LOS INTERESES EN LA ECONOMÍA
Multilateralismo, fútbol y la joya de la corona
Las guerras no siempre implican el uso de armas. La política comercial que lleva adelante la administración de Donald Trump es un claro ejemplo de eso. Por qué deberíamos importarnos (y ocuparnos) de algo que parece tan lejano.
Florencia Carbone (*) GINEBRA.- ¿Qué tienen que ver el partido que la Argentina jugó con Brasil por la Copa América y el sistema multilateral de comercio? Mucho más de lo que imaginamos. En tiempos en los que es tan habitual escuchar hablar de “guerra comercial” (modo simplificado para referirse al tire y afloja que tiene como principales protagonistas a Estados Unidos y China, pero que involucra a todo el mundo) y de si será posible la supervivencia del sistema multilateral, nada mejor que apelar a ejemplos cotidianos para entender de qué se trata lo que estamos viviendo. La semifinal entre Argentina y Brasil bajo el espíritu multilateral se hubiera jugado con una cancha pareja, un arbitraje imparcial y reglas iguales para ambos equipos. Sin penales ni VAR La forma en la que el referí ecuatoriano Roddy Zambrano dirigió el partido (ignorando dos posibles faltas de penal contra Sergio Agüero y Nicolás Otamendi) y la nula intervención del VAR, que estaba a cargo del uruguayo Leodán González, dejó una sensación generalizada respecto de que ser organizador del torneo fue, para Brasil, un factor de peso en la clasificación a la final de la Copa América. La forma en la que se resolvió el partido se parece a lo que ocurre en una negociación bilateral: el más fuerte (o el que cuente con ventajas coyunturales) es el que “manda”. Reforma histórica La creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el 1º de enero de 1995, fue la mayor reforma del comercio internacional desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La OMC sucedió al GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros). Pero se trata de una sucesión enriquecida por partida doble: por un lado, mientras el GATT se había ocupado principalmente del comercio de mercancías, la OMC y sus Acuerdos abarcan además el comercio de servicios y la propiedad intelectual; y por otro, el nuevo organismo puso en marcha una instancia para la solución de controversias. El procedimiento de solución de diferencias es una contribución excepcional de la OMC a la estabilidad de la economía mundial. A partir del bloqueo de EE.UU. para designar jueces, el mecanismo podría dejar de funcionar en diciembre próximo. El Órgano de Solución de Diferencias (OSD) –al que muchos apodan la joya de la corona- es la piedra angular del sistema multilateral de comercio. Sin embargo, hoy el OSD que permite a cualquier Estado miembro denunciar a otro si cree que está violando una norma comercial y que esto le perjudica, está amenazado por el bloqueo norteamericano para la renovación de los miembros del Órgano de Apelación (ODA). De piedra angular a piedra en el zapato El ODA es un órgano permanente, está integrado por siete personas y resuelve las apelaciones de los informes emitidos por los grupos especiales cuando los miembros de la OMC plantean diferencias. El Órgano de Apelación puede confirmar, modificar o revocar las constataciones y conclusiones jurídicas de un grupo especial, y sus informes, una vez adoptados por el OSD deben ser aceptados por las partes de la diferencia. Sin embargo, la instancia actualmente funciona con el quórum mínimo de tres (de los 7) integrantes. Y lo que es más grave, esa situación sólo se mantendrá hasta el próximo 10 de diciembre, fecha en la que vence el mandato de dos de esos tres jueces y con ello, la posibilidad de que el ODA pueda seguir funcionando. Aunque en los últimos 15 años las diferentes administraciones norteamericanas criticaron el sistema de solución de controversias de la OMC, el gobierno de Donald Trump concretó sus amenazas al bloquear la designación de integrantes del Órgano de Apelación. Los jueces representan las diferentes zonas geográficas del mundo y su mandato dura 8 años. La crisis se originó desde que Estados Unidos rechaza el nombramiento de nuevos integrantes para el panel de apelaciones. El argumento de la administración de Donald Trump para justificar su postura es que el OSD se sobrepasa en sus poderes al emitir juicios que violan la soberanía nacional. Bush, Obama y Trump “Los norteamericanos han estado preocupados por ese tema desde hace mucho tiempo -hablo de 15 años-. Por lo menos desde hace tres administraciones, remontándonos a la presidencia de George W. Bush, incluida la de Obama”, dice Keith Rockwell, vocero de la OMC, cuando se le pregunta sobre la cuestión.
