PARTE DEL PAISAJE URBANO
Murales en Gualeguaychú: una galería de arte a cielo abierto
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Los muralistas locales dan rienda suelta a su talento y creatividad en las paredes de la ciudad, tomándolas como lienzos en los que plasman un sinfín de mensajes, imágenes y sensaciones. Conversamos con ellos para conocer los detalles detrás de sus trabajos destacados e indagar en su visión de este estilo de arte que le dio un colorido particular a nuestros paisajes urbanos.
Santo Uno es artista plástico, diseñador y muralista de Gualeguaychú. Impulsor y referente de la cultura Hip Hop en la ciudad, incursionó desde su adolescencia en el arte del graffiti, allá por 2006. Fue en ese mismo año que tuvo la oportunidad de participar junto a su curso de la E.E.T. Nº2 en el certamen Gualeguaychú Joven, para el cual realizaron el reconocido mural en honor al Dr. René Favaloro, ubicado en la esquina de 9 de Julio e Ituzaingó, en una de las paredes del asilo de ancianos. “Recuerdo que mientras estaba pintándolo, una señora se detuvo a observar y cuando se dio cuenta de quién era el rostro en la pared, se emocionó y me contó que a su marido le había salvado la vida Favaloro”, contó Santo.
El artista urbano destacó dos de los trabajos que realizó el año pasado en la Costanera: ‘SonRío’, un juego de palabras entre ‘Somos Río’ y ‘Sonreír’, el cual realizó junto a los reconocidos muralistas locales Netoj y Gurí; y ‘RenHacer’, realizado junto a Lula Limón, una artista platense. Ambos murales pueden verse en las paredes del balneario municipal, uno debajo de los obeliscos y el otro al lado del puente.
Santo mencionó que tanto estos como otros trabajos han sido fruto de la autogestión de los artistas. “Estaría buenísimo que en un futuro haya más apoyo. El graffiti es una forma de recuperar espacios, de avivar paisajes urbanos”, comentó.
Probablemente, el muralista que más renombre ha ganado en Gualeguaychú sea Gurí. Sus trabajos a gran escala sorprenden a cada persona que se topa con ellos en las calles de la ciudad. Gurí conversó con Ahora ElDía para compartir su visión del arte y recordar el camino que inició en la ciudad. “Fue muy lindo para mí porque era un lugar tranquilo donde pintar y donde formé un montón de lo que soy hoy”, dijo sobre la ciudad (de la que se encuentra lejos en estos momentos) y contó que sus primeros murales son aquellos que más recuerda: “Eran en blanco y negro y con esos empecé a expresarme en el 'gran formato'. Recuerdo uno en especial que fue en la aceitera, ahí a una cuadra del Corsódromo. Empecé por algo pequeño y día tras día volví a seguirle metiendo. De repente pasó una semana y había agarrado un montón de pared”.
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Más allá del impactante tamaño y color de sus murales (como el que se encuentra en calle Urquiza, a la vuelta de la Catedral), el artista explicó que su trabajo trasciende los fines estéticos: “Intento que mi obra busque dejar una identidad, una semilla, una reflexión, una misión, una emoción”.
ÇRespecto al lugar que la ciudad da a este tipo de expresión, Gurí señaló: “Desde que comencé hasta ahora creo que hay más apertura. Lo lindo es ir trabajando ese camino para los que siguen”. De todas formas, aclaró que el movimiento del arte en la calle no tiene una escena muy grande, pero que esta va creciendo de a poco. “Con el tiempo la gente reconoce la obra, la ve, y cada vez que regreso siento todo ese cariño, ese amor, y siento que las personas sí lo toman en cuenta”.
“Hay un reconocimiento en las personas que pasan, que se quedan a charlar. Nunca pasamos desapercibidos los que estamos pintando. Siempre alguien se acerca, comenta, sugiere. En cada uno de nosotros también está la posibilidad de tomar cosas que se nos dicen, y plasmarlas ahí como en el momento”, comentó por su parte Diego Abu Arab, otro muralista local que ha destacado en los últimos años.
Diego lleva realizados alrededor de 50 murales (o más) en Gualeguaychú. “Muchos no se ven porque fueron hechos en distintos barrios, no en el centro. Murales chiquitos, con paredes prestadas de vecinos y así, en el marco del trabajo con los centros de salud, saliendo a pintar con trabajadoras sociales, con enfermeras, con distintos médicos”, contó, destacando su experiencia en el barrio Munilla: “Habremos hecho unos 20 y pico de murales ahí, murales pequeñitos, murales más grandes, alrededor del arroyo, con las distintas familias del Munilla”.
Sobre su visión del arte mural, Abu Arab indicó que busca trabajar más que nada con la idea de la memoria, que alguien pueda sentirse reflejado con su propia historia a partir de lo que ve en la calle. “Asumo que si uno trabaja en la vía pública está teniendo un rol político con su pintada. En el mejor sentido, en el sentido de la libertad de expresión, de ejercer la opinión, de construir democracia. Bueno, esos son un poco los mensajes con los que me gusta trabajar”, agregó.
