zona de exclusión argentina. Termine mi carrera retirándome como Suboficial Mayor. Un momento tristeRecuerdo que en el crucero tenía dos compañeros, uno de ellos Bedini y otro que le decíamos "el Gringo". En el momento que íbamos a partir, Bedini tenía la señora internada para tener familia. Estábamos listos a zarpar, cuando vino un compañero y le gritó: ¡Che, nació tu nena, quédate tranquilo que está todo bien!Cuando el barco se estaba hundiendo había desaparecido el Gringo, entonces Bedini preguntó '¿dónde está el gringo?' nadie supo decirle, inmediatamente fue a buscarlo y ese día ninguno de los dos volvió. Momentos antes habíamos estado tomando mates, mientras el Gringo escribía una carta a su madre. Lamentablemente, Bedini no pudo conocer a su quinta hija.