“Ellos creen que el Órgano de Apelación no está siguiendo las reglas, y eso se traduce en decir: hasta que lo arreglemos, no daremos nuestro acuerdo para designar a los miembros. El resto de los países miembro de la OMC respondieron con alrededor de 12 propuestas de reformas que contemplan las preocupaciones de EE.UU., pero la respuesta hasta ahora siempre ha sido que no es suficiente”. “La UE, por ejemplo, presentó una propuesta específica relacionada con el arbitraje. Promueven un proceso espejo: tres jueces elegidos por el Director General serían los que escuchan el caso. Los tiempos para resolver serían similares a los actuales. Se trata de un paliativo. ¿Estarán de acuerdo con esto EE.UU. y China? No lo sé”, admite Rockwell. La nueva vía de arbitraje –que contaría ya con el apoyo de Japón, India, Rusia y Sudáfrica-, sería una suerte de mecanismo temporal hasta tanto el “sistema original de la OMC” se restablezca. La clave no está en las sentencias Los expertos aseguran que el procedimiento de solución de diferencias es una contribución excepcional de la OMC a la estabilidad de la economía mundial. Coinciden en destacar que sin una herramienta así, el sistema sería menos eficaz ya que no podrían hacerse cumplir las normas. El procedimiento da mayor seguridad y previsibilidad al sistema de comercio. Se basa en normas y plazos claramente definidos. Aunque luego de que un grupo especial analice el reclamo de un país por el incumplimiento de otro, y lo confirme o rechace, las partes pueden apelar la decisión. Sin embargo, lo importante no es dictar sentencia. El objetivo primordial es resolver las diferencias, de ser posible, mediante consultas y acuerdo de las partes. De hecho, en Ginebra destacan que desde que se creó la OMC, en 1995, se han presentado más de 550 casos. De ese total, más de 110 se resolvieron por la vía bilateral o fueron retirados y 300 siguieron adelante. “Estados Unidos intenta matar a la OMC desde dentro”, advirtió Cecilia Malmström, Comisaria de Comercio de la UE, en octubre de 2017. El sistema dictó 18 autorizaciones para tomar represalias (aunque solo en 7 casos se impusieron efectivamente). La tasa de observancia de las resoluciones del Tribunal ronda el 90%. Son precisamente todos esos números los que le dan credibilidad al sistema que ahora está en crisis. En varias oportunidades la Argentina utilizó el sistema como demandante y en otras tantas debió acatar lo dispuesto por el Órgano de Apelaciones, como cuando la OMC dio la razón a la UE que había cuestionado el régimen de Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI), y nuestro país debió adecuar la legislación. Durmiendo con el enemigo En la OMC son muchos los que ahora recuerdan el comentario que Cecilia Malmström, Comisaria Europea de Comercio, hizo en octubre de 2017: “Estados Unidos intenta matar a la OMC desde dentro”. Lo que entonces podía sonar como una amenaza bravucona, hoy está a punto de convertirse en realidad. ¿Podrá la OMC sobrevivir aunque desaparezca el Órgano de Apelaciones? “Sí, claro”, respondió Rockwell. -¿Por qué? -Porque la única manera de manejar la crítica situación que tenemos es a través de la OMC. Este organismo fue creado para esto, el GATT y la OMC fueron concebidos para esto. Hoy las dificultades están por todos lados, no se trata sólo de EE.UU. y China. Este tipo de cosas no se pueden resolver por la vía bilateral, es demasiado complicado. *Publicado en Trade NewsESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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