“La imagen se amolda un poco al momento”, explicó Diego, y dio el ejemplo de un stencil grande de El Eternauta que hizo en su casa durante la pandemia -haciendo una analogía con el confinamiento de la ‘nevada mortal’- el cual terminó plasmado en una pared de la ciudad.
Otra obra que recuerda de aquel momento fue una que improvisó en la pared detrás de los molinos abandonados frente al Corsódromo: “pude hacer una gran cabeza de mujer saliendo de la tierra con un barbijo en blanco y negro y sus ojos estaban encendidos”.
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Patricia Watters es otra de las muralistas conocidas desde hace años en la ciudad. Contó que de todos los murales que realizó, considera personalmente significativa su primera obra: el mural "Juntos recuperemos lo nuestro", ubicado en la base del puente Méndez Casariego. Watters también destacó dos de sus trabajos alusivos a la lucha ambiental: ‘Movimiento popular en defensa del Río Uruguay’, pintado en los baños del puerto, “porque acompañó el inicio de lo que fue la gran movilización ciudadana ante la presencia de las pasteras”; y ‘Gualeguaychú de pie’, ubicado en el cubículo de la escalera central del municipio, “otro mural emblemático para el tiempo de movilización de un pueblo tanto gualeguaychuense como uruguayo”.
También sumaron su voz a esta nota el reconocido tatuador local Juan Santos, y la diseñadora y artista Oriana Arocena, quien se encuentra incursionando en el muralismo.
Además de su trayectoria en el mundo del tattoo, por la cual es ampliamente conocido, Juan Santos también ha dejado su huella artística en las paredes de la ciudad. “En Gualeguaychú hice varios murales para locales y casas. El que más disfruté fue el que hice en un encuentro de muralistas que se realizó en los obeliscos de Costanera. En ese mural trabajamos 12 artistas; éramos 6 parejas, y junto a mi compañera Estilo. No hay reglas a la hora de realizar una obra en una pared. yo representé la historia de Gualeguaychú -la del toro y la serpiente- y ella la historia de la flor del ceibo”, contó.
Por su lado, Oriana sumó su perspectiva como parte de una nueva generación de muralistas que se encuentra volcando su arte en espacios públicos y privados. Contó que una de sus primeras obras en la ciudad -en este caso, para un estudio de arquitectura- implicó el desafío de encarar un diseño de unos 8 x 2 metros con una manera distinta de hacer las cosas: “lo que por ahí me diferencia de otros muralistas es que yo trabajo con un estilo muy thrash lineal y casi no uso pinceles. La mayor parte del mural la hago con un tipo de fibrones que lo que tienen es una fibra acrílica, pero es como si estuvieras dibujando con fibrón”.
Consultada por el lugar que ocupan las mujeres en el muralismo local, Oriana comentó que si bien no son muchas en la escena y -lamentablemente- deben afrontar otro tipo de problemáticas que los varones no, sí están presentes. “Me encanta esta movida, ojalá se sigan sumando más chicas y ojalá podamos seguir creciendo en esto como mujeres artistas y nos sigan brindando más espacios”, expresó.
Dixit: El potencial del muralismo
Gurí
“Pinto en la calle porque puedo llegar a todo tipo de personas y puedo dejar una semilla según mi visión y lo que pienso de este mundo”.
Santo Uno
“Creo que el potencial de este tipo de expresiones artísticas es necesario. Nunca sabes a quién podés llegar y de qué manera podés transformar una visión. Es algo que está en la calle, al alcance de cualquiera y no se necesita pagar una entrada para disfrutar de las obras y sus detalles. El graffiti es una herramienta que se desarrolló por una necesidad de querer comunicar, quienes dedicamos nuestra vida a él, sabemos que su esencia es el mensaje”.
Patricia Watters
“El muralismo tiene un potencial enorme de transformación, donde hay un mural, el lugar cambia e invita a cambiar, a veces mejorando el espacio donde está realizado. A mi entender, porque parto de que se utiliza un espacio público, el mural siempre debe tener un diálogo con la gente, debe existir una reflexión, un mensaje, algo que lo conecte con el transeúnte; esa es la razón para que esté ahí, en ese lugar”.
Juan Santos
“Para mí el arte urbano es una forma maravillosa de expresarse que tiene el artista, y de esa manera llegar a transmitir sus sentimientos y muchas veces concientizar a las personas”.
Diego Abu Arab
“Con el mural, la pintura reclama ese fuero de ser vista por todo el mundo que pase por enfrente. El mural asume el desafío de transformar la ciudad. Si no genera algo en el otro, va a pasar desapercibido, o va a ser dañado, o va a ser tapado, o no va a ser cuidado; así que tiene el potencial del trabajo que cada uno tiene y la honestidad del trabajo que uno está haciendo ahí en el mural”.
Oriana Arocena
“Creo que el arte mural tiene una emoción muy diferente al resto. Las personas que estén ahí van a ver cómo va a avanzando y se van generando una expectativa, van imaginando con lo que uno va creando en el proceso. Creo que a las personas les llega mucho porque uno está haciendo, básicamente, una obra en grandes dimensiones y creo que la gente nota también el esfuerzo que eso lleva y lo valora mucho”.